Unos 20.000 malienses han huido de los combates que desde mediados de enero están librando el ejército de Malí y los rebeldes tuareg, para refugiarse en Burkina Faso, sobre todo en las provincias fronterizas de Oudalan, Séno y Soum, en el norte del país.
El campo de Mentao, cerca de la ciudad de Djibo, a 45 kilómetros de la frontera con Malí, acoge a 3.000 personas, una cifra que se ha triplicado en tres semanas. Se ha producido un aumento importante de población refugiada. Esperamos que lleguen entre 5.000 y 10.000 personas más durante las próximas semanas, precisa Jean Hereu, coordinador general de MSF en Burkina Faso.
En este campo, MSF suministra 50 metros cúbicos de agua potable al día. Los equipos también han hecho una primera distribución de cerca de cinco toneladas de alimentos (arroz, judías rojas y aceite), una operación que repetirá hasta que el Programa Mundial de Alimentos pueda responder a la emergencia. En los próximos días, MSF hará una evaluación conjunta con el Ministerio de Salud de Burkina Faso para estimar el dispositivo médico necesario.
La crisis alimentaria como telón de fondo
Las poblaciones nómadas han encontrado refugio cerca de un afluente del río Níger, a lo largo de la frontera con Malí, lo que les permite acceder al agua que necesitan para su ganado. Pero entre los refugiados también hay muchas personas que ya no tienen la cultura del desplazamiento. Sin recursos, este grupo de población es el más vulnerable.
Cuando efectuamos nuestra evaluación inicial, la situación sanitaria no era crítica, pero para preservar la salud de las poblaciones refugiadas, es indispensable que puedan tener acceso continuado a agua, alimentos y atención sanitaria. Hay que estar alerta, puesto que la situación podría deteriorarse rápidamente, explica Daho Moussa, logista de MSF.
Las escasas precipitaciones en la época de lluvias de 2011 han tenido efectos nefastos para las cosechas, los pastos y los niveles de agua de los pantanos. La afluencia de refugiados, y con ellos la llegada masiva de cabezas de ganado, pone en peligro un ya precario equilibrio que puede desencadenar tensiones intercomunitarias. Además, la inseguridad alimentaria que sufre la región es un factor de riesgo tanto para las poblaciones refugiadas como para las autóctonas.
Además del campo de Mentao, las autoridades han oficializado un segundo asentamiento en Férélio, en la provincia de Oudalan, para acoger a los refugiados malienses instalados en el extremo norte del país, a lo largo de la frontera con Malí. Un equipo de MSF compuesto por una coordinadora médica y un logista, se ha desplazado a la zona para evaluar la situación.