*María es una ciudadana cubana de 51 años. Llegó a Bajo Chiquito (Panamá) después de cruzar la selva del Darién. Fue atendida por Médicos Sin Fronteras y nos hizo llegar este escrito. Desde principios de año, se ha registrado un aumento en el número de migrantes y solicitantes de asilo que arriesgan sus vidas para cruzar esta selva tropical desde Colombia hasta Panamá y poder continuar con su viaje desde los países sudamericanos hasta México, Estados Unidos o Canadá. La gran mayoría de los más de 15.000 migrantes que han cruzado desde enero hasta mayo el Darién son haitianos y cubanos, aunque se está registrando un aumento de venezolanos y es también notoria la presencia de africanos, indios o bangladeshíes, que llegan a países sudamericanos para los que no necesitan visa, desde los que iniciar su camino a Norteamérica.
Hola, hoy es 4 de junio del 2021. La que escribe es una cubana de 51 años de edad. Soy una más de las sobrevivientes y estúpida que pasó la selva del Darién (Colombia-Panamá). Todo lo que aquí escribo es real y vivido y visto por mis propios ojos.
Caminé la selva por 5 noches y 6 días. El primer día subimos una loma con una altura y una pendiente recta y mojada, se llama la Loma del Desafío, te dicen que cuando la pasas ya lo tienes todo logrado (mentira). Después de esa loma viene lo peor, vienen caminos y caminos hasta que llegas a la Loma de la Muerte. La Loma de la Muerte se pasa, el que puede, en un día y sí que es la Loma de la muerte, porque tiene una pendiente horrible y caminas por senderos en los que no hay nada en sus laterales, no puedes mirar hacia abajo porque corres el riesgo de caer y perder la vida.
Después viene más camino y más lomas, más caminos y más lomas y por supuesto con ríos y las personas siempre mojadas. Duermes mojado todas las noches. Todo lo que cargues lo vas botando por el camino porque el peso no te deja caminar. Las personas más fuertes y más agiles te van dejando atrás. Cuando llegas a un tramo determinado como a mitad de camino para llegar al campamento (de Bajo Chiquito ya en Panamá) ves personas muertas, en estado de putrefacción e hinchadas. Yo en mi caso vi tres por separado. Esto es real. Todo es real.
A dos o tres días de camino para llegar al campamento 7 u 8 personas jóvenes te asaltan; andan armados, te quitan la comida, los celulares, el dinero y a las mujeres bonitas y de cuerpos bonitos las violan. Pero aún no acaba lo peor.
Te encuentras con personas que llevan 27, 15 y 10 días caminando por la selva, porque están con problemas en las piernas y ya no les queda nada. Te encuentras mujeres y niños y hombres con niños de todas las edades.
En mi caso me tocó salvar a una niña de como 6 meses y saludable. Se le desprendió a su papá y por suerte yo estaba detrás y en la parte baja de la loma y pude lograrla agarrar por el pie derecho pero justico con su cabeza ya para chocar con una piedra. La niña se salvó, gracias a Dios.
En esa selva me quedé sola caminando y durmiendo. Se me enfermaron los pies (pelados, perdí el pellejo o mejor dicho la piel). Después de todo esto seguí caminando pero me falta una historia. En una de las noches unos haitianos tenían sus carpas cerca del río y ya amaneciendo. Por cuestiones de segundos, ellos no murieron porque el día estaba lindo y soleado y el río creció en cuestiones de dos segundos y sin avisar (el río tomó un color turbio).
Llegué al campamento (de Bajo Chiquito) el día 3 de junio y fui directo a ver a los de Médicos Sin Fronteras, porque llegué sin poder caminar, con los pies hinchados y pelados. He estado dos veces con ellos y están haciendo un trabajo admirable.
Por eso he hecho este escrito, pero lo hago además incitando a la humanidad a que no se acoja a esa ruta. Es una ruta peligrosa, inhumana. Es una ruta en la que solo Dios te salva, pero no es una ruta de Dios. Es una ruta donde las familias se tienen que separar, aunque no lo entiendas. Es la lucha por la supervivencia. A más días en la selva, más riesgo a que te mueras, a que te maten o a que te pique una fiera, una víbora. Uno se dice que hay tantas gentes que han pasado por ahí, que ya eso es carretera. No, es lo contrario, es un sendero desgastado con riesgo de resbalar y morir. Queda gente con partiduras de hueso, que no pueden llegar (continuar el camino, quedan abandonadas).
Incito a las personas que han hecho esta ruta a que digan la verdad. Hay muchas formas y mejores que ésta para llegar a Estados Unidos. No hay porqué desesperarse y sí tomar una buena decisión.
Esta es una historia que nunca vas a querer recordar. Cuídense la vida y quiéranla siempre, no la expongas, para que Dios pueda cuidarte también.