En República Democrática del Congo, varias décadas de conflicto han producido que más de cinco millones de personas se hayan desplazado internamente. La mayor parte de esta población son mujeres, quienes deben enfrentar muchos problemas en relación con la higiene menstrual, al no contar con agua ni facilidades sanitarias
Por ello, comenzamos un proyecto piloto en Kivu del Sur para conocer cómo las mujeres gestionan su higiene menstrual en estos contextos y poder encontrar una forma de asistirlas.
Un equipo de mujeres de MSF comenzó a organizar grupos de debates en cinco ciudades: Citazungulwa, Chitebeka, Ramba, Makutano y Musenge. Trataron de conocer más acerca de las percepciones, creencias y actitudes respecto a la menstruación y cuáles eran los desafíos a los que las mujeres se enfrentaban con el fin de darles a conocer la ropa interior menstrual que estaban desarrollando.
En esos encuentros, muchas mujeres comentaron compartieron relatos de vergüenza y estigma respecto a la menstruación y contaron que no se sienten cómodas lavando su ropa porque los otros miembros de su familia usan esos mismos lavaderos.
Además, durante sus periodos, las mujeres sufren dolor abdominal, dolor de cabeza, dolor de espalda, pérdida de apetito, naúseas y tienen que lidiar con un sangrado abundante; lo que dificulta sus trabajos cotidianos. Tratan de llevar ropa negra u oscura para evitar que se llegan a ver algunas manchas.
Por ello, tuvimos una respuesta entusiasta cuando les presentamos nuestra ropa interior menstrual, que es más absorbente y cómoda que los calzones regulares. Están elaboradas con un material que no se mancha, como otras telas, y las mujeres pueden colgarla para que se seque sin que otras personas sepan que se trata de ropa interior menstrual. Esto permite, además, que el secado al sol elimine todo tipo de bacterias y evite complicaciones de salud, algo que sucede a causa de las otras prendas interiores que las mujeres deben usar.
Hasta el momento, 150 mujeres aceptaron testear nuestra ropa interior durante seis meses, tras los cuales nos brindarán sus opiniones. Aguardamos con entusiasmo estos resultados.
El proyecto en primera persona
El Dr. Alain Kikwaya-Vangi, coordinador médico adjunto de MSF en República Democrática del Congo, nos comparte su testimonio al participar de este proyecto:
«‘Estoy sorprendida’, dijo la mujer. ‘Sorprendida de que MSF quiera ayudar en algo como esto. Es tan personal’.
La mujer estaba hablando en un grupo de debate para un nuevo proyecto que nuestro equipo ha estado probando en Kivu del Sur, en la República Democrática del Congo.
El objetivo del proyecto es evaluar la posibilidad de distribuir ropa interior menstrual a las mujeres desplazadas de la región. La ropa interior menstrual se fabrica con telas especiales para que sea absorbente, lavable y reutilizable.
La idea fue de una colega que encontró que era la mejor opción para ella en los difíciles contextos en los que opera Médicos Sin Fronteras (MSF). Si para ella fue útil la ropa interior menstrual, ¿podría ser útil para las mujeres que viven todo el tiempo en esos contextos?
Kivu del Sur fue testigo de ciclos repetidos de violencia armada entre comunidades, que obligaron a miles de personas a huir para salvar sus vidas. Con frecuencia, en su búsqueda de seguridad, las personas en esta zona remota no tienen acceso a elementos esenciales como agua, comida o atención médica.
En diciembre, conocí a una mujer que nos contó que se había despertado a mitad de la noche y su casa estaba en llamas: su pueblo estaba bajo ataque. Logró salir, pero no tuvo tiempo de llevarse nada. Cuando la conocimos, vivía en una escuela de 10 metros cuadrados con otras cuarenta personas, y no tenía ropa de cama, ropa para cambiarse, nada.
En los grupos que hemos organizado con mujeres que atravesaron esta terrible experiencia, nos contaron que, después de una crisis, dependen totalmente de los materiales que puedan encontrar a su alrededor para ayudarlas a gestionar la menstruación. Con frecuencia, esos materiales no son seguros ni higiénicos, y esto puede afectar tanto la salud física de las mujeres como su bienestar mental. Sin embargo, la higiene menstrual no siempre se tiene en cuenta en una respuesta de emergencia.
Las mujeres que participaron en los grupos compartieron su punto de vista con nosotros y nos ayudaron a entender las necesidades y las percepciones culturales sobre este tema sensible, lo que nos ayudó a sentirnos con confianza para avanzar a la siguiente fase del piloto. Después de varias demoras debido a la violencia y a la inseguridad en la zona, actualmente estamos distribuyendo ropa interior menstrual a 150 mujeres que aceptaron probarla y compartir su opinión.
Independientemente de las conclusiones finales de la prueba, espero que este proyecto haya demostrado la importancia fundamental de la gestión menstrual como componente de toda respuesta de emergencia, especialmente en casos con personas desplazadas. Haber consultado a la comunidad desde el principio nos dio la oportunidad de aprender, de acercarnos a sus miembros y de optimizar nuestro enfoque, y volveremos a hacerlo en futuras iniciativas.
Por ahora, nuestro equipo está centrado en la distribución y ansioso por escuchar lo que las mujeres tengan para decir. ¡Ya nos han dado ideas para la próxima fase del proyecto!».