En colaboración con el Ministerio de Salud de Guinea, hemos empezado una campaña de vacunación a gran escala contra el sarampión en Conakry, la capital.
Y es que desde que comenzó 2017, en Guinea se han confirmado 3.468 casos de sarampión y 14 muertes a causa de la enfermedad. Conakry y Nzérékoré son los distritos más afectados.
Las vacunaciones rutinarias en Guinea se redujeron drásticamente durante la epidemia de Ébola de 2014-2015. Por un lado, porque la mayoría de los recursos y la atención se centraban en la lucha contra el Ébola y, por otro, debido al miedo. Las personas se mantenían alejadas de las instalaciones médicas y se suspendieron las actividades de vacunación por los riesgos de infección.
Esto dejó a miles de niños desprotegidos contra enfermedades fácilmente prevenibles. Hace un año, las autoridades organizaron una campaña nacional de vacunación para proteger a los niños sin inmunizar (no participamos en esa campaña). A pesar de este esfuerzo por poner al día las vacunaciones rutinarias, el pasado 8 de febrero de 2017 se declaró una epidemia de sarampión.
Un sistema sanitario débil
“Que esta nueva epidemia se presente solo un año después de una campaña de vacunación masiva es una señal preocupante de la debilidad del sistema sanitario guineano”, declara Ibrahim Diallo, nuestro responsable en el país. “El sistema de salud tiene aún grandes problemas para prevenir y responder a los brotes de manera efectiva y oportuna”.
Tras la devastadora epidemia de Ébola que se cobró la vida de más de 11.000 personas y afectó gravemente la red sanitaria de los tres países más perjudicados por la enfermedad (Guinea, Sierra Leona y Liberia), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los expertos más destacados en salud pública insistieron en la importancia de reconstruir sistemas de salud con capacidad de respuesta, así como de equiparlos y apoyarlos para gestionar crisis sanitarias similares o nuevas de una forma más efectiva.
Pero, según el organismo de la ONU encargado de responder contra el Ébola, solo el 18% de los fondos aportados a los países durante la epidemia fueron destinados a la recuperación de los sistemas sanitarios.
No hay que dormirse
Los esfuerzos de los donantes internacionales por fortalecer los sistemas de salud se han enfocado en mejorar la vigilancia epidemiológica para asegurar una detección y respuesta oportuna ante brotes como el del Ébola.
Sin embargo, durante esta gran epidemia de sarampión, hasta el momento MSF (en Conakry) y Alima (en el distrito de Nzérokoré) somos las únicas ONGs apoyando el Ministerio de Salud para la campaña de vacunación en los distritos más afectados. La OMS y UNICEF han prometido apoyar a otros distritos afectados a lo largo de país, pero esta acción aún está en fase de discusión.
“Si el Ébola fue una llamada de atención, parece que desde entonces el mundo se ha vuelto a dormir. Así lo demuestra este brote de sarampión y el impacto de las promesas sobre la financiación. Además, el apoyo y la capacitación que se hicieron durante y después de la epidemia aún no son palpables para los guineanos”, asegura Mit Philips, nuestra doctora y asesora de Políticas Públicas.
“El acceso a la atención médica de calidad era claramente insuficiente antes de que atacara el Ébola. A pesar de los compromisos públicos de la comunidad internacional para construir sistemas de salud mejores y con una capacidad de respuesta mayor, Guinea aún se enfrenta a los mismos problemas que entonces”, reconoce.
Para contener la epidemia de sarampión en Conakry, una ciudad de tres millones de habitantes, en colaboración con el Ministerio de Salud, hemos movilizado a 126 equipos -de 13 personas cada uno- a lo largo de 164 puntos de vacunación. Todos los niños de entre 6 meses y 10 años serán vacunados. También apoyamos a 30 centros de salud en la ciudad para atender a niños con casos leves de sarampión, y gestionamos un centro de hospitalización de referencia para los niños con casos más graves.
Más información:
MSF y la respuesta contra el Ébola: desde que comenzó la epidemia de Ébola, respondimos en los países más afectados –Guinea, Liberia y Sierra Leona– con la instalación de centros de tratamiento de Ébola y proporcionando atención médica, tratamiento, apoyo psicológico, actividades de promoción de la salud, vigilancia epidemiológica y rastreo de contactos.