Médicos Sin Fronteras (MSF) desplazó a Ecuador cuatro equipos tras el terremoto de magnitud 7,8 que el pasado 16 de abril sacudió el país. Durante un mes, estos equipos trabajaron en las zonas más damnificadas de las provincias de Manabí y Esmeraldas, centrando sus esfuerzos en brindar apoyo en salud mental, realizando actividades psicosociales y distribuyendo kits de medicamentos, refugio, artículos de cocina y de higiene.
Los trabajadores humanitarios de MSF proporcionaron asistencia en salud mental, realizaron actividades psicosociales y ofrecieron capacitaciones para profesionales sanitarios, psicólogos, profesores, trabajadores sociales y líderes comunitarios. En total, el personal de MSF desplegado en estas regiones facilitó atención psicológica y formación a 4.950 personas. Muchos de estos profesionales de la salud se han visto particularmente afectados a raíz del terremoto ya que, al igual que la población, también han sufrido pérdidas familiares y materiales, teniendo que manejar la carga emocional de sus pacientes, la de sus seres queridos y la propia. En este sentido, el personal de MSF realizó formaciones en técnicas de asesoramiento y desarrollo de programas psicosociales dentro de los servicios de salud y formó a más de 60 profesores para que pudiesen desarrollar sus propias capacitaciones y llevar ayuda a los miembros de su comunidad.
“Los profesionales sanitarios están afectados por el cansancio y muchos sufren trastornos de ansiedad. El terremoto fue devastador para nosotros. Tenemos que estar preparados para saber qué hacer, dónde recurrir, cuál es la estrategia de aquí en adelante para que nuestra situación mental también esté bien. Por eso es esencial contar con técnicas y mecanismos de superación para afrontar el duelo y que este no se transforme en un trastorno”, explica Mariel García, 40 años, responsable de salud mental de la zona de Manabí y Santo Domingo. “Por eso son tan importantes las formaciones que hemos tenido con MSF”, añade.
Los equipos también realizaron capacitaciones en actividades de grupo a maestros de escuelas primarias para ayudar a los niños y a las familias a hacer frente a las consecuencias del terremoto. Así mismo, llevaron a cabo sesiones grupales dentro de los refugios temporales que albergaban a familias damnificadas por el sismo.
Distribución de kits de emergencia
Durante las cuatro semanas de intervención, los equipos de MSF distribuyeron kits de refugio, medicamentos, cocina e higiene, entre la población afectada. En Jama, un cantón de la costa de la provincia de Manabí, MSF distribuyó 500 paquetes de refugio e higiene para dar apoyo a otras tantas familias. Estos incluían tiendas, colchones, mosquiteras, mantas y artículos de cocina. En total, más de 2.000 personas de la zona han resultado beneficiadas.
“El día del terremoto mi casa desapareció por completo, no quedó nada. Tuvimos que salir junto con mi hija y mis nietos a buscar un refugio donde quedarnos”, cuenta Analcibar Ceballos, 50 años, vecino de Jama. “Ahora, al contar con una tienda propia, podemos tener un poco más de privacidad y estamos a cubierto del sol y de la lluvia”.
El personal de MSF desplegado en la zona realizó 120 consultas médicas y distribuyó kits de medicamentos y material médico para apoyar la atención sanitaria en el centro de estabilización de pacientes y en el centro de salud de Pedernales, en el hospital de Cojimíes, al norte de Pedernales, y en el de Jama.
Un segundo equipo de MSF distribuyó entre la población afectada 180 kits de higiene, 200 kits de cocina, más de 60 tiendas, colchones, mantas, lonas de plástico y 10 tanques de agua con 5.000 litros de capacidad.
Kits de pesca para recuperar la actividad económica
En las provincias afectadas, MSF entregó kits de pesca para los trabajadores afectados. La pesca ha resultado uno de los sectores más perjudicados como consecuencia del sismo y muchos pescadores debieron abandonar sus localidades para buscar refugio en zonas seguras.
“Tras el terremoto, mi vivienda se vino abajo y ahora vivimos en un albergue mis cuatro hijos y mi mujer”, explicó Ángel Delgado Domínguez, pescador de 31 años. “Vivo de la pesca artesanal, pero en este momento estoy desempleado porque no hay quién pueda comprar pescado. Espero que en pocas semanas la situación se normalice y podamos volver al trabajo”.
Impacto del terremoto
El reloj marcaba las 18:58 horas el pasado 16 de abril cuando la tierra comenzó a temblar en Ecuador. El sismo de magnitud 7,8 provocó graves pérdidas humanas y materiales. Según cifras oficiales, fallecieron más de 660 personas y 28.700 se encuentran viviendo en albergues después de que sus viviendas resultaran destruidas parcial o completamente. Fue uno de los peores terremotos que ha golpeado Ecuador en las últimas décadas.
Desde ese día, las réplicas han continuado sacudiendo el país. El 18 de mayo se registraron dos nuevos sismos de 6,7 y 6,8 en la escala de Richter, con epicentros entre los cantones de Quinindé, Muisne y Pedernales. Las autoridades señalaron que ambas réplicas fueron las más intensas desde el terremoto, afectando a edificaciones y dejando a poblaciones sin energía eléctrica.