A finales de marzo se cumplirá un año de la epidemia de Ébola en África occidental. En estos más de 11 meses, el virus ha infectado a casi 24.000 personas y causado más de 9.700 muertes en toda la región. El número de nuevos casos sigue siendo preocupante en Guinea y Sierra Leona. Durante la última semana, se registraron 132 nuevos casos confirmados en estos dos países, lo que supone un incremento respecto a la semana anterior del 46% y el 28%, respectivamente. Liberia, por su parte, no registró ningún caso confirmado en los últimos siete días.
Ante esta situación, Médicos Sin Fronteras (MSF) solicita a todos los actores involucrados en la lucha contra el Ébola no bajar la guardia. La ONG médico-humanitaria insta a aprovechar la oportunidad que representa el descenso de casos para identificar las cadenas de contagio y hacer frente a los nuevos brotes con mayor anticipación.
“Todo lo que hace falta para reactivar la epidemia es un único caso. Cualquier complacencia ahora podría poner en peligro los avances logrados. Todavía hoy, nos encontramos con casos en Guinea y Sierra Leona que surgen de cadenas de transmisión desconocidas”, ha asegurado Joan Tubau, director general de MSF.
Hasta llegar a reducir los casos a cero queda mucho camino por recorrer, especialmente en materia de seguimiento e identificación de enfermos. En la última semana se han identificado 17 muertes confirmadas por Ébola en Guinea que habrían tenido lugar en la comunidad; en Sierra Leona el 16% de los fallecimientos a causa del virus habrían sucedido en el hogar. Estos datos indican que muchos enfermos siguen sin tener la capacidad para buscar tratamiento o son reacios a ello. Estas personas tendrían que haber sido identificadas como contactos relacionados con las cadenas de transmisión conocidas y, así, haber sido diagnosticadas, aisladas y tratadas tras la aparición inicial de los síntomas.
“Una de las claves está en localizar los casos rápidamente y realizar un seguimiento médico a quienes han estado en estrecho contacto con pacientes infectados antes de que también enfermen y puedan transmitir el virus. En algunas aldeas, la reticencia de la comunidad sigue siendo fuerte y aún se celebran funerales en secreto. En la última semana se tiene conocimiento al menos de 32 funerales inseguros en Guinea y Sierra Leona”, afirma Teresa Sancristóval, responsable de la Unidad de Emergencias de MSF.
La naturaleza imprevisible de la epidemia hace que los equipos de MSF mantengan un enfoque flexible para responder allí donde las necesidades son mayores. “Las actividades deben adaptarse y acercarse a las comunidades afectadas. Para ello son esenciales equipos móviles de respuesta rápida que permitan cortar las cadenas de contagio”, explica Teresa Sancristóval.
Además de continuar con los esfuerzos contra la epidemia, resulta esencial relanzar y fortalecer unos sistemas de salud paralizados por la crisis. El acceso a la asistencia sanitaria para los pacientes no relacionados con el Ébola es a todas luces insuficiente. Los sistemas públicos de salud, extremadamente débiles antes de la epidemia, han quedado seriamente dañados por ésta. El personal sanitario ha sufrido especialmente en unos países con graves carencias de personal cualificado. Según la OMS, 839 trabajadores sanitarios se han contagiado por el virus y casi 500 han fallecido.
“Recuperar la confianza pública en el sistema de salud es esencial. Ha sido la propia debilidad de estos sistemas la que permitió que la epidemia se extendiera como lo hizo. La restauración de estos sistemas no será suficiente. Si queremos evitar futuros brotes hay que mejorarlos. Esto llevará mucho tiempo, pero es fundamental para que la población no sufra las consecuencias de una era post-Ébola mal gestionada”, concluye Sancristóval.