MSF ante los «Objetivos de Desarrollo Sostenible»: cualquier visión del futuro no debe ignorar la realidad de hoy.

Partera de MSF en Sudán del Sur. ©Pierre-Yves Bernard/MSFPierre-Yves Bernard/MSF

Los ODS votados en la cumbre de la ONU son aspiraciones que valen la pena, pero no parece haber un plan claro para lograrlos.

¿Qué son los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) o SDGs por sus siglas en inglés, Sustainable Development Goals? 

Bajo el lema «No dejar a nadie atrás» sustituirán a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que han guiado las políticas de desarrollo, incluidas las políticas sobre la salud, desde el año 2000 hasta hoy. Los líderes mundiales que representan a 193 Estados Miembros de las Naciones Unidas adoptaran los nuevos objetivos a finales de septiembre en una cumbre especial en Nueva York. Los 17 objetivos y 169 metas se aplicarán a todos los países, ricos y pobres, y abordarán una amplia gama de temas globales, como la salud, el cambio climático, el desarrollo económico, los derechos humanos y la igualdad de género.

¿Qué establecen los ODS globales respecto a la salud y temas afines? 

Respecto a salud mundial las aspiraciones se establecen en el Objetivo número  3: «Asegurar una vida sana y promover el bienestar, para todos, y en todas las edades» y en otros objetivos que tendrán impacto en la salud. Para 2030 se incluye:

  • el fin de las muertes prevenibles en recién nacidos, niños y mujeres embarazadas;
  • el fin de epidemias como el SIDA, la tuberculosis y la malaria
  • ampliar el acceso a la atención médica, a las vacunas y a los medicamentos;
  • acabar con la malnutrición;
  • mejorar la higiene y el saneamiento;
  • mejorar la respuesta de emergencia;
  • lograr una cobertura de salud universal.

Médicos Sin Fronteras sobre los ODS en 2 minutos

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son aspiraciones que merecen la pena pero, hasta ahora, no hay un plan claro para realizarlos. Médicos Sin Fronteras (MSF) quiere saber cómo los objetivos de salud se convertirán en algo más que proyecciones de deseos. ¿Por qué? MSF trabaja en más de 60 países y es testigo de preocupantes tendencias de desarrollo y niveles de financiación que están fuera de sintonía con las necesidades de salud de las personas y las ambiciones expresadas ​​en los ODS.  Este desajuste continúa destruyendo vidas de personas y paraliza a numerosas comunidades.

UN CHEQUEO DE LA REALIDAD.

Las brechas entre las necesidades mundiales y las ambiciones en salud de los ODS

-En muchos países en los que trabaja MSF, un número de mujeres que siguen muriendo innecesariamente es impactante. En la actualidad, las mujeres que mueren al dar a luz en Afganistán es 38 veces superior que en el Reino Unido. Las tasas de mortalidad maternal son 178 veces más alta en la República Centroafricana que en Japón, y 220 veces más alta en el Chad que en Suecia.

-Una vez que los países son clasificados como “de ingresos medios” pierden apoyo internacional y, sin embargo, son el hogar de más del 70% del mayor número de personas que viven con VIH / SIDA, tuberculosis, malaria y enfermedades no transmisibles. A pesar de la mejora de su situación económica, la mayoría no puede hacer frente a los costes financieros de estas enfermedades, y sus sistemas de salud no son capaces de ofrecer una atención vital para los más pobres y marginados.

-Hay muchos países en los que las personas no buscan atención médica debido a barreras financieras, o porque no pueden acceder a los medicamentos que necesitan porque no están disponibles. Por ejemplo: solo una de cada cinco personas en el mundo con Tuberculosis Resistente a Múltiples Fármacos (MDR-TB) están recibiendo tratamiento.

-La vigilancia, alerta y respuesta a los brotes de enfermedades están, muy a menudo, mal adaptadas a las necesidades y a las realidades locales.

-Los migrantes y los refugiados pagan en gran medida las consecuencias médicas de las políticas restrictivas actuales.

Poniendo en riesgo los logros en salud de los últimos 15 años

En los últimos 15 años se han movilizado recursos sin precedentes para salvar vidas y aliviar el sufrimiento. Nuevas fuentes de financiación, como el Fondo Mundial, el Gavi y el PEPFAR, se han traducido en un apoyo financiero sin precedentes para la salud mundial. Agencias de salud globales, gobiernos y grupos de la sociedad civil han implementado estrategias innovadoras que se han abocado a las principales enfermedades, han ayudado pagar por los medicamentos y el personal de salud, han abordado estigmas, y han lanzado servicios comunitarios eficaces cambiando leyes y políticas obstructivas. El resultado ha sido un progreso visible  -y medible-  en la mejora de la salud de las personas. Sin embargo, estos logros son frágiles. Deben ser consolidados e incrementados con nuevos enfoques y propuestas alternativas y flexibles, o de lo contrario podemos perder todos estos progresos.

Un ejemplo de ello son las cifras globales de tratamiento para el VIH. Aunque alentadoras, todavía hay muchos países en los que los pacientes no tienen acceso al tratamiento. En la República Democrática del Congo, por ejemplo, solo el 17% de las personas que lo necesitan lo reciben. La puesta en marcha del tratamiento antirretroviral debe acelerarse, y los servicios de salud deben ser revisados para que sea más fácil para las personas acceder y adquirir tratamiento. Sin estas medidas, el progreso global en la lucha contra el VIH se estancará.

Apoyo insuficiente para la investigación y el desarrollo (I+D), y falta de acceso a vacunas y medicamentos

-El apoyo en I+D realizado en nombre de los países en desarrollo es muy necesario. El Ébola es un excelente ejemplo del fracaso del modelo global de I+D. Los equipos médicos de MSF no tuvieron tratamientos, pruebas de diagnóstico rápido, o vacunas para los casi 10.000 personas admitidas a sus Centros de Gestión de Ébola, incluyendo las 5.200 personas con diagnóstico confirmado de Ébola.

-El costo del paquete básico de inmunización es ahora 68 veces más caro de lo que era en 2001. Esto significa que en muchos países las vacunas siguen siendo demasiado caras para ser accesibles por muchos gobiernos y organizaciones humanitarias como MSF.

-Se han producido y desarrollado nuevos medicamentos antituberculosos pero, en muchos países, estos siguen siendo inaccesibles, o no están disponibles. Aún queda mucho por hacer para abordar esta grave emergencia de salud pública.

-Encontrar cualquier enfoque para tratar la hepatitis C requerirá de considerables esfuerzos de los gobiernos para reducir los precios de los nuevos medicamentos. Por el momento, en los EE.UU. y en los países de la UE, los medicamentos para tratar el virus de la hepatitis C pueden costar hasta 1.000 dólares por píldora u 84.000 dólares el tratamiento entero.

-Los países de bajos ingresos deberían hacer un mejor uso de las flexibilidades comerciales creadas para mejorar el acceso a los medicamentos en los países en desarrollo (las flexibilidades TRIPS), pero su capacidad para hacerlo está amenazada por nuevas normativas, cada vez más restrictivas, y los acuerdos comerciales internacionales. India, “la farmacia del mundo en desarrollo”, está bajo presión por los EE.UU. y otros países para detener la producción de medicamentos genéricos y vacunas. Si esto sucede, esto tendrá un grave impacto en muchos países y en los proyectos de MSF de todo el mundo puesto que el coste de los medicamentos y las vacunas se elevará considerablemente.

La financiación de la salud se está reduciendo

-Hacia el final de la era de los ODM, la financiación internacional para la salud se ha ido reduciendo. La salud ha sido relegada a una función económica más que a una prioridad urgente. Por ejemplo, algunos países están volviendo a cobrar tarifas a los usuarios de los servicios de salud. Esto se aleja del objetivo de cobertura universal de salud y «no dejar a nadie atrás«. MSF ha sido testigo de la tragedia que representa para las personas que viven en extrema pobreza: cuando una consulta sencilla cuesta el equivalente a 25 jornales la atención de la salud no llega a los más pobres.

-Si el mundo se toma en serio el cumplimiento de los objetivos de salud (ODS) para poner a las enfermedades más importantes bajo control, es necesario que haya expectativas realistas respecto a cómo los gobiernos pueden financiar la asistencia sanitaria adecuada. Los países con brechas significativas deben recibir apoyo, incluyendo los clasificados como “economías de renta media”. La financiación internacional para la salud no debe ser reducida.

-En la actualidad, a MSF le preocupa seriamente que los esfuerzos de algunos países donantes clave estén desviados en un esfuerzo equivocado para reducir inversiones críticas en la lucha contra el VIH, la tuberculosis y la malaria. El Fondo Mundial y otros necesitan garantizar un precio bajo y sostenible para los nuevos medicamentos. De no ser así combatir estas enfermedades puede resultar socavado por las estrategias de mercado.

La falta de voluntad política y de liderazgo en la salud

-Poner las necesidades de la salud en el núcleo de las intervenciones de desarrollo sigue estando, en gran medida, ausente en la mayoría de los países. En algunos países este debate nunca se inició. Los gobiernos rara vez rinden cuentas de sus compromisos para financiar el sector de la salud y la asistencia sanitaria. Poblaciones enteras aún carecen de acceso a servicios de salud adecuados y necesarios. El desarrollo debe mejorar el estado de la salud como un prerequisito, no sólo como un resultado del crecimiento y el desarrollo económico de un país. Planes de acción concretos, rápidos y basados ​​en principios científicos y en las necesidades, prioridades y mejores prácticas para las personas pueden reducir las brechas existentes en la salud, así como hacer frente a las amenazas emergentes.

-Nadie estaba preparado para la magnitud de la reciente epidemia de Ébola, y MSF se encontró llenando el vacío dejado por la deficiente respuesta global. La tardía voz de alarma, un seguimiento ineficaz, una respuesta internacional lenta, la ausencia de un liderazgo global, y la falta de tratamientos, vacunas y diagnósticos rápidos fueron parte de un gran fracaso colectivo. Los gobiernos deben ser responsables de la salud de sus ciudadanos y de las promesas que hacen de financiar iniciativas de salud. La salud es una necesidad, no una mercancía.

Cualquier visión del «futuro» no debe ignorar la realidad de hoy.

 

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