Luego de las inundaciones que sufrió Nigeria en el mes de septiembre, Médicos Sin Fronteras (MSF) brindó asistencia médica y distribuyó elementos a las poblaciones afectadas.
Cientos de aldeas fueron destruidas y miles de personas fueron perjudicadas por los anegamientos causados por la crecida del Río Benue, luego de copiosas precipitaciones en la zona. La situación empeoró cuando fueron abiertas las compuertas de una represa en el vecino país de Camerún, incrementando el caudal de agua aún más. En algunos lugares las viviendas quedaron totalmente sumergidas, obligando a los residentes a huir. Desde la semana pasada, sin embargo, el agua empezó a bajar y los desplazados comenzaban a volver a sus hogares.
La intervención de MSF se inició al principio de septiembre, cuando equipos médicos y logísticos fueron desplegados en los estados de Adamada y Taraba. MSF utilizó botes a motor para llegar a las áreas remotas e inundadas donde se encontraban las poblaciones aisladas y desplazadas que habían quedado sin asistencia médica.
El personal de MSF encontró altas tasas de malaria, particularmente en el área de Mayorenewo, donde más del 80% de las pruebas realizadas fueron positivas. La malaria es transmitida por mosquitos infectados y, si no se trata a tiempo, puede causar la muerte. En un esfuerzo por reducir la cantidad de mosquitos y evitar un aumento de los casos de malaria, los equipos de MSF llevaron adelante tareas de control vectorial rociando zonas de cultivo y distribuyendo redes para mosquitos a familias desplazadas.
La malaria ya es endémica en la región pero, debido a la afluencia de personas en el área y al incremento de casos, los centros de salud locales no pudieron dar respuesta. Además, en las aldeas y asentamientos remotos casi no habían servicios de salud funcionando, explica Terri Morris, jefa de misión de MSF en Nigeria. El agua estancada por las inundaciones se convirtió en una zona de cultivo perfecta para larvas de mosquito; la situación fue agravada por el hacinamiento causado por los desplazamientos. En algunos casos, hasta 150 personas estaban compartiendo casas diseñadas para familias de 20, sin siquiera tener redes para mosquitos, agrega.
En el estado de Taraba, la población que se extendía sobre 150km a la orilla del río fue severamente afectada por las inundaciones. Las clínicas móviles de MSF realizaron 1.430 consultas en Mayorenewo y otras 10 aldeas cercanas, y en campamentos de personas desplazadas, incluyendo Bandawa, Virna, Zip y Didango. Los equipos brindaron atención primaria de salud y de emergencia, enfocándose en niños menores de cinco años y en mujeres embarazadas. Se detectaron algunos casos de enfermedades cutáneas y de diarrea.
En el estado de Adamada, las clínicas móviles de MSF trataron a 5.500 pacientes en 33 aldeas inundadas y dos campos de personas internamente desplazadas en Numan y Borona. También se distribuyeron kits higiénicos y redes para mosquitos entre 2.200 beneficiarios.
Los equipos destacaron la capacidad y el espíritu de los desplazados y de las comunidades receptoras para ladear con la situación y comenzar a recuperarse de lo que fue la peor inundación en 30 años, con poca ayuda externa, agregó Morris.
MSF intervino por primera vez en Nigeria en 1985 y ha estado trabajando allí continuamente desde 1996.