Xavier Kernizan es un cirujano ortopedista que normalmente trabaja con Médicos Sin Fronteras (MSF) en el Hospital de Tabarre, en Puerto Príncipe, Haití. Desde el terremoto del pasado 14 de agosto, ha trabajado en el equipo quirúrgico de MSF en Jérémie.
¿Qué hiciste el día del terremoto?
Regresaba a casa del Hospital de MSF en Tabarre y sentí movimiento en la carretera. Primero no pensé que fuera un terremoto muy fuerte, pero después comencé a recibir fotos e imágenes de lo que había pasado. Vi una discusión informal en el grupo de chat de MSF de que podíamos enviar un equipo, y le dije a nuestro gestor de actividades médicas que si MSF necesitaba un cirujano ortopédico, estaba disponible. Me dijo que nos iríamos a las 2 p.m.
Todo estaba listo y salimos por la carretera hacia Los Cayos. Lo más estresante fue pasar por el barrio de Martissant para poder llegar a la carretera hacia el sur de la región afectada por el terremoto. Hay enfrentamientos armados en la zona y escuchamos informes preocupantes que aumentaron nuestro estrés por nuestra seguridad y no por el terremoto.
¿Cuál fue la situación que encontraron en el sur?
El primer lugar al que llegamos fue a la ciudad de Los Cayos. Fue impresionante. Me remontó al terremoto del 2010, porque fue prácticamente la misma destrucción: casas completamente colapsadas, escombros en las calles. Había lugares donde no pudimos pasar, debíamos encontrar otro camino. Pasamos la primera noche en Los Cayos antes de seguir. Uno de nuestros colegas ya estaba apoyando en el quirófano del hospital.
A la mañana siguiente partimos hacia Jérémie. Antes de llegar a Riviere Glace, vimos que la carretera estaba bloqueada por un deslave de tierra. Ya sabíamos que el camino estaba bloqueado, pero nadie podía decirnos si un automóvil podía pasar por las rocas. Salimos del vehículo y tomamos fotografías de cómo las rocas bloqueaban la carretera por al menos un kilómetro. Luego tuvimos un pequeño susto porque estábamos cerca del acantilado, y hubo una réplica, y cayeron algunas piedras. Regresamos a Los Cayos, y finalmente tomamos un helicóptero para llegar a Jérémie.
¿Cómo comenzaron a trabajar ahí?
El primer reto que tuvimos fue hacer contacto, saber a quién deberíamos ver, porque nadie sabía quiénes éramos y qué haríamos. Pasó un día y medio antes de poder trabajar. El personal del Hospital Saint Antoine realizó un extraordinario trabajo con el escaso personal y recursos que tenían. Muchos pacientes ya estaban limpios y sus heridas desbridadas cuando llegamos. Algunas de esas personas ya tenían fijadores externos para los huesos rotos, y otras ya habían sido remitidas a Puerto Príncipe por vía aérea. Varias médicas y médicos originarios de esta región también llegaron desde sus trabajos en otros lugares para apoyar al hospital.
Cuando llegamos, preguntamos “¿Qué podemos hacer por ustedes?”. Continuamos por donde comenzaron. Y operamos a muchos pacientes. El domingo tuvimos cuatro, el lunes tuvimos nueves pacientes, y luego una media de 10 a 12 pacientes por día. Generalmente salíamos del hospital entre las 11 p.m. y medianoche, para poder ver a la mayor cantidad de pacientes que fuera posible. Así que ahora estamos disminuyendo el número de pacientes que esperan un tratamiento o cirugía.
¿Actualmente atiende a pacientes para cirugías de seguimiento?
Sí, estamos comenzando con los seguimientos. La mayoría de nuestros pacientes ahora son personas a quienes ya habíamos visto, que regresaron para un desbridamiento, una nueva cirugía o un yeso. Pero todavía hay personas que están llegando a Jérémie por cuidados de emergencia porque donde viven no hay ayuda.