La brutal crisis en República Centroafricana (RCA) ha pasado en gran parte desapercibida a nivel internacional, excepto, quizás, por la simbólica imagen de un mar de desplazados acurrucados en los fuselajes de aviones abandonados y oxidados. Era el aeropuerto internacional de M’poko, en Bangui, la capital, en el que llegaron a vivir hasta 100.000 personas. Aquellos que no podían refugiarse en los restos de los antiguos aeroplanos se amontonaban en hangares vacíos, o construían un techo con cualquier resto que encontraban.
Sin embargo, tres años después, los vuelos internacionales que aterrizan en Bangui lo hacen junto a una explanada vacía.
La mayoría de las 20.000 personas que todavía vivían en M’poko han regresado al lugar de donde vinieron.
Pero el cierre de este campo no supone el punto y final al conflicto. Estos son los motivos por los que todavía hay que prestar atención:
1. Porque la crisis no ha terminado
El cierre de M’poko es una buena noticia: es un signo de estabilización en República Centroafricana, un país donde incluso los ciudadanos de más edad solo alcanzan a recordar breves períodos de relativa estabilidad. Pero este cierre sigue siendo, en gran parte, simbólico. Las personas desplazadas tienen pocos lugares donde regresar: la seguridad escasea, las infraestructuras son deficientes a inexistentes, las viviendas destruidas siguen mostrando las huellas de los disparos. En este contexto, familias de seis miembros han recibido del Gobierno 150 euros en efectivo para rehacer sus vidas desde cero. En todo el país, uno de cada cuatro habitantes sigue desplazado, dentro o fuera de las fronteras nacionales.
El cierre del campo fue una prioridad durante años. Por ejemplo, en septiembre de 2015 estuvimos a punto de nuestro hospital allí y sus clínicas. Pero apenas unos días antes de la reducción de nuestras actividades, el conflicto rebrotó. Una vez más, miles de personas corrieron a la relativa seguridad del aeropuerto, y el hospital volvió a llenarse de pacientes: el número de consultas aumentó de 250 a 400 al día.
Así, si bien hay alguna razón para ser optimistas, lo que la historia del campo de M’poko nos muestra es que el futuro es incierto en República Centroafricana.
2. Porque no (todo) fue miseria y desolación
El conflicto en RCA, que provocó el surgimiento del campo, alcanzó niveles terribles de violencia, con atrocidades cometidas por ambas partes. Nuestros equipos, que comenzaron a proporcionar apoyo médico en M’poko apenas un día después de que llegaran las primeras familias, fueron testigos de actos horribles.
Las condiciones de vida en el campo eran difíciles para las miles de personas traumatizadas que buscaban refugio en él. Pero como en cualquier otro lugar del mundo, la vida y la muerte conviven día a día. Durante tres años, las familias hicieron todo lo posible para mantener un mínimo de dignidad a pesar de la situación. 5.807 bebés nacieron en nuestro hospital del campo.
Además, la presencia del campamento se tradujo en algunos servicios que atendían incluso a personas que no vivían en él. En el momento del cierre de M’poko, dos de cada tres pacientes de nuestro hospital venían de fuera. Algunos caminaban durante horas para llegar al hospital porque no podían acceder a otros servicios médicos gratuitos y de confianza. Ahora que el hospital ha cerrado tendrán que depender de la frágil oferta de servicios públicos en Bangui. De hecho, RCA no ha resuelto problemas tan profundamente arraigados.
3. Porque era un asunto de interés internacional
El 4 de diciembre de 2013, el Consejo de Seguridad de la ONU y, pocas horas después, Francia por su parte, se comprometieron a actuar para detener los niveles de violencia, ya intolerables, desatados durante la oleada de conflicto que comenzó en 2012. Un día después, en Bangui, donde ya tenían lugar combates, estalló una guerra total y las primeras personas comenzaron a huir a M’poko, en busca de protección de la ONU y de las tropas francesas ubicadas en el aeropuerto. Las tropas internacionales han tenido un papel central en la historia reciente de RCA, para bien y para mal: las acusaciones, todavía sin resolver, de abuso sexual por parte de las tropas francesas y de Naciones Unidas en el país, siguen siendo una mancha inefable en su reputación.
Sin embargo, al margen de la movilización de recursos militares, RCA sigue estando al final de las prioridades internacionales. A pesar de las enormes y apremiantes necesidades de la población, no hay mucho interés en proporcionar servicios básicos en un entorno tan peligroso y tenso. Durante tres años, a excepción de nuestra presencia médica permanente, ha habido pocos servicios en el campo. M’poko era, sobre todo, un lugar precario. M’poko en sí mismo y RCA nunca vieron una movilización de la ayuda internacional similar a la realizada en otros campos de refugiados o desplazados en otras partes del mundo.
4. Porque era, de algún modo, un símbolo que provocó una acción
Precario, sí; olvidado, también. Pero aun así, el campo de M’poko era el punto de entrada para la cobertura informativa de la terrible crisis humanitaria en RCA.
Los desplazados vivían en la pista de aterrizaje del aeropuerto internacional del país. Era, literalmente, lo primero que se veía al llegar a RCA.
Viajar a lo largo y ancho de República Centroafricana siempre ha sido, durante sus mejores momentos, difícil. Las carreteras, escasas y en mal estado, eran extremadamente peligrosas durante la crisis. Así que, para los reporteros y sus lectores de todo el mundo, M’poko se convirtió en el icono más usado para ilustrar una crisis con poca cobertura que bien podía haber sido completamente ignorada sin esta imagen.
Hoy, M’poko ha cerrado. El símbolo de las enormes necesidades de la población centroafricana ha desaparecido, pero no los problemas del país.
Sin este, ¿cómo se puede seguir dando visibilidad a la situación para ayudar a la población en RCA que todavía depende de la ayuda humanitaria para sobrevivir?
M’poko fue un proyecto muy especial para Médicos Sin Fronteras (MSF). Allí, durante 1.000 días nuestros equipos (con personal internacional y nacional, que también sufría lo peor del conflicto en su propio país) proporcionamos 440.000 consultas médicas, 46.000 intervenciones médicas en la sala de urgencias y hospitalizamos a 11.000 personas. La crisis en República Centroafricana aún no ha terminado. Seguimos siendo uno de los principales actores médicos en el país, con 17 proyectos médicos, incluyendo un programa quirúrgico y una maternidad en Bangui. Todo esto hubiera sido imposible sin el aporte individual de millones de personas alrededor del mundo que garantizan la independencia de nuestro trabajo.