Al tercer día de alimentarse solamente con mangos, Poellis Córdoba y su esposo se dieron cuenta de que había llegado la hora de huir. Tras varios meses de soportar estoicamente la escasez de comida, racionada estrictamente para que sus tres hijos pequeños pudieran llevarse algo a la boca cada día, esta pareja de venezolanos decidió salir del país para sobrevivir.
Primero viajó él, para encontrarse con unos hermanos que habían migrado unos meses antes a Tibú, municipio fronterizo del departamento de Norte de Santander. Siete meses después llegó ella, junto con su hijo de 5 años. Y tuvo que pasar un año más para que pudieran reunir el dinero para traer a sus otros dos hijos, de 7 y de 9. Hoy toda la familia vive en el asentamiento informal Divino Niño, una aglomeración de casas con bases de madera, paredes de tela polisombra y techos de zinc, a donde llegan los venezolanos que no pueden pagar arriendo.
Las malas condiciones de hábitat y el riesgo de no conseguir comida son apenas dos de las facetas de la vulnerabilidad en la que vive Poellis en Colombia. Hace poco a su hijo menor se le formó una pequeña inflamación en el estómago y empezó a tener dolor. “Como no parecía grave decidí llevarlo al servicio de Médicos Sin Fronteras (MSF), porque en el hospital de acá no lo atienden a uno como venezolano si no es una urgencia. Fuimos un viernes temprano y no alcanzamos a coger el turno porque había muchas personas. Entonces volví el lunes y ahí sí me lo atendieron”, explica.
Cerca de 12.350 venezolanos asistieron entre noviembre de 2018 y mayo de 2019 a los servicios de salud primaria y salud mental que MSF ofrece en los departamentos de La Guajira, Norte de Santander y Arauca; porque los hospitales públicos en estos municipios solo atienden a esta población por urgencias, vacunas o partos. Las mujeres y los niños venezolanos son los más vulnerables ante la falta de acceso a la salud en Colombia: cerca del 40% de los pacientes de MSF han sido menores de cinco años.
Las patologías más frecuentes entre los venezolanos atendidos por MSF son alergias cutáneas, infecciones en vías respiratorias altas, síndrome osteomuscular, infecciones urinarias y afecciones ginecológicas. En menores de 14 años, las afectaciones relacionadas con diarrea y parasitosis intestinal son prevalentes, y también se han detectado algunos casos de malnutrición. En salud mental, los principales síntomas encontrados son ansiedad y depresión debido a las condiciones de la migración, las dificultades para encontrar trabajo y la separación familiar.
“La falta de acceso a servicios de salud básicos y especializados por parte de los venezolanos en Colombia es una crisis sanitaria que necesita mayor atención por parte de la comunidad internacional”, afirma Ellen Rymshaw, Jefa de Misión de MSF en Colombia. “Las necesidades médicas de esta población desbordaron al sistema de salud, que en este momento no tiene recursos ni personal para atenderlas. Por estas limitaciones, incluso muchos pacientes migrantes no han recibido atención de urgencia en los hospitales, a pesar de que tienen el derecho según la legislación vigente. Esta es una crisis que urge atender”, complementa.
Este texto fue publicado originalmente en el diario El Espectador de Colombia en julio de 2019.