Es el año 2016 y la batalla por Mosul apenas ha comenzado; las fuerzas iraquíes avanzan por Mosul desde el este. El Gobierno iraquí retoma, calle por calle, una ciudad que ha estado bajo el control del grupo Estado Islámico (EI) durante más de dos años. Aún no ha amanecido cuando Intissar, una partera de Mosul, oye que golpean a su puerta. Al responder, un joven en pánico y su madre le ruegan que los acompañe para ayudar con el parto de la esposa adolescente del joven, que dará a luz a su primer hijo. Intissar tiene miedo, pero sabe que, debido a que muchos ginecólogos y otras profesionales de medicina de Mosul han huido del dominio del EI, y a que las instalaciones de la mayoría de las maternidades de la ciudad están dañadas, la necesidad de que las parteras asistan en los partos domiciliarios es más grande que nunca. Intissar acepta de inmediato.
“Ser partera es una hermosa profesión, porque vivimos junto a las mujeres, escuchamos sus historias y compartimos sus momentos de alegría y de tristeza; y es muy necesaria en tiempos de guerra”, afirma Intissar. “Durante el último conflicto, ayudé a varias mujeres a dar a luz en su casa. Los familiares de las mujeres venían a mi casa y me rogaban que atendiera a sus esposas, hermanas e hijas.
«A pesar de que yo misma estaba embarazada, caminé largas distancias porque sabía que era la única partera de toda la región. La gente me conocía porque oía hablar de mí: ‘Es una buena partera; podrá ayudarte’, comentaban entre sí”.
© MSF/Maya Abu Ata
Más tarde ese mismo día, con la asistencia suave pero decidida de Intissar, la adolescente fue mamá. Con un poco de hilo y una hoja de afeitar esterilizada con agua hirviente, Intissar ata y corta el cordón umbilical del recién nacido, lo envuelve bien con una manta blanca y se lo entrega a la abuela, para luego ayudar a la joven mamá a expulsar la placenta. Esa misma tarde, Intissar fue a atender tres partos más, todos a domicilio.
“Si de mí dependiera, no hubiera atendido los partos en sus casas; me preocupaba mucho que ocurrieran casos de hemorragia posparto”, comenta Intissar. “Hoy en día, les recomiendo a las mujeres que den a luz en un hospital, porque tienen todo lo necesario para que el parto sea seguro. El estado de salud de una mujer embarazada puede empeorar rápidamente, o es posible que tenga complicaciones y necesite una cesárea. El hospital es mucho más seguro”.
Más de dos años después de la declaración oficial del fin de la batalla por Mosul, la vida normal ha vuelto a las calles de la ciudad en muchos aspectos, pero el sistema de salud ha tardado mucho en recuperarse. Muchos de los médicos y profesionales de salud más valorados huyeron de la ciudad o del país durante la batalla, y las madres y bebés aún tienen dificultades para acceder a la atención médica.
Actualmente, Intissar trabaja en Al Rafadain, la más pequeña de las dos maternidades gratuitas dirigidas por Médicos Sin Fronteras (MSF) en Mosul Oeste. Intissar integra un equipo de parteras y profesionales de ginecología que asisten a las mujeres en partos vaginales normales y derivan a las que tienen complicaciones o necesitan una cesárea a Nablus, una maternidad más grande de MSF, a una distancia de 10 minutos.
El día de hoy, la primera paciente de la mañana es Assia, de 32 años, que logra sonreír durante las contracciones de trabajo de parto de su octavo hijo. Como muchas mujeres de Mosul, los bebés que tuvo en los últimos cinco años nacieron en su casa, no por decisión propia sino por necesidad.
“Tuve tres partos en casa”, cuenta Assia. “En esa época, aún seguía el conflicto, el EI tenía el control y era muy peligroso salir, así que tuve que dar a luz en mi casa. Los caminos estaban bloqueados y no había garantías de nada. Tenía miedo por la seguridad de mi bebé y por mi bienestar”.
© MSF/Maya Abu Ata
Si bien no hay cifras oficiales de los partos a domicilio correspondientes a los últimos años, las pacientes de las unidades de maternidad de MSF de Mosul suelen contar historias similares. Incluso las mujeres que anteriormente tuvieron cesáreas, con el consiguiente riesgo mayor de tener complicaciones, suelen dar a luz en su casa, ya sea porque no pueden pagar las tarifas que cobran los centros locales, porque no saben que existen servicios gratuitos como los de MSF o porque sus familias creen que es mejor dar a luz en el hogar con la atención de una partera tradicional.
La mayoría de las mujeres embarazadas de Mosul no recibe atención antes del parto, incluso las que han pagado por una ecografía en una clínica privada. “Casi ninguna de las mujeres que atendemos recibió atención prenatal adecuada, así que, cuando llegan, no tenemos idea sobre la evolución del embarazo”, señala Emily Wambugu, partera de MSF con más de 20 años de experiencia en todo el mundo. “Generalmente, se las persuade para que paguen ecografías costosas en clínicas privadas, pero dado que no reciben atención prenatal adecuada –ni siquiera vacunas ni vitaminas– pareciera que esas clínicas que realizan ecografías se aprovechan de las mujeres vulnerables y no hacen mucho más que decirles el sexo del bebé que van a tener”.
Muchas mujeres que dan a luz en las maternidades de MSF de Mosul provienen de familias con problemas económicos. Dado que el índice de desempleo es alto en toda la ciudad, muchas familias no pueden pagar ni siquiera los gastos diarios esenciales, como alimentos y vivienda, y es evidente que algunas mujeres embarazadas padecen desnutrición.
En las unidades de maternidad de MSF de Mosul, las madres más jóvenes están en la primera etapa de la adolescencia, mientras que las mayores tienen entre 45 y 49 años de edad, a veces embarazadas de su decimocuarto o decimoquinto hijo. Tanto las mujeres más jóvenes, en las que el cuerpo aún no está desarrollado para el parto, como las mujeres mayores que han tenido más de 10 hijos presentan un riesgo muy alto de tener complicaciones durante el embarazo, el trabajo de parto, el parto y el posparto.
“Las mujeres necesitan controles exhaustivos durante el embarazo para que puedan detectarse y tratarse complicaciones como la diabetes gestacional, la anemia y la preeclampsia antes de que pongan en peligro la vida”, afirma Wambugu. “También necesitan atención especial después del parto para controlar cuidadosamente el posible riesgo de una hemorragia posparto. Además de recibir atención médica, tanto las mujeres más jóvenes como las mayores necesitan recibir información adecuada para que el intervalo entre los nacimientos sea mayor y permitir que el cuerpo y la familia tengan tiempo de recuperarse después de darle la bienvenida a cada recién nacido”.
Sanaa, de 41 años, se casó muy joven. “Tenía apenas 14 o 15 años y no sabía lo que significaba estar embarazada”, comenta. Sanaa tiene antecedentes de embarazos complicados, incluidos seis abortos espontáneos, dos de los cuales ocurrieron en las últimas etapas de la gestación, que la dejaron traumatizada. “Después, se me creó un complejo”, dice Sanaa. “Ya no quería tener más hijos; no quería volver a sufrir ese dolor nunca más”.
Acaba de tener un parto por cesárea, veinticinco años después de haber dado a luz a su primer hijo, pero ha decidido que este bebé será el último; se le realizó una pequeña cirugía para ligar las trompas de Falopio y asegurar que no vuelva a quedar embarazada. “Ahora tengo cinco hijas y tres hijos, gracias a Dios. No veo la hora de volver a casa con mi bebé”.
Centros de maternidad de Médicos Sin Fronteras en Mosul Oeste
A más de dos años de la finalización oficial de la batalla entre el grupo Estado Islámico (EI) y las fuerzas iraquíes en Mosul, Irak, el sistema de atención médica aún es precario: miles de familias tienen dificultades para acceder a atención médica de calidad que puedan pagar, e incluso las necesidades básicas de salud de la comunidad siguen sin cubrirse. Entre los más vulnerables están las mujeres embarazadas, muchas de las cuales son presionadas para dar a luz en su casa con parteras tradicionales no capacitadas, ya sea porque no pueden pagar la tarifa del parto o porque los servicios de maternidad están saturados o son inexistentes en la zona donde viven, y también están los recién nacidos que necesitan atención y no pueden quedarse esperando a que el sistema de atención médica esté listo para atenderlos.
Para responder a esa gran necesidad no cubierta, MSF inauguró en 2017 una unidad de maternidad especializada en el Hospital Nablus, en Mosul Oeste, para proveer atención médica maternal y neonatal de alta calidad, gratuita y segura a mujeres y sus bebés en una zona de la ciudad donde la comunidad y el sistema de salud siguen teniendo dificultades. En julio de este año, un segundo equipo de MSF inauguró una sala más pequeña en el Centro de Atención Médica Primaria Al Rafadain, también en Mosul Oeste, que provee atención de rutina obstétrica y neonatal, y les ofrece a las mujeres de la zona otro lugar seguro para dar a luz aún más cerca de su casa.
En conjunto, esas dos instalaciones están integradas casi en su totalidad por equipos femeninos de personal capacitado iraquí y mentores internacionales, que reciben a casi 170 bebés por semana. Los equipos también ofrecen atención de alta calidad a recién nacidos prematuros y enfermos, servicios de planificación familiar y consultas ginecológicas. Aunque son bien recibidos por la comunidad, estos servicios, junto con las otras maternidades dirigidas por el Gobierno, no son suficientes para proveer atención médica de alta calidad a la población de Mosul, que es, aproximadamente, de 1.8 millones de habitantes.
Al 31 de agosto de este año, las parteras y profesionales de ginecología de Médicos Sin Fronteras en Mosul han asistido a 5.176 mujeres para dar a luz de manera segura.