La situación en Costa de Marfil sigue siendo inestable en la región oeste, tras el conflicto postelectoral que sacudió al país durante varios meses, intensificando las tensiones comunales existentes y las disputas territoriales. Semanas después de que la violencia empezase a disminuir, muchas aldeas todavía están vacías, con sus habitantes escondidos en el monte, desplazados en campos o viviendo como refugiados en Liberia. Sin embargo, la ayuda dispensada a menudo no consigue responder a las necesidades de la población más vulnerable en puntos fronterizos críticos tanto de Costa de Marfil como de Liberia.
Muchos desplazados han sido víctimas de actos brutales de violencia o han visto a otras personas ser acuchilladas, quemadas o asesinadas, explica Xavier Simón, jefe de misión de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Costa de Marfil. Algunos dicen que conocían a sus agresores y que temen que puedan estar todavía merodeando cerca de sus aldeas. La gente nos cuenta que no puede comer ni dormir bien y tiene ansiedad y palpitaciones. Aterrorizados ante la posibilidad de más violencia o de venganzas, muchos deciden seguir escondidos en el monte o refugiarse en países vecinos. Otros simplemente no tienen a donde regresar, puesto que sus hogares fueron reducidos a cenizas y sus cosechas destruidas.
Casi todos los centros de salud siguen sin funcionar en el oeste de Costa de Marfil. Aunque hay agencias de ayuda que están trabajando en la zona, la mayoría todavía limita sus operaciones a las ciudades más grandes o a los campos de desplazados. Por consiguiente, las personas que se esconden en el bosque cerca de la frontera, especialmente las que se encuentran entre Bloléquin y Toulepleu, carecen del acceso adecuado a asistencia vital, incluyendo comida, abrigo o atención sanitaria.
Redoblar esfuerzos a ambos lados de la frontera
Para llegar a los desplazados, MSF envía cada semana clínicas móviles a 25 emplazamientos del oeste y el suroeste de Costa de Marfil, además de gestionar otras 20 clínicas móviles a lo largo de la frontera, dentro de Liberia. En mayo, los equipos móviles de MSF realizaron 5.000 consultas médicas en la parte oeste de la frontera marfileña: hasta una quinta parte de las mismas correspondieron a personas que seguían escondidas en el monte. La organización médico-humanitaria está ahora ampliando sus clínicas móviles a zonas aledañas a Toulepleu y el sur de Bloléquin para mejorar el acceso de los desplazados a la atención sanitaria. No obstante, sólo los que se esconden en los alrededores y no en las profundidades de la selva podrán acceder a los servicios de MSF.
Se estima que más de 10.000 marfileños han cruzado la frontera para buscar refugio en la vecina Liberia, a donde siguen llegando pequeños grupos cada semana. Los equipos de MSF atienden a los refugiados recién llegados, que presentan un estado de salud muy deficiente tras haber pasado muchas semanas escondidos en la jungla de Costa de Marfil. La gran mayoría se encuentran diseminados por aldeas de Liberia cercanas a la frontera, una zona afectada por una inseguridad alimentaria crónica. Sin embargo, recientes visitas de MSF a algunas aldeas del condado de Nimba, que no han sido oficialmente designadas como puntos de reasentamiento, revelan que muchos refugiados y poblaciones anfitrionas todavía no han recibido alimentos o artículos de primera necesidad, como utensilios de cocina o materiales de abrigo y cobijo. Las intensas lluvias, los caminos impracticables y los puentes rotos son otros obstáculos que impiden la provisión adecuada de ayuda a esta población tan dispersa.
La amenaza de la desnutrición y la malaria
La gente desplazada por la violencia tiene que hacer frente a una falta inaceptable de opciones, observa Simón. Ahora que se acerca la época de escasez de alimentos entre cosechas, conocida como hunger gap en inglés, los refugiados en Liberia corren el riesgo de quedarse sin asistencia vital a menos que se trasladen a puntos concretos designados por las autoridades. En Costa de Marfil, muchas personas que se esconden por miedo en el monte, a menudo se encuentran en la disyuntiva de tener que ir a aldeas donde ya no se sienten seguras, en busca de alimentos o de medicamentos. Es de vital importancia que la ayuda de emergencia se acerque a los lugares donde estas personas se sienten a salvo.
La estación de lluvias ha provocado un brote generalizado de malaria en Costa de Marfil y en Liberia. Los desplazamientos complican todavía más el aporte de atención sanitaria. En las zonas fronterizas de ambos países, más de un tercio de todas las consultas se deben a la malaria, incluida la forma severa causante de anemia. Una de cada 10 consultas con refugiados en el condado liberiano de Nimba se debe a dolores corporales generalizados, indicadores de las duras condiciones de vida y de las consecuencias físicas del trauma psicológico.
MSF también presta asistencia médica de emergencia en otras partes de Costa de Marfil, como la capital económica del país, Abiyán. Allí los equipos de la organización asisten a un gran número de personas con problemas obstétricos, médicos y quirúrgicos urgentes, dispensando también asistencia sanitaria general. Desde el inicio de la respuesta de emergencia de MSF en Costa de Marfil, los equipos han aportado atención médica a 95.000 personas dentro del país y a 27.000 refugiados marfileños en Liberia.