Casi un año después del brote que hizo estragos en la isla caribeña, el cólera sigue sin estar bajo control. Las precarias condiciones de vida de la población y la falta de servicios de agua y saneamiento adecuados favorecen la propagación de la enfermedad. Tras el último rebrote en junio, los casos de cólera en la capital, Puerto Príncipe, vuelven a aumentar.
Según cifras del Ministerio de Salud Pública y de la Población, a finales de agosto más de 446.000 personas habían resultado infectadas con la enfermedad y aproximadamente 6.300 habían muerto víctimas de la misma. Desde que se confirmaron los primeros casos de cólera en octubre de 2010, Médicos Sin Fronteras (MSF) ha tratado a casi a 160.000 pacientes. La organización ha desplegado a sus equipos en 9 de los 10 departamentos de Haití. Actualmente, los equipos de MSF están combatiendo el cólera en Puerto Príncipe y en los departamentos de Artibonite, del Norte y del Oeste.
En sus cuatro centros de tratamiento de cólera (CTC) actualmente abiertos en Puerto Príncipe, los equipos de MSF han observado un aumento significativo del número de pacientes ingresados. En el espacio de un mes, hemos pasado de menos de 300 admisiones a la semana a más de 850, lo que indica que la situación empeorará en las próximas semanas, afirma Gaétan Drossart, coordinador general en Haití.
Agua y saneamiento deficientes
Un equipo de MSF trabaja en el CTC de Martissant, una de las zonas más deprimidas de la capital haitiana. Conduciendo por la carretera principal que lleva a dicho centro, es imposible no darse cuenta de lo vulnerable que es la población. El agua que sale de las alcantarillas se filtra por entre montones de desechos e inunda las calles. En este entorno, las enfermedades infecciosas pueden propagarse muy fácilmente.
Las condiciones de higiene en la zona son atroces. La densidad de población y la deficiente infraestructura de saneamiento facilitan la propagación del cólera, especialmente cuando la gente ingiere agua y alimentos contaminados, explica Nicolas Charret, coordinador de terreno de MSF. Al lado del centro de urgencias de Martissant, la organización gestiona un CTC donde atiende a personas infectadas por vibrio cholerae, la bacteria que se ha estado propagando en Haití durante este último año. El centro dispone de 90 camas y actualmente está tratando a más de 250 personas a la semana, su capacidad máxima.
Atención inmediata a los afectados
Mathias Kennes, un enfermero del CTC, cuenta que con los casos de cólera es esencial determinar rápidamente el grado de deshidratación de los pacientes ingresados, puesto que ésta es la causa de la mayoría de las muertes. El tratamiento se adapta entonces de acuerdo a la gravedad de cada caso. Si la persona está muy deshidratada, hay que tratarla de inmediato, bien por vía intravenosa o a través de una sonda nasogástrica. Con el tratamiento correcto y un control intensivo, los pacientes, incluso los más gravemente enfermos, generalmente se recuperan en tres o cuatro días, declara.
En la tienda que alberga a los pacientes convalecientes, Amonly Jaquette, un muchacho de 19 años de la zona, habla con el personal de MSF. Dice que al principio sintió el estómago hinchado, seguido inmediatamente de diarrea. Supe enseguida que estaba enfermo por la intensidad de los síntomas. Había escuchado en la radio que si esto ocurría, tenías que hacer algo. Supe que MSF estaba en Martissant. Así que me presenté allí y me atendieron de inmediato. Tras tres días de tratamiento, Amonly espera regresar a casa pronto. Sin embargo, antes de irse, explica que va a intentar tomar medidas de higiene más adecuadas y conseguir agua clorada. Pero también dice que no será fácil mantener estos estándares, dada la escasez de servicios de saneamiento en la zona que deben compartir la mayoría de sus habitantes. En Haití, casi un año después del brote de cólera, los recursos para prevenir adecuadamente la enfermedad siguen siendo rudimentarios y su aplicación es tan incierta como la situación general del país.