Más de 900 personas han sido asesinadas en las últimas semanas sin que las fuerzas de paz de Naciones Unidas intervinieran.
Decenas de casas quemadas; cientos de civiles apuñalados o golpeados hasta la muerte; hombres, mujeres y niños secuestrados. El Ejercito de Resistencia del Señor (LRA, por sus siglas en inglés) continúa la campaña de violencia contra los civiles en Haut Uélé. Dada la intensidad de la violencia dirigida contra los civiles, MSF denuncia la pasividad de la fuerza de paz de Naciones Unidas en la protección de la población.
Más de 50 aldeas y ciudades en el noreste de la República Democrática del Congo han sido atacadas por el LRA desde el pasado 25 de diciembre: Tora, 21 de enero; Taduru, 24; Awo, 28; Manga, 30; y Ngilima, 1 de febrero. La mayoría de los habitantes no tienen más opción que huir al bosque para escapar de las masacres. Nadie les protege. Esperan en vano a una asistencia humanitaria que no llega debido a la inseguridad.
Los pocos testigos presenciales confirman el horror de la masacre. Uno de los supervivientes del ataque que tuvo lugar el día de Navidad en Batandé, cerca de Doruma, describe su sentimiento de impotencia contra los asesinos de sus familiares: Los llevaron rápidamente fuera del campo y los ejecutaron sistemáticamente. No dejaron a nadie: bebés, niños, mujeres embarazadas, ancianos, todos muertos. Más de 60 personas.
La conclusión a la que hemos llegado sobre el terreno es que el LRA continúa con su inexplicable violencia contra civiles, explica Marc Poncin, responsable de las operaciones en Congo. Es probable que se produzcan más masacres. La resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas 1856 del pasado 22 de diciembre marca la protección de los civiles como una prioridad para las fuerzas de paz de la ONU en Congo. La MONUC debe cumplir sus responsabilidades y no puede continuar sin presencia en Haut Uélé donde la población es sistemáticamente atacada.
Los equipos de MSF no comprenden la pasividad de los cascos azules en proteger a la población dada la extrema violencia del LRA. El pasado 1 de noviembre, durante el ataque a Dungu, los cascos azules se mantuvieron encerrados en la base. Además, los contingentes de la MONUC nunca han intervenido en la protección de la población en la ciudad durante un ataque, aunque se han multiplicado. El número de tropas de las Naciones Unidas se han mantenido prácticamente igual desde que se desplegaron en julio 2008, a pesar de el dramático deterioro de la situación.
Sus actividades no incluyen la evacuación de heridos civiles en las zonas donde se han producido los recientes ataques y podrían llegar por helicóptero; áreas que son inaccesibles para las organizaciones de ayuda humanitaria. Un ejemplo es el caso en Duru, el 14 de enero, cuando la MONUC no trasladó a un bebé de un año con heridas de bala al Hospital de Dungu para que recibiera tratamiento, según los que estaban presentes en el helicóptero.
La inseguridad en Haut Uélé provoca que la asistencia humanitaria sea prácticamente imposible fuera de la ciudad de Dungu. El riesgo a un ataque sorpresa es elevado. Sin embargo, los equipos móviles de MSF han volado en varias ocasiones a Faradje, Doruma y Bangadi para proporcionar atención de emergencia a los heridos. En cada ocasión, solo han podido estar sobre el terreno unas pocas horas, el tiempo para tratar a los heridos; si no llegaban tarde.
Mientras el número de muertos en estos ataques ha llegado a los 900, MSF sólo ha podido tratar a 17 supervivientes; todos por heridas de arma blanca. En Faradje, cuando llegamos dos días después del ataque, cuenta Mathieu Bichet, médico del equipo, sólo encontramos a cuatro heridos. Tenían heridas tan graves que les habían dado por muertos. Más de 140 personas fueron asesinadas en ese ataque.
Las operaciones de MSF en Haut Uélé están basadas en Dungu. MSF proporciona atención sanitaria de urgencia y evacua a los heridos más graves al hospital de Dungu. La organización también apoya a los centros de salud de Doruma, Bangadi, Faradje, Ngilima y Li-May. Las clínicas móviles ofrecen atención a la población desplazada en las regiones de Dungu. El equipo de MSF está compuesto por 6 trabajadores internacionales y 25 congoleños.