Se cumplen 10 años desde que un devastador terremoto azotó a Haití. Coincidiendo con esta fecha, alertamos del actual deterioro de la atención médica en el país caribeño, donde el sistema de salud está al borde del colapso.
«El terrible sismo mató a miles de personas, provocó millones de damnificados y destruyó el 60% de un sistema de salud que ya era disfuncional», recuerda Hassan Issa, coordinador general de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Haití.
El 12 de enero de 2010, un terremoto de magnitud 7,0 devastó Haití, donde estábamos presentes desde hacía 19 años. Ese día perdimos a 12 trabajadores y dos de los tres centros médicos a los que prestábamos apoyo sufrieron graves daños. Para dar respuesta a las necesidades urgentes y casi ilimitadas de la población, pusimos en marcha una de las operaciones de emergencia más grandes de nuestra historia. En 10 meses, los equipos atendieron a más de 350.000 personas.
«10 años después, la mayoría de los actores humanitarios y médicos han abandonado el país y su sistema sanitario está nuevamente al borde del colapso en medio de una creciente crisis política y económica«, dice Hassan Issa.
Hoy, mientras que los problemas económicos y las tensiones políticas se intensifican, las instalaciones médicas –incluidas las que administramos– enfrentan grandes dificultades para atender las necesidades de los pacientes. Desde el incremento de los precios del combustible en julio de 2018 que desencadenó la crisis, las instalaciones médicas han tenido problemas para proporcionar servicios básicos debido a la escasez de medicamentos, oxígeno, reservas de sangre, combustible y a la falta de personal.
«El apoyo internacional que recibió el país, o que se prometió, después del terremoto, ahora se ha desvanecido. Incluso en algún caso, nunca se materializó», explica Sandra Lamarque, coordinadora de MSF en el país. «La atención de los medios ha virado hacia otros lugares mientras que la vida cotidiana de la mayoría de los haitianos se ha vuelto cada vez más precaria debido a la inflación, la falta de oportunidades económicas y la violencia».
Protestas, bloqueos y paros
Durante varios meses de 2019, Haití experimentó numerosos bloqueos y paros en todo el país(conocidos como “peyi lok”). Las calles estaban bloqueadas por barricadas de neumáticos en llamas y cables e incluso muros levantados por la noche que impedían el movimiento de ambulancias, trabajadores de la salud, suministros médicos y pacientes.
En 2019, nuestro centro de estabilización de emergencia en el barrio de Martissant en Puerto Príncipe recibió un promedio de 2.450 pacientes al mes. El 10% presentaba heridas de bala, laceraciones u otras lesiones relacionadas con la violencia. Nuestro hospital de quemados en la zona de Drouillard, también en la capital, experimentó un pico de actividad en septiembre, cuando ingresó 141 pacientes con quemaduras graves, causadas principalmente por accidentes. En Delmas, donde gestionamos una clínica especializada en violencia sexual y de género, hubo una disminución en el número de pacientes durante este período de violencia. La causa: los bloqueos y la inseguridad complicaban llegar al centro.
En zonas rurales, como Port-à-Piment en el departamento Sur, el efecto de la crisis en el sistema de salud es dolorosamente visible. Hemos apoyado durante mucho tiempo los servicios de urgencia y de salud materna del área. En casos graves, cuando es necesaria la hospitalización, nuestros equipos se topan con enormes dificultades para encontrar una instalación médica operativa abierta donde derivar a sus pacientes. El hospital principal y el banco de sangre del departamento cerraron en octubre tras ser saqueados y aún no están en pleno funcionamiento. Tenemos que realizar habitualmente traslados de pacientes en estado crítico de hasta cinco horas para llegar a un hospital que pueda aceptar tales casos. En el departamento Norte, donde estábamos a punto de abrir dos clínicas para atender a supervivientes de violencia sexual y de género, las actividades tuvieron que suspenderse debido a problemas de acceso y a la falta de combustible.
«Sabíamos que respondíamos a necesidades médicas en materia de casos graves y urgentes, pero obviamente la situación es aún peor de lo que imaginamos«, reconoce Issa. «Ahora necesitamos que otros presten atención a las carencias sanitarias que presenta Haití».
En respuesta al agravamiento de la crisis económica y política, hemos lanzado nuevas iniciativas para atender a los pacientes de quienes el sistema médico haitiano no se puede ocupar. En noviembre, reabrimos un centro de trauma de 50 camas en el barrio de Tabarre en Puerto Príncipe. En sus primeras cinco semanas, el hospital recibió 574 pacientes. En este periodo ingresaron 150 heridos con lesiones mortales; el 57 % de ellos presentaban heridas de bala. La organización también ha reforzado su apoyo al Ministerio de Salud Pública y Población a través de donaciones de equipos y materiales médicos, la rehabilitación de instalaciones y la formación del personal del principal hospital público de Puerto Príncipe. También asistimos a un hospital en Port Salut en el departamento del sur y a 10 centros de salud en todo el país.