Cuatro años de conflicto
Las conversaciones de paz que se están llevando a cabo en Libia, centran de nuevo la atención internacional en Darfur. Un conflicto que ya dura cuatro años. Los enfrentamientos tal vez son menos intensos que en 2003-2004, pero el conflicto cada vez es más complejo. Los grupos armados se han escindido en facciones que luchan por diferentes intereses. Las alianzas cambian de repente. Las ciudades y los campos de desplazados pueden ser atacados sin previo aviso. El impacto en la población civil es devastador. La gente vive al filo de la navaja, muchos de ellos preparados para huir en cualquier momento. Los que han encontrado refugio en los campos o asentamientos cerca de las ciudades luchan por sobrevivir. La distribución de alimentos es limitada, los servicios sanitarios escasean y, de hecho, en muchos lugares la ayuda humanitaria ha disminuido en los últimos dos años.
Desplazamiento continuado
El conflicto de Darfur es cada vez es más complejo, con más y más grupos armados luchando por diferentes intereses, y no hay signos de que la violencia vaya a disminuir. La región está llena de campos de desplazados internos, donde viven cientos de miles de personas. MSF trabaja en 11 de estos campos proporcionando ayuda médica a aproximadamente 300.000 personas así como a miles de otros desplazados que han formado asentamientos cerca de ciudades como Kebkabiya o Serif Umra.
Prácticamente cada día se producen nuevos desplazamientos de población. En muchos lugares donde MSF trabaja, la llegada de nuevos desplazados está añadiendo más presión a la ya frágil situación.
La ayuda que se puso en marcha en Zalingei (Darfur Oeste) en 2005 continúa siendo la misma, explica la coordinadora médica de MSF, Matilde Berthelot, pero la situación ha cambiado drásticamente. Ahora, hay más de 100.000 personas aquí y cientos de nuevos desplazados han estado llegando cada mes en los últimos dos años. Por ejemplo, varias familias nómadas vinieron y se asentaron en un nuevo campo y ahora son más de 15.000 personas. Algunos de los recién llegados tienen problemas para registrarse para las distribuciones de comida, así que las familias que llevan más tiempo tienen que compartir sus raciones con los recién llegados. Las organizaciones de ayuda necesitan adaptarse a los cambios que están sucediendo en Darfur.
En varias zonas de Darfur están apareciendo signos preocupantes de desnutrición. La ayuda nutricional que se distribuye no es suficiente. Entre julio y septiembre de 2007, el número de niños con desnutrición severa admitidos en el hospital de Zalingei y en el centro de salud de Niertiti fue tres veces mayor que en el mismo periodo de 2006. Es la primera vez en tres años que los equipos de MSF son testigos de un aumento de la desnutrición en estas zonas. MSF ha respondido, admitiendo a más niños en su programa hospitalario y abriendo programas ambulatorios. Cientos de niños reciben tratamiento cada semana.
Retos y frustraciones
Trabajar en Darfur conlleva una multitud de retos y frustraciones. Si el personal de MSF responde a necesidades enormes, también debe hacer frente a limitaciones enormes a la hora de desarrollar su trabajo. En muchas ciudades la población está completamente aislada, sin asistencia. Éste es el caso de Kaguro, una ciudad en el Jebel Si, en las faldas del Jebel Mara, que está controlada por grupos rebeles. Las carreteras son muy peligrosas, así que solo hay acceso a Kaguro, como a otros muchas zonas de Darfur, por helicóptero. MSF es la única organización médica que está trabajando en Kaguro. La clínica ha aumentado su capacidad, haciendo una media de 3.500 consultas cada mes. A veces, los pacientes caminan durante cinco o seis horas para llegar hasta la clínica, lo que a menudo supone un gran riesgo. En los próximos meses, MSF espera abrir más puestos de salud en el área de Kaguro para que la población no tenga que hacer estos largos y peligrosos trayectos.
Varias ciudades donde MSF está trabajando son como enclaves, de donde la población civil no puede salir. Los pacientes, especialmente los hombres, temen por su vida cuando cruzan la línea de frente desde el área rebelde hasta un territorio controlado por el Gobierno y viceversa. En ciudades como Kaguro y Kutrum es difícil referir a los pacientes que necesitan cirugía como por ejemplo las personas heridas en los enfrentamientos o mujeres que necesitan someterse a una cesárea a los hospitales de Kebkabiya o Niertiti. MSF no puede llevarlos por coche porque las carreteras no son seguras. A veces, el personal de MSF no tiene las instalaciones ni el equipamiento para tratar algunas enfermedades y no tiene más opción que sugerir a los pacientes que hagan el viaje hasta un hospital gubernamental.
Sin capacidad para proporcionar asistencia continuada
En algunas partes de Darfur, la ayuda humanitaria ha disminuido en los últimos dos años, o bien porque es demasiado peligroso para las organizaciones humanitarias empezar a trabajar o porque se han visto forzadas a evacuar por razones de seguridad. El último caso es el de Tawila, una ciudad remota en Darfur Norte, donde MSF ha empezado recientemente a trabajar en tres campos, Dali, Argo y Ruanda. Estos campos, donde viven aproximadamente 35.000 desplazados, están a las afueras de Tawila, cerca de la base de la Unión Africana donde la población se sentía un poco más segura. En el pasado, varias organizaciones trabajaron en Tawila, pero en abril de este año tuvieron que evacuar por razones de seguridad. 35.000 personas se quedaron sin asistencia médica. MSF empezó a trabajar con clínica móviles en los campos, pero el equipo tuvo que evacuar debido a incidentes de seguridad seis semanas después y sólo ha podido regresar a mediados de octubre.
Y Tawila no es una excepción. Regularmente, la inseguridad obliga a MSF a evacuar su personal internacional, dejando a la población con poca o ninguna asistencia. La única manera que tiene MSF de seguir proporcionando asistencia médica es a través de la dedicación y el trabajo del personal sudanés de la organización. Cuando grupos armados atacaron la ciudad de Muhajariya, en Darfur Sur, el 8 y 9 de octubre, MSF no tuvo más remedio que evacuar a 16 miembros de su personal. Mientras los trabajadores sudaneses de MSF continuaron tratando a una media de 100 pacientes al día, más de 35.000 personas que viven en Muhajariya y sus alrededores fueron directamente afectadas por estos ataques y necesitaban urgentemente asistencia humanitaria. Un equipo mínimo de MSF con material médico adicional regresó a la ciudad dos semanas después para apoyar a la principal clínica y continuar trabajando con clínicas móviles para atender a miles de desplazados en el norte de la ciudad.
En la mañana del 18 de octubre las continúas tensiones entre diferentes facciones en el campo de Kalma, uno de los mayores campos de desplazados de Darfur, desembocaron en violentos enfrentamientos entre grupos armados no identificados. Miles de personas huyeron al monte o a otros campos y pueblos de la zona. MSF, que ha trabajado en Kalma desde 2004, tuvo que abandonar el campo para no quedar atrapada en el fuego cruzado. Tres días después el equipo de MSF pudo restablecer las actividades y ahora está llevando a cabo unas 250 consultas por día, la mitad en la clínica del campo y la mitad a través de un equipo móvil que trata de llegar hasta la población que huyó del campo. Un elevado número de personas parece que abandonaron tres de los ocho sectores del campo, y se movieron hacia otros sectores o huyeron del campo.
Necesidad de adaptarse
Trabajar en Darfur es un desafío constante. Las organizaciones de ayuda deben ser flexibles y estar preparadas para adaptarse a un contexto tan complejo, inestable y cambiante. Pero las frustraciones y restricciones a las que se enfrentan los equipos de MSF no son nada comparadas con las que deben aguantar los pacientes diariamente. Después de cuatro años, a pesar de la importante atención de la comunidad internacional, la situación sobre el terreno en Darfur sólo parece haber empeorado.