La incertidumbre, la falta de higiene y el hacinamiento hacen mella en la salud mental de los desplazados que viven en el campo de Petionville.
Ya desde el amanecer, la empinada y estrecha calle que lleva hasta la clínica de Médicos Sin Fronteras (MSF), en el campo instalado en el Club de Golf de Petionville, está abarrotada de personas desplazadas por el terremoto. Tienen que ver al médico, sobre todo porque las lluvias de la pasada noche les han provocado lo que ellos describen como problemas respiratorios, fiebre e infecciones. Alrededor del centro médico, las familias reparan sus improvisadas tiendas de campaña y las mujeres lavan una ropa que ya está empapada, mientras los colchones se secan al sol. Este paisaje ilustra las dificultades de la vida en los campos de desplazados haitianos.
Dentro de la clínica, el equipo de psicólogos ya está en marcha. Acaban de terminar la sesión educativa matutina, en la que dan información sobre reacciones psicológicas normales a situaciones traumáticas y de estrés. También aconsejan a los pacientes sobre mecanismos de afrontamiento positivos para ayudarles a entender las consecuencias psicológicas que conlleva una experiencia traumática, de modo que sean capaces de ayudarse a sí mismos.
La mayoría de pacientes vienen con síntomas y problemas físicos, como pérdida de apetito, fallos de memoria, dificultades para dormir, taquicardias o flashbacks del terremoto, comenta Jean Charles Djénane, psicólogo del equipo médico local de MSF desde 2006.
MSF les ofrece técnicas de relajación y sesiones de asesoramiento psicológico para encauzar sus sentimientos y reducir el nivel de ansiedad. Esta estrategia funciona en el 80% de los casos, pero si nos llega un paciente con síntomas graves o psiquiátricos y necesita atención médica, lo referimos al psiquiatra y le seguimos dando apoyo psicosocial, añade Jean Charles. Estos casos son derivados al hospital Saint-Louis, donde MSF atiende las crisis psiquiátricas.
MSF ofrece apoyo psicosocial a personas que sienten miedo, tristeza, ansiedad, desesperanza y preocupación por el futuro. La tierra sigue temblando bajo sus pies y el futuro sólo parece ofrecerles perspectivas desalentadoras. Viven en un campo de golf convertido en una ciénaga repugnante por falta de alcantarillado y de un sistema de letrinas organizado. Sin soluciones definitivas para esta situación, los desplazados del campo del Club de Golf de Petionville han venido a pedir ayuda a los psicólogos de MSF, esperando que esto les ayude a seguir adelante.