“Mi esposa estaba embarazada”, dice Ousseini. “Tuve que llevarla a un centro de salud en Kongoussi en motocicleta. En Silgadji no tuvimos acceso a atención médica porque los centros de salud estaban cerrados. Los primeros en irse cuando estalló el conflicto fue el personal de enfermería y los centros de salud que permanecían abiertos estaban muy lejos”. Ousseini y su esposa fueron desplazados de su casa de Silgadji, en Burkina Faso, y actualmente están viviendo en Kongoussi, a 80 km.
En un contexto de creciente inseguridad, la experiencia de Ousseini y su esposa es similar a la de miles de personas que escaparon de la violencia en Burkina Faso. Los desplazamientos a escala masiva aumentaron drásticamente las necesidades humanitarias de la población y muchas comunidades, tanto de desplazados como de acogida, carecen de muchos elementos esenciales, incluida la atención médica.
Las personas que viven con miedo día tras día a menudo se encuentran con dificultades aun al huir de sus hogares. Muchas carreteras no son seguras, y las personas corren el riesgo de ser atacadas durante el viaje.
En varias regiones del país, los equipos de nuestra organización pusieron en marcha clínicas móviles en las carreteras, así como puestos de salud avanzados en ciudades y pueblos, para proporcionar atención médica gratuita. “También estamos llevando a cabo actividades comunitarias para estar lo más cerca que podamos de las personas, especialmente de aquellas que viven en las afueras o en zonas rurales alejadas de las ciudades”, informa nuestro coordinador médico, Michel Madika.
A pesar de sus esfuerzos, para las organizaciones médicas y humanitarias puede ser difícil llegar a quienes necesitan ayuda, ya que los traslados también pueden ser peligrosos para los trabajadores que prestan asistencia. En Djibo, una ciudad sin salida al mar ubicada en la región desértica del Sahel, tuvimos que suspender los traslados de nuestros equipos fuera de la ciudad durante varios meses. La carretera entre la capital, Uagadugu, y Djibo dejó de ser segura debido a los puestos de control operados por grupos armados, a las emboscadas y los dispositivos explosivos improvisados colocados al borde de la carretera.
Esto suele suceder en la mayoría de los lugares en donde trabajamos en Burkina Faso. Incluso los vuelos de asistencia que conectan ciudades de todo el país suelen suspenderse durante semanas a causa de la inseguridad.
La violencia tiene un efecto negativo en el acceso a los servicios sociales básicos. Las personas que dejan sus hogares suelen llegar sin nada. Para ellos, cada consulta en un centro de salud conlleva la preocupación de cómo van a pagarla.
“Desde que estoy en Djibo, el costo de los medicamentos recetados es alto y es muy difícil pagarlo para una persona desplazada”, dijo Belco, quien dejó Baraboulé por la relativa seguridad de Djibo.
Al no poder pagar la atención médica, Husseini recurrió a curanderos tradicionales: “Como no me había atendido un médico, mi única alternativa era tratarme con curanderos tradicionales y medicamentos de venta libre”, dijo.
Como señala Michel Madika, esas alternativas no son seguras, por lo que la atención médica gratuita es fundamental:
“Necesitamos que otras organizaciones también den un paso adelante y contribuyan a la prestación de atención médica gratuita, no solo para los niños menores de cinco años y las mujeres embarazadas, sino también para todas las personas en las zonas más afectadas por el conflicto, porque las necesidades son enormes”, agregó. “¿Cómo puede garantizarse la atención médica gratuita cuando Burkina Faso recibió hasta el momento tan solo el 15 % del financiamiento establecido para 2022 en el plan de respuesta humanitaria?
Nuestra acción en Burkina Faso desde principios de 2022
- 365.694 consultas médicas.
- 30.439 consultas prenatales.
- 5.395 derivaciones médicas.
- 311 cirugías.