El 11 de agosto de 2017, dos semanas antes de los ataques del Ejército de Salvación Rohingya de Arakán (ARSA) y las llamadas «operaciones de limpieza» del Ejército de Myanmar, MSF perdió la autorización del gobierno para realizar actividades médicas en el norte de Rakhine. Un año después, MSF sigue sin poder actuar en el área.
«La falta de evaluaciones independientes sostenidas en el norte de Rakhine hacen que nadie tenga una imagen completa de la situación sobre el terreno y las necesidades médicas y humanitarias», aseguró Benoit De Gryse, director de operaciones de MSF para Myanmar. MSF solicitó reiteradamente que el gobierno de Myanmar le conceda las autorizaciones necesarias para viajar y realizar actividades para brindar atención médica a quienes la necesitan, pero la burocracia administrativa hizo que esto sea imposible.
«Una vez más, MSF solicita al gobierno que conceda un acceso inmediato y sin restricciones al norte de Rakhine a todos los actores humanitarios independientes e imparciales, para garantizar que las necesidades de atención médica de la población puedan ser evaluadas y atendidas«.
MSF ha brindado atención médica a todas las comunidades en el norte de Rakhine desde 1994. Cuando se suspendieron las operaciones el 11 de agosto de 2017, MSF estaba gestionando cuatro clínicas de atención primaria en el norte de Rakhine, tres de las cuales fueron incendiadas; y mensualmente proporcionaba más de 11.000 consultas de atención médica primaria y de salud reproductiva. Además, brindaba servicios de transporte de emergencia y asistencia para pacientes que requerían hospitalización.
Dado que más de 700.000 rohingyas huyeron de la violencia selectiva en el norte de Rakhine desde el 25 de agosto de 2017, muchas áreas quedaron despobladas. Sin embargo, todavía hay entre 550.000 y 600.000 rohingyas apátridas en todo el estado de Rakhine. «Las necesidades médicas de la población rohingya en el norte de Rakhine, así como las de la etnia Rakhine y otras minorías, deben evaluarse de forma exhaustiva e independiente», declaró De Gryse.
A pesar de no poder realizar actividades médicas, MSF mantiene su presencia con personal en Maungdaw, y nuestros equipos continúan escuchando a la comunidad rohingya sobre las dificultades que enfrentan para acceder a la atención médica. Los pacientes musulmanes continúan enfrentándose a restricciones en lo que refiere a su libertad de movimiento y a las tarifas médicas que son inaccesibles para ellos.
Una persona* que habló con los equipos de MSF se vio obligada a buscar atención médica para su madre en los últimos meses en Bangladesh, quien murió allí. «No tenemos acceso a Sittwe o Yangon, por lo que la única opción es cruzar la frontera a Bangladesh», le dijeron a MSF. «Esta es una ruta muy arriesgada. Si pudiera llevar el cuerpo de mi madre a mi pueblo para que tenga un funeral junto a mi padre, sería muy feliz. Pero eso no va a suceder por la situación de mi país. Si hubiéramos podido ver a un especialista aquí, no hubiéramos tenido que ir a Bangladesh «.
El gobierno de Myanmar afirmó que las necesidades de atención médica están siendo cubiertas, pero las severas limitaciones del acceso humanitario al norte de Rakhine subrayan la falta de información independiente sobre las condiciones de las personas. «El acceso humanitario es clave para entender la situación sobre el terreno; sin información creíble no hay forma de evaluar las condiciones para regresar», dijo De Gryse.
* La identidad de la persona fue protegida a su petición.