«Fue completamente desgarrador ver a personas enjauladas en los centros de detención, de pie tras las rejas. Sus ojos miraban al vacío. Sin embargo, cuando hablé con ellos, cada persona tenía una historia. Había niños soldados que escaparon de una vida horrible buscando un nuevo comienzo; personas que anhelan una educación o más oportunidades para su familia. Me decían: «No he hecho nada malo, ¿por qué estoy en una prisión?»
En Libia, Médicos Sin Fronteras (MSF) está brindando asistencia de emergencia y atención médica a los migrantes, refugiados y solicitantes de asilo que se encuentran atrapados en un ciclo de violencia y explotación. Tenemos dos equipos móviles que trabajan en cuatro centros de detención en Misrata, Khoms y Zliten, ubicados al este de Trípoli, para brindar atención médica básica a las personas detenidas en centros bajo la autoridad de la Dirección de Lucha contra la Migración Ilegal.
También tenemos una clínica ambulatoria en Misrata. En Bani Walid, una región donde se generaliza el secuestro de migrantes y refugiados y el uso de la tortura para obtener un rescate, regularmente brindamos consultas médicas en un recinto para las personas que son liberadas o escapan de las prisiones ilegales administradas por traficantes. Los pacientes allí a menudo han sufrido horribles torturas y requieren atención continua. Organizamos traslados médicos a clínicas y hospitales para los casos más graves.
Las condiciones de vida que vi en los centros oficiales de detención son impactantes. Tratamos principalmente enfermedades de la piel como sarna, infecciones del tracto respiratorio y problemas gastrointestinales, relacionados con condiciones de vida poco higiénicas, hacinamiento y una dieta excepcionalmente deficiente. También tenemos pacientes con lesiones antiguas por tortura y heridas que han empeorado debido a la falta de tratamiento.
Muchas personas están mentalmente quebradas y traumatizadas por lo que han experimentado, y por permanecer detenidas indefinidamente. Se podría suponer que las personas que llegan a Libia están muy enfermas por haber huido de sus países de origen, pero en realidad la mayoría de los problemas de salud física que afectan a las personas se deben directamente a los horribles abusos y las condiciones de vida a las que están sometidas en Libia.
Ciclo interminable de sufrimiento
En varias ocasiones, mientras trabajaba en Libia, nuestro equipo pudo acceder a los puntos de desembarque, donde conocimos a personas que fueron devueltas por los guardacostas libios después de intentar escapar de Libia en bote. Evaluamos sus necesidades y distribuimos kits de higiene que contienen zapatos, ropa interior, toallas, detergentes, artículos de tocador y productos de higiene femenina.
A ellos les brindamos atención médica de emergencia, que a menudo incluía el tratamiento de quemaduras químicas de combustible, dolor generalizado del cuerpo, infecciones del tracto respiratorio, deshidratación, náuseas y vómitos (por mareo), hipotermia e inhalación de agua. Luego remitimos casos graves o complicados al hospital. El resto de las personas fueron llevadas a centros de detención por las autoridades.
En Libia me di cuenta del ciclo devastador en el que los migrantes, los refugiados y los solicitantes de asilo quedaron atrapados interminablemente entre el mar y la detención. Comencé a ver a las mismas personas apareciendo en los botes en los desembarcos. Tan pronto como los llevaron a tierra, la gente estaba tratando de organizar el próximo viaje.
«Habían desaparecido en la noche»
Había una paciente, una niña de unos ocho años, que formaba parte de un grupo de personas que conocí en un punto de desembarco. Le dije que cuando visitara el centro de detención al que se asignaría su familia, le traería unos zapatos que eran de su tamaño. Cuando llegué, ella vino saltando por el patio para encontrarse conmigo, cuando noté que su madre estaba detrás de ella con sus pertenencias.
Miré a mi alrededor y había 20 personas, todas agarrando sus pertenencias y caminando hacia autos que esperaban. La niña dijo: «¡Vamos a vivir en una casa en Trípoli!» No tenía idea de a dónde iban, posiblemente para estar mejor que en un centro de detención indefinidamente. Me aferro a esa idea, aunque también existe el riesgo del trabajo forzoso y la trata de personas. Esto ocurría con frecuencia, y les sucedía a todos: hombres, mujeres embarazadas y bebés.
Yo sabía sus nombres y sus caras. Yo había establecido una relación con estas personas, ya que las habíamos cuidado por algún tiempo. Sin embargo, un día atendíamos personas en un centro de detención y al día siguiente esas personas ya no estaban. Habían desaparecido en la noche. Algunas personas decían: «Por favor, envíenme a un hospital, porque no creo que esté aquí mañana si no lo hacen».
Es un desafío continuo para nosotros llegar a las personas que necesitan nuestra atención en Libia. Hay muchos puntos ciegos. Necesitamos negociar constantemente con las autoridades para mantener el acceso a los centros de detención. A veces los guardias ocultan a algunos pacientes y solo llevan a ciertas personas a las salas de consulta para que las tratemos. El seguimiento de los pacientes es extremadamente difícil cuando no podemos rastrear dónde se han trasladado.
Si Médicos Sin Fronteras (MSF) no estuviera en Libia prestando atención, muchas de estas personas probablemente no tendrían acceso a tratamiento médico. No podemos liberar a las personas de la detención. Pero al estar allí y tratar a alguien por una herida grave o una infección en el pecho, y escuchar su historia, pude ver que al menos habíamos hecho algo para ayudar a esa persona en esta terrible situación. También es nuestra responsabilidad compartir estas historias, para exponer este terrible ciclo de violencia que los países europeos están alimentando deliberadamente en nombre de la gestión de la migración.»