Salomé Karwah murió en Monrovia, pocos días después de haber dado a luz a Salomon, su cuarto hijo. La conocimos cuando ingresó como paciente en las instalaciones del Elwa 3, nuestro centro de tratamiento del Ébola en la capital de Liberia.
Después de luchar valientemente contra una enfermedad que mató a sus padres, tíos, primos y una sobrina, regresó pocas semanas más tarde al lugar en donde casi perdió la vida, esta vez para trabajar con nosotros. Su tarea consistía en proporcionar cuidados y apoyo psicológico a otras personas que sufrían la misma enfermedad que a punto estuvo de acabar con ella. Hace algo más de dos años, cuando le preguntábamos cómo veía su trabajo con MSF, nos decía: «Si un paciente no tiene fuerzas para comer, yo lo animo a comer. Si están débiles y no pueden bañarse por sí mismos, yo los ayudo a asearse. Los ayudo con todas mis fuerzas, porque entiendo por lo que están pasando.»
«Yo sufrí lo mismo que ellos. Por eso sé que lo que más necesitan es sentirse queridos y acompañados”.
La experiencia de Salomé con el Ébola le hizo tener una enorme empatía por los pacientes a los que intentaba sacar adelante, demostrando siempre una dedicación absoluta y una profesionalidad encomiable. Todos los que trabajamos con ella recordamos siempre su impresionante fuerza y dedicación y nunca olvidaremos aquella maravillosa sonrisa que nos regalaba cuando las cosas se ponían difíciles.
Hizo una enorme contribución al trabajo de MSF en los momentos en los que el Ébola atacaba con más fuerza en Liberia y sin duda alguna es la responsable directa de que muchos de los pacientes de nuestra clínica hoy estén curados.
Salomé se convirtió también en una figura muy importante en la lucha contra el estigma que sufrían los supervivientes, participando en muchas entrevistas con medios locales e internacionales, con los que compartió decenas de veces su terrible experiencia de vida. Aquel fue un paso increíblemente valiente, ya que en el momento que se decidió a darlo, su país y el mundo entero estaban aterrorizados ante el enorme empuje que había adquirido la epidemia.
Su valentía ayudó a acabar con muchos de los falsos mitos que rodeaban a la enfermedad y a la reintegración de muchos supervivientes en sus comunidades.
Nuestros pensamientos están con su familia en este momento tan triste y difícil. No te olvidaremos, Salomé. Descansa en paz.