Devastadoras enfermedades tropicales como el kala azar o la enfermedad del sueño se han visto relegadas al olvido durante décadas. La conferencia Uniting To Combat Tropical Diseases (Unidos en la Lucha contra Enfermedades Tropicales), celebrada esta semana en Londres y auspiciada por la Fundación Bill y Melinda Gates, reunió a 13 compañías farmacéuticas, el Banco Mundial, instituciones internacionales de salud y países donantes como Estados Unidos o Reino Unido, en un esfuerzo por combatir unas enfermedades que afectan a 1.400 millones de personas en el mundo.
La conferencia concluyó con una nueva alianza público-privada cuyo objetivo, en colaboración con los países endémicos, es controlar o eliminar 10 enfermedades tropicales para finales de esta década. Entre las metas concretas, figuran la de mantener o ampliar los actuales programas de donación de fármacos, compartir conocimientos en materia de investigación y desarrollo (I+D) de nuevos medicamentos, y reforzar la financiación.
Sin embargo, la organización médico-humanitaria internacional Médicos Sin Fronteras (MSF) considera que las barreras que frenan el acceso a medicamentos esenciales en los países en desarrollo no deben infravalorarse. Aunque nos complace que la Organización Mundial de la Salud (OMS), financiadores y agencias para el desarrollo se hayan decidido por fin a prestar atención a las enfermedades tropicales olvidadas, nos preocupa que se minimice la importancia de los retos que aún plantean algunas de ellas, explica Daniel Berman, director adjunto de la Campaña para el Acceso a Medicamentos Esenciales de MSF.
Nuevos diagnósticos y tratamientos adaptados
Los ambiciosos objetivos fijados en la conferencia de Londres solo se podrán lograr si se cubren algunas brechas críticas que todavía existen en el acceso a tratamientos y diagnósticos esenciales. La ampliación de los programas de donación de medicamentos por parte de la industria farmacéutica será parte de la solución, pero no será posible eliminar ni controlar enfermedades como el mal de Chagas, el kala azar o la enfermedad del sueño sin un mayor apoyo a los programas de diagnóstico y tratamiento de pacientes. También será necesaria una mayor inversión, tanto en nuevas y mejores pruebas diagnósticas, como en nuevos y mejores tratamientos, añade Berman.
Para que enfermedades como estas sean eliminadas deben desarrollarse métodos diagnósticos y tratamientos adaptados que puedan ser utilizados en zonas remotas por profesionales sanitarios con una formación básica. Por ejemplo, para determinar en qué estado se encuentra un paciente de enfermedad del sueño, actualmente hay que someterle a una delicada y dolorosa punción lumbar. Tampoco existe un tratamiento de administración oral: el actual consiste en inyecciones y perfusiones intravenosas que, además de ser totalmente inapropiadas para pequeñas clínicas básicas en zonas remotas, también resultan difíciles y dolorosas para los pacientes.
Reforzar los programas ya existentes
No solo los medicamentos sino también los propios programas de salud se ven afectados por una falta crónica de fondos. Si las agencias de Cooperación de Reino Unido (DFID) y Estados Unidos (USAID), la OMS y otros actores externos pretenden eliminar estas enfermedades, primero tendrán que responder a la necesidad indiscutible de ampliar los programas existentes, e invertir en el refuerzo de los sistemas de vigilancia de estas enfermedades.
Actualmente sigue habiendo algunas zonas en las que es posible que haya una alta prevalencia de enfermedades tropicales como la enfermedad del sueño, pero donde la inseguridad y la falta de fondos impiden que la población tenga acceso a diagnósticos y tratamientos adecuados.
Se ha hablado mucho de metas ambiciosas y de eliminar estas enfermedades, pero nada de lo que se ha dicho cambiará las cosas a menos que apoyemos plenamente los programas nacionales para combatirlas y los sistemas de salud en países donde estas enfermedades son endémicas, señala el Dr. Andreas Lindner, miembro del equipo interregional de enfermedad del sueño de MSF que opera en países como Chad o República Centroafricana. Debemos asumir que al final son los programas nacionales de lucha contra estas enfermedades tropicales los que conseguirán controlarlas, y no MSF ni otras organizaciones, y que por tanto necesitan de todo nuestro apoyo y cooperación.
Por último, MSF considera que el énfasis puesto sobre las donaciones de medicamentos podría acabar supeditando las estrategias para eliminar estas enfermedades a los productos ofrecidos por la industria farmacéutica. De hecho, los compromisos destacados por Gilead, Novartis y otras compañías reflejan sus respectivas políticas, pero no responden necesariamente a las prioridades reales de salud pública de los países afectados.