Las autoridades francesas evacuaron parte del campo de refugiados Porte d’Aubervilliers, al norte de París, donde más de 2.000 personas sobreviven en carpas y refugios improvisados a lo largo de la carretera.
Desde Médicos Sin Fronteras, que visita regularmente el sitio para ofrecer consultas médicas, alertamos junto a otras 22 organizaciones sobre la falta de soluciones sostenibles y la violencia persistente contra los migrantes en París.
El 6 de noviembre, el gobierno francés se comprometió a evacuar todos los campos parisinos antes de finales de 2019, a la vez que prometía alojamiento incondicional para todos, que en total son alrededor de 3.500 personas.
Una respuesta insuficiente
Una primera operación de evacuación tuvo lugar el 7 de noviembre en Porte de la Chapelle en París y Wilson Avenue en Saint-Denis, pero contrario a los compromisos asumidos, el principio de acomodarlos plenamente no fue respetado. En un lapso de 48 horas, observamos cómo varias docenas de personas eran regresadas a la calle, porque «no cumplían con los criterios administrativos requeridos». Dado que sus tiendas y sacos de dormir fueron destruidos durante la evacuación, estas personas quedaron desprotegidos, en medio de una miseria total.
Ayer, esta vez en Porte d’Aubervilliers, cientos de migrantes esperaron en una fila para poder abordar los autobuses de la Prefectura de Ile de France, pero no todos tuvieron acceso a ellos. 500 fueron evacuados.
La política de «cero retorno»: el único compromiso que sigue respetándose
Paralelamente a estas operaciones, el Cuartel General de la Policía anunció la implementación de una estrategia de «cero retorno», además de reforzar el despliegue de las fuerzas policiales para evitar la formación de un campo en Porte de la Chapelle y en las otras áreas involucradas. Este hostigamiento policial que dispersa a los migrantes parece ser la única promesa cumplida hasta ahora. No resuelve la situación de las personas que viven en las calles, en cambio las invisibiliza y aisla.
Los migrantes se ven obligados a esconderse y vivir en condiciones indescriptibles. Esta política no permite que quienes deseen solicitar asilo lo hagan en buenas condiciones. También reduce el acceso a la distribución de alimentos, la atención médica, la información sobre sus derechos y los aleja aún más del sistema de vivienda. Ya hemos observado la ineficacia de este despliegue policial en Porte de la Chapelle en 2017 y en el Millennium en 2018: el único efecto es trasladar los campamentos a otros sitios menos visibles.
Interminablemente a la deriva y fuera de la vista
Desde Médicos Sin Fronteras alertamos una vez más: tras 60 evacuaciones realizadas desde 2015, sobre este ciclo interminable de confiscación, evacuación temporal y acoso policial. 60 veces se prometieron refugios incondicionales y soluciones sostenibles, y en las semanas siguientes presenciamos el regreso a las calles de hombres, mujeres y niños, constantemente movilizados por la policía para evitar que se instalaran en otro lugar.
Mantener a estas personas en tales situaciones es indigno y particularmente preocupante a medida que se acerca el invierno. El gobierno no puede continuar replicando estas operaciones de evacuación sin garantizar un alojamiento sostenido, acceso a servicios de salud y derechos para todas las personas exiliadas en el territorio francés.