Has participado en varios proyectos de Médicos Sin Fronteras (MSF) como enfermera. Mirando hacia atrás ¿recuerdas encontrarte con algún niño con neumonía?
En nuestro trabajo vemos a muchos niños con infecciones respiratorias. He trabajado en distintos proyectos con MSF, y es muy común ver a niños con diarrea, malaria, neumonía o alguna combinación de las tres. Cuando pienso en ello, recuerdo que el primer bebé que vi con neumonía fue en mi primer proyecto con la organización: estábamos en Colombia para llevar clínicas móviles a zonas remotas a las que se tardan en llegar entre seis y ocho horas en canoa. Nuestro personal nacional -médicos y enfermeras- se encargaba de las consultas médicas, y el personal internacional estábamos allí para ayudar. Yo estaba allí haciendo la selección de pacientes, así que los examinaba en cuanto entraban y daba una valoración rápida de cada caso. Recuerdo que el bebé llegó en nuestra segunda jornada intensiva en la clínica móvil. Allí estaba su madre con el chiquito, y pensé que era muy pequeño, de tal vez ocho meses de edad. Mostraba la clásica retracción costal en el pecho, pero en esos momentos yo no estaba tan acostumbrada a verla, no supe qué le pasaba de forma inmediata. Le costaba muchísimo respirar: le faltaba de aire y el pecho se retraía muy profundamente hacia el interior. Se podía ver sin problemas la contracción costal porque el cuerpo y los pulmones intentaban conseguir todo el oxígeno que podían. El bebé estaba completamente aturdido. Ni siquiera lloraba.
¿Entonces qué hiciste?
Fui a ver a la médico y le dije: «Este niño respira de forma extraña«. La médico me dijo que le trajera al pequeño inmediatamente. Le aconsejé a la madre que nos acompañara, y me quedé a observar porque vi lo preocupada que estaba la doctora. Esa profesional llevaba ejerciendo toda su carrera en este contexto, ayudar a las personas marginadas, y verla tan afectada me resultó alarmante. Me costó un rato darme cuenta de que el bebé tenía neumonía. Me sentí muy mal después, porque no pensaba que el bebé podía estar en tan mal estado. Ya he explicado antes que nunca había visto ningún niño con esa enfermedad antes.
¿Nunca había visto a un niño así trabajando de enfermera en Italia?
No, en absoluto. En Italia, se vacuna contra la neumonía a la mayoría de los niños. Y si contraen alguna enfermedad respiratoria, el acceso a la salud es bastante bueno y podemos tratarlo a tiempo.
¿Cuál es la mayor diferencia entre un servicio de pediatría en Italia y uno en un centro de MSF?
En las salas de pediatría de los centros de MSF no hay llantos. No hay ruido. Solo se oyen los sonidos normales de una clínica, como una enfermera caminando o una madre comentando algo. No es una sala de pediatría como nos podríamos imaginar. Cuando los niños están muy enfermos, no lloran.
Es realmente sorprendente que uno de los signos de lo grave que está un niño sea que no llora, o que llora sin lágrimas.
Es absurdo pensar que, dependiendo de donde nazcas, tus posibilidades de sobrevivir puedan variar tanto. ¿Qué pasó con el niño de Colombia?
Una vez a cargo de la doctora, le realizamos varias pruebas para asegurarnos de que no estaba en muerte cerebral, ya que nos preocupaba porque estaba muy apático. Después, le llevamos una bombona de oxígeno (lo sé, es muy peligroso) y le administramos oxígeno durante toda la noche. El bebé necesitaba otros tratamientos que solo podía recibir en la ciudad.
Así que la historia acabó muy bien porque allí nos dirigimos al día siguiente. La madre y el bebé nos acompañaron y viajamos en canoa unas cinco o seis horas. Cuando llegamos a la ciudad nos estaban esperando los coches de MSF. Nos subimos a los coches, acercamos a la madre y al bebé al centro de operaciones, y cuando llegamos a Tivu, la ambulancia los estaba esperando para llevarse al bebé. Todo fue perfectamente y el bebé estuvo muy bien. Trabajábamos en esas clínicas móviles cada dos semanas, así que después pudimos realizar un seguimiento y comprobar que seguía bien.
Muy buenas noticias.
Sí, fuimos muy afortunados, porque debía estar ya muy enfermo al menos una semana antes de que llegase a la clínica, pero la familia no pudo pedir ayuda médica antes. Y lo digo sin emitir juicio alguno, porque hay que tener muy en cuenta en qué entorno viven. No es fácil encontrar asistencia sanitaria en estas áreas. Como he comentado, se tardan horas en canoa hasta llegar al hospital más cercano, y se necesita dinero para pagar el transporte, la canoa, luego el coche y el viaje de vuelta. No resulta nada fácil.
Médicos Sin Fronteras (MSF) lleva más de seis años intentando negociar una bajada en el precio más de la vacuna contra la neumonía con sus dos únicos productores, Pfizer y GlaxoSmithKline (GSK), para poder proteger de la neumonía a los niños de los países en desarrollo y en crisis. Hasta la fecha, ambos laboratorios se han negado a reducir el precio y las personas que viven en contextos en crisis no tienen ninguna solución a la vista.
Ayúdanos a marcar la diferencia por Twitter: pide a @Pfizer y @GSK que bajen el precio de su vacuna contra la neumonía a cinco dólares por niño para todos los países en desarrollo y las organizaciones humanitarias.