Gert Verdonck, nuestro coordinador de emergencias en Beira, en Mozambique, comparte sus impresiones tras nuestra primera respuesta ante el desastre natural ocurrido el pasado 14 de marzo.
“Lo primero que ves al llegar es destrucción y mucha agua. Hemos recibido informaciones de que la situación fuera de la ciudad puede ser incluso peor. En el escaso tiempo que llevamos aquí, nos hemos centrado en tratar de entender la magnitud de la destrucción y de necesidades en la ciudad. Beira tiene más de 500.000 habitantes y la mayoría de las casas han resultado dañadas o totalmente destruidas por el ciclón y las inundaciones.
El sistema de abastecimiento de agua está fuera de servicio. Hay grandes zonas de la ciudad donde la población tiene enormes dificultades para encontrar fuentes de agua potable, sobre todo en las áreas más densamente pobladas y en los barrios más pobres.
La vida sigue, o al menos lo intenta. Hay quienes tratan de regresar a trabajar y comienzan a buscar comida. Por todas partes hay árboles arrancados de raíz; ves vecinos que intentan reparar sus viviendas, ciudadanos que intentan cubrir el hueco donde antes había un techo. Sigue lloviendo intensamente. Estoy seguro de que pasará un tiempo antes de que el agua retroceda.
En estos momentos, es difícil tener una idea precisa de las necesidades médicas. De hecho, resulta complicado siquiera llegar hasta los centros de salud, porque los caminos o los mismos centros están destruidos. Este es nuestro mayor desafío en esta fase. Y también lo es para el Ministerio de Salud que está intentando reestablecer la atención médica lo antes posible.
Riesgo de transmisión de enfermedades
Las enfermedades transmitidas por el agua son, sin lugar a dudas, una de las principales preocupaciones. La población tiene que recurrir a agua de pozos que no está clorada y que es poco probable que sea segura para el consumo. Quienes todavía disponen de dinero pueden comprar agua embotellada, pero esto queda fuera del alcance de todo el mundo.
A esto hay que añadir el riesgo de enfermedades respiratorias. Sigue lloviendo y el agua sigue entrando en los hogares, así que es previsible que la neumonía se convierta en un problema. Como muchos damnificados han buscado refugio en escuelas e iglesias, en condiciones de hacinamiento, las enfermedades respiratorias pueden propagarse fácilmente.
A todo lo anterior, hay que sumar el reto que supone brindar atención médica a heridos, pacientes y personas que enferman o que padecen patologías crónicas dado que, en estos momentos, muchos centros de salud están inoperativos a causa de los daños o han quedado totalmente destruidos.
Pero realmente quiero recalcar lo siguiente: en estos momentos es demasiado pronto dibujar un panorama claro de las necesidades médicas exactas. Vamos a comenzar a responder a las principales necesidades que veamos, pero al mismo tiempo vamos a ir teniendo un mayor conocimiento, día a día, de los lugares en los que nuestro apoyo puede tener mayor impacto, y ampliaremos nuestras actividades en base a ello”.