El discurso llama a Naciones Unidas y a los Estados a incrementar urgentemente el volumen de asistencia humanitaria para la población siria, y a asumir sus responsabilidades con los millones de víctimas del conflicto.
«Seis meses después de la primera conferencia internacional de donantes para Siria, la ayuda humanitaria está fracasando. La seguridad y las condiciones de vida se han deteriorado dramáticamente. La población que vive en las áreas bajo control de los grupos de la oposición apenas tiene acceso a la ayuda internacional oficial. En todo el país hay enclaves asediados por los combates donde la ayuda prácticamente no está llegando a la población atrapada.
La atención internacional ha estado centrada en las armas químicas, pero nuestros equipos sobre el terreno son testigos de que son sobre todos los bombardeos, el consiguiente desplazamiento de millones de personas, los ataques contra el sistema de salud y el colapso de este lo que está causando el mayor número de muertes.
Podemos dar fe de las acuciantes necesidades de la población en el norte de Siria, donde MSF gestiona cinco hospitales en áreas controladas por la oposición. Este año, además de efectuar miles de intervenciones quirúrgicas, hemos vacunado a cerca de 70.000 niños contra el sarampión y hemos ayudado a dar a luz a casi mil mujeres que habían perdido el acceso a la atención médica. Estamos proporcionando tratamiento para la leishmaniasis cutánea y la fiebre tifoidea, así como para otras enfermedades transmisibles y patologías crónicas como la hipertensión y la diabetes.
Sin embargo, dada la magnitud de las necesidades, la acción de MSF es muy limitada. La mayor parte de la ayuda está llegando al país a través de redes de solidaridad sirias que luchan por hacer frente a ingentes necesidades médicas. Su asistencia médica se centra, principalmente, en facilitar tratamiento a los heridos de guerra.
¿Pero qué pasa con las embarazadas? ¿Qué hay de los enfermos? Las redes médicas sirias requieren mayor apoyo.
El imperativo médico es cubrir las necesidades médicas, dondequiera que estén.
Somos médicos y enfermeros que se esfuerzan por cumplir con ese mandato de forma imparcial. Pero en las actuales circunstancias, no podemos trabajar a nuestra máxima capacidad.
La asistencia médica está siendo un objetivo en esta guerra. La población siria se está jugando la vida para buscar y obtener atención médica.
Negociamos el acceso con todas las partes en conflicto, pero todavía no hemos recibido autorización oficial para trabajar en Siria.
Las restricciones al despliegue de ayuda en el país van en aumento. El personal humanitario que cruza los frentes de batalla se arriesga a recibir un disparo o a ser secuestrado.
Si la ayuda que procede de los países vecinos se detiene, el cordón umbilical de Siria se romperá. Millones de sirios se quedarán sin servicios médicos. Los países vecinos deben continuar permitiendo la entrada de medicamentos esenciales, suministros médicos y personal sanitario en Siria. Las fronteras deben permanecer abiertas para permitir a los refugiados escapar. En Irak, el último paso abierto que quedaba, en Rabia, se ha cerrado. Miles de personas han quedado atrapadas en Siria, a lo largo de una frontera de más de 800 kilómetros.
En los países fronterizos con Siria, los equipos de MSF están viendo hospitales saturados y un precario acceso a la salud para los refugiados y para un volumen cada vez mayor de población local. La ayuda oficial está disminuyendo en Líbano, por ejemplo, pero decenas de miles de refugiados todavía no han sido registrados por la ONU. Sin documentos de registro, estos sirios no pueden acceder a la ayuda, que incluye servicios sanitarios.
Un esfuerzo internacional inmediato es vital para apoyar los servicios de salud pública en los países vecinos y para que así mejoren las condiciones de vida de los refugiados.
Todos los actores que están hoy aquí representados tienen la llave para aumentar una asistencia que salvará muchas vidas en Siria, allá donde haya necesidades, y para mejorar las condiciones de vida de los que huyen a países vecinos. Pero la realidad es que el sistema oficial de ayuda internacional no funciona.
Debemos y podemos encontrar otras soluciones.
Los donantes deben aumentar los fondos distribuidos a través de canales de ayuda que pueden proporcionar una asistencia humanitaria efectiva, incluso si estos canales no forman parte del sistema oficial de ayuda.
Los países vecinos deben aligerar los trámites burocráticos para facilitar el despliegue de ayuda humanitaria urgente.
Por último, reiteramos a las partes en conflicto que deben evitar los ataques contra estructuras sanitarias y respetar la seguridad de los convoyes humanitarios. La ayuda humanitaria debe llegar a todas las víctimas del conflicto, ya sea cruzando los frentes de batalla o cruzando las fronteras.»
Mego Terzian
Médicos Sin Fronteras