Una comunidad de unos 1.000 refugiados y migrantes africanos vive en embarcaciones o en los muelles de una base militar abandonada en Trípoli, mientras que otro grupo de 200 personas se aloja en una granja a la que acudieron en busca de refugio cuando estallaron los enfrentamientos en el sur de Trípoli.
Médicos Sin Fronteras (MSF) ha realizado consultas médicas y está proyectando distribuir agua potable y artículos de higiene para cubrir las necesidades más básicas de ambos grupos.
Muchas de estas personas ya venían huyendo de enfrentamientos en sus lugares de origen, como Somalia, Sudán u otros países africanos, explica Simon Burroughs, coordinador de emergencias de MSF en Trípoli. Algunas personas vinieron a estos campamentos improvisados buscando una forma de cruzar por mar a Europa, mientras que otras acudieron para refugiarse de los enfrentamientos en Trípoli. Todas ellas siguen atrapadas sin ningún lugar a donde ir.
Muchos padecen infecciones respiratorias, enfermedades cutáneas y trastornos gastrointestinales, describe Paulo Reis, coordinador médico de MSF en Trípoli. Estas dolencias están asociadas a sus difíciles condiciones de vida. La mayoría de los problemas médicos que tratamos también tienen que ver con el estrés; por ejemplo, la imposibilidad de conciliar el sueño por la noche al vivir en una situación de miedo extremo y constante.
Vulnerables, desprotegidos y sin salida
Los pacientes han contado a los equipos de MSF que no pueden abandonar los asentamientos improvisados por miedo a sufrir acosos, palizas o arrestos dentro de la ciudad. Según diversos testimonios recogidos por el personal de la organización, muchos de ellos han sido amenazados por la noche por hombres armados. A los migrantes que habían buscado refugio en la granja se les ha ordenado que la abandonen de inmediato.
Las autoridades nacionales, el ACNUR [Alto Comisionado de Naciones Unidas para los refugiados] y la OIM [Organización Internacional para la Migración] deben asegurar la protección y la cobertura de las necesidades más básicas de estos refugiados y migrantes atrapados en Trípoli y sus aledaños, afirma Burroughs.
MSF, que dispensa asistencia a refugiados y migrantes en Túnez y en el sur de Italia, hace hincapié en que las fronteras internacionales deben seguir abiertas y recuerda a los países vecinos y a los gobiernos europeos que deben asegurar el acceso de los refugiados a los procedimientos de solicitud de asilo y a unas condiciones de acogida humanas.
En Trípoli, MSF sigue dando apoyo a unas estructuras médicas al límite de su capacidad con suministros médicos y, siempre que es necesario, con personal sanitario. Los equipos médicos y quirúrgicos de MSF están respaldando al personal médico libio en el hospital central de Trípoli y en una clínica en la zona de Ben Ashour. Un barco de la organización con más de 10 toneladas de suministros médicos y logísticos acaba de llegar a Trípoli.
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MSF trabaja en Libia desde el 25 de febrero y actualmente proporciona asistencia médica y humanitaria imparcial en Bengasi, Misrata, Trípoli, Yefren, Zawiya, Zintan y Zlitan. Para asegurar la independencia de su labor médica, MSF depende solamente de fondos privados para financiar sus actividades en Libia y no acepta fondos de ningún gobierno, de agencias financiadoras, ni de ningún grupo con afiliaciones políticas ni militares.