Más de dos años y medio después de que se declarara oficialmente la epidemia de Ébola, cerramos en África Occidental nuestros últimos proyectos dedicados a atender a los sobrevivientes de la enfermedad.
La epidemia de Ébola que arrasó África occidental infectó a nada menos que 28.700 personas y mató a más de 11.300 hombres, mujeres y niños. La enfermedad también destruyó a familias y devastó a decenas de comunidades. El Ébola provocó el cierre de escuelas, paralizó la economía y colapsó los sistemas de salud, provocando una aún mayor pérdida de vidas. Por si esto fuera poco, el impactante coste humano de la epidemia se vio agravado por una dolorosamente lenta respuesta internacional.
Un infierno que no olvidarán
«Para nuestros pacientes fue un infierno. El sufrimiento causado por la epidemia de Ébola fue inconmensurable”, recuerda Brice de la Vingne, director de operaciones de Médicos Sin Fronteras (MSF). “Dejó una marca indeleble para todos los que estuvimos trabajando en África occidental. Para nuestro personal regional, el impacto fue aún mayor, ellos vivieron la amenaza diaria de la enfermedad, mientras que en el trabajo se enfrentaban cara a cara con la devastadora realidad del Ébola. Pero para quienes fueron infectados por la enfermedad y para sus familiares, fue un infierno”.
Aquellos que lograron sobrevivir al Ébola se encontraron con que la batalla no había terminado. Muchos se enfrentaron a problemas médicos y psicológicos significativos. Sin embargo, como nunca habían visto una epidemia de esta magnitud, se sabía muy poco sobre lo que podrían necesitar estas personas para poder rehacer sus vidas. “Mientras que la epidemia menguaba, era evidente que los sobrevivientes de Ébola y sus familias necesitaban un gran apoyo,” comenta Petra Becker, nuestra coordinadora general en Liberia.
Trastornos físicos y mentales
“La mayoría de los sobrevivientes experimentaban trastornos físicos como dolor de articulaciones y problemas neurológicos u oftalmológicos. Al mismo tiempo, muchos sobrevivientes -al igual que sus amigos, familiares y cuidadores-, experimentaron problemas graves de salud mental como estrés postraumático y depresión después de haber enfrentado tan de cerca a la muerte .”Desde MSF instalamos clínicas especializadas para atender a los supervivientes en los tres países afectados. Las primeras abrieron en Monrovia, en Liberia, en enero de 2015 y proporcionaron más de 1.500 consultas médicas antes de su cierre en agosto de 2016.
Una segunda clínica en Conakry, Guinea, atendió a 330 supervivientes y a más de 350 de sus familiares en los distritos de Coyah y Forécariah de la ciudad.Una clínica similar en Freetown, Sierra Leona, proporcionó atención médica y de salud mental para más de 400 supervivientes y sus familias, realizando más de 450 sesiones individuales y grupales para proporcionar apoyo psicológico.“Con el tiempo, y después del tratamiento, la gravedad de los trastornos físicos y psicológicos de las personas ha disminuido gradualmente”, explica Jacob Maikere, nuestro coordinador general en Sierra Leona. “Aun así, muchos supervivientes afirman que siguen sintiéndose profundamente perturbadospor el olor a cloro, ya que los lleva inmediatamente de regreso al horror de los centros de tratamiento de Ébola”.
Contra la discriminación y el estigma
Los supervivientes de Ébola y sus familias también se enfrentaron al estigma cuando regresaron a sus comunidades. MSF, en conjunto con otras organizaciones y de la mano de iniciativas nacionales, enviamos equipos a las comunidades afectadas para propagar mensajes de salud y ayudar a reducir el estigma y la discriminación. En Guinea, por ejemplo, llegamos a 18.300 personas a través de sesiones grupales e individuales.“El estigma sigue siendo un problema enorme para quienes sobrevivieron al Ébola y para sus familias, a pesar de las campañas de concienciación e información llevadas a cabo durante y después de la epidemia”, subraya Maikere.“La discriminación adquiere muchas formas, ya sea que las personas pierdan sus trabajos o a sus parejas, que sean rechazados por sus familiares o su comunidad; todo esto puede tener un gran impacto y desestabilizar sus vidas”.
Los trabajadores sanitarios, una víctima más
Los trabajadores sanitarios en los tres países más afectados pagaron un alto precio por responder a la enfermedad ya que muchos de ellos perdieron sus vidas. Quienes sobrevivieron atestiguaron numerosas muertes y tuvieron que vivir con el miedo de que ellos pudieran infectarse en sus propias comunidades mientras se propagaba el Ébola.
“Los trabajadores sanitarios en Sierra Leona, Guinea y Liberia salvaron a muchos de sus conciudadanos del Ébola”, afirma Ibrahim Diallo, nuestro coordinador general en Guinea.
“Pero el virus creó tal miedo dentro del país, que muchos de ellos eran vistos con suspicacia o incluso sufrieron discriminación debido al contacto que tuvieron con quienes estaban enfermos”.
Por una atención continuada
A finales de septiembre, finalizamos nuestros proyectos médicos y de salud mental para los supervivientes en Guinea y Sierra Leona. En Liberia, las actividades posteriores a la epidemia de Ébola terminarán antes de que finalice el 2016. La mayoría de las condiciones médicas que afectan a los supervivientes, como problemas en los ojos y en las articulaciones, ya han sido atendidas. No obstante, hemos realizado los preparativos para que quienes actualmente están bajo apoyo psicológico sigan recibiendo atención dentro del sistema de salud de su país o por parte de otras organizaciones. Así, seguiremos con nuestros esfuerzos por proporcionar servicios enfocados en las necesidades desatendidas de las personas vulnerables a lo largo de estos tres países afectados.
Prevenir, controlar y responder
“Cualquier fortalecimiento de los servicios de salud en los tres países afectados debe incluir mejoras en las medidas de control de infecciones/control epidemiológico, la implementación de sistemas de vigilancia para asegurar un monitoreo temprano de casos potenciales, y planes de contingencia básicos que permitan una respuesta rápida ante cualquier brote de Ébola o de otras enfermedades”, comenta Mit Philips, asesor de políticas de salud de MSF.
“Los países también necesitan planes para poner al día los servicios que colapsaron durante la epidemia, como el tratamiento de VIH y tuberculosis, al igual que servicios preventivos para los cuales la cobertura aún sigue siendo baja”. En Monrovia, abrimos un hospital pediátrico, el Hospital Bardnesville Junction. Entre enero y agosto de 2016, el centro proporcionó más de 3.280 consultas de emergencia y admitió a más de 880 niños como pacientes internos, principalmente debido a casos de malaria. La unidad de cuidados prenatales del hospital ha atendido a más de 512 recién nacidos.También seguimos proporcionando atención a pacientes con VIH en Conakry, la capital de Guinea; y atención materna en los distritos Tonkolili y Koinadugu, en Sierra Leona. Asimismo, hemos donado suministros de emergencia en la región para asegurarnos de que los equipos médicos puedan responder rápidamente a cualquier futuro brote de Ébola o a otras amenazas epidemiológicas.