Una entrada estrecha y oscura conduce a docenas de apartamentos destartalados en Mbare, en el sur de Harare. Antenas parabólicas y tendederos abarrotan las fachadas de edificios decrépitos; pequeños grupos de niños y niñas juegan en el patio, entre los charcos de agua de lluvia. Frente a los edificios, cubos de basura llenos arrojan su contenido: basura doméstica y plástico.
Hoy, más de 20.000 personas ocupan estos apartamentos y hay hasta cuatro familias hacinadas en una habitación. El suministro de agua potable no segura, las tuberías obstruidas y las fugas de agua, así como la falta de un servicio de recolección de basura, hacen que los suburbios superpoblados de Harare sean propensos a frecuentes brotes de enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera y la fiebre tifoidea.
«Somos conscientes de que las aguas residuales y los desechos suponen un riesgo para nuestra salud», dice Jane Masanga, residente de uno de los edificios al lado de la pila de desechos y madre de tres niños. «Pero actualmente dependemos de un solo pozo con una bomba manual, justo al lado de la carretera. No tenemos forma de recolectar o reciclar nuestros desechos», agrega.
© MSF/Samuel Sieber
Una nueva técnica de perforación
Cerca de la antigua bomba manual próxima a la entrada principal, excavamos un nuevo pozo con la ayuda de una empresa de perforación local. Las tuberías se conectaron al punto de agua y se colocaron grifos.
«Excavamos 80 metros de profundidad y realizamos un sellado sanitario que hemos perfeccionado en los últimos años, para evitar cualquier contaminación por desechos, tuberías de alcantarillado o aguas subterráneas poco profundas«, explica Danish Malik, nuestro coordinador en el centro regional de salud ambiental en Harare.
Resultados significativos
Desde 2016, se han rehabilitado 50 puntos de agua y se han excavado 12 nuevos pozos con estas herramientas.
Siempre que sea posible, se alquila un vehículo especialmente equipado para restaurar los pozos existentes, a menudo una solución más económica que cavar nuevos pozos. Para pozos nuevos como Mbare, utilizamos tecnología de seguimiento electromagnético, que permite determinar la mejor ubicación.
Participación de la comunidad
La verdadera fuerza de este conjunto de herramientas son las comunidades suburbanas de Harare. Después de la perforación o la rehabilitación, nuestro equipo capacita a un pequeño grupo de facilitadores locales para establecer y administrar un centro de salud comunitario. Estos centros de salud pueden administrar y mantener el punto de agua de forma independiente, garantizar su calidad y transmitir mensajes vitales a su comunidad sobre salud e higiene.
“Por un dólar estadounidense al mes, proporcionamos agua limpia todos los días a más de 250 familias de nuestro vecindario. Esta contribución también nos permite comprar el cloro que necesitamos para mantener la bomba e invertir en hacer que nuestro punto de agua sea accesible y seguro para todos”, explica Nyarai Dzingai, miembro del centro de salud comunitario en Kuwadzana, en los suburbios occidentales de las afueras de Harare.
Aquí, cavamos y restauramos varios pozos en 2017 en respuesta a un brote de fiebre tifoidea, con una concentración de casos notificados alrededor de viejos pozos poco profundos y pozos excavados a mano.
Los centros también ayudan a transmitir importantes mensajes de salud sobre dolencias menores. “A veces también asumimos el papel de enfermeros/as y explicamos a las madres cómo preparar soluciones de sal o azúcar para un niño o un marido que sufre de diarrea”, añade Nyarai.
El enfoque participativo es la principal palanca para el éxito a largo plazo de estos centros de salud comunitarios.
“Formamos y animamos a los centros a ser autosuficientes desde el principio, para que puedan continuar su trabajo con o sin MSF”, dijo Kudakwashe Sigobodhla, nuestro responsable de promoción de la salud.
Harare tiene actualmente más de 70 centros de salud activos, muchos de los cuales han logrado invertir en cercas adicionales.
Vigilancia sanitaria y vacunación
Nyarai y sus colegas del centro de salud de Kuwadzana recibieron una capacitación adicional en vigilancia comunitaria. “Estamos fortaleciendo la capacidad de los centros de salud para alertar en caso de enfermedades diarreicas graves”, dice Reinaldo Ortuño Gutiérrez, nuestro coordinador médico en Zimbabue. Al mismo tiempo, apoyamos un estudio para evaluar la efectividad de una nueva vacuna contra la fiebre tifoidea, otra herramienta para luchar contra las epidemias de esta enfermedad infecciosa transmitida por el agua”.
La combinación de componentes técnicos, médicos y de empoderamiento comunitario en un kit escalable también permite mejorar las intervenciones de salud ambiental más allá de las fronteras de Zimbabue. Durante 2019, nuestro equipo regional de salud ambiental y organizaciones asociadas locales instalaron 19 puntos de agua con la participación de centros de salud en Malaui y otros seis en Mozambique.
Trabajamos en una nueva forma de gestionar los residuos sólidos junto con las empresas locales, comprando materiales reciclables de las comunidades en varios puntos de recogida en Mbare. En Stoneridge, un asentamiento informal en las afueras de Harare, Jojatis, una empresa local, acaba de equipar diez hogares con un sistema descentralizado para la purificación y el reciclaje de aguas residuales domésticas utilizando lombrices, como parte de un proyecto piloto.
“Estamos probando estas innovaciones relacionadas con la gestión de residuos con la participación de socios de investigación locales como la Universidad de Zimbabue. Una vez completados, los incluiremos en nuestro conjunto de herramientas de salud ambiental y continuaremos implementándolos región por región”, concluye Danish Malik.