A principios de agosto las fuertes lluvias registradas en el distrito de Tahoua en Níger dieron paso a graves inundaciones cuyo saldo fue la muerte de una persona y la destrucción de más de 500 casas, dejando a 1.940 familias en una situación desesperante. Muchas familias sin hogar han buscado refugio en edificios públicos; algunas de ellas precisan atención médica y la mayoría se pregunta cómo van a ser capaces de afrontar el futuro.
Pese a la respuesta de las autoridades locales, la magnitud de las inundaciones ha dejado a más de 11.000 personas en situación de vulnerabilidad y algunas organizaciones humanitarias se han visto desbordadas. Las enfermedades contagiosas como la malaria, la diarrea y las enfermedades respiratorias, así como la desnutrición, suponen riesgos reales que deben ser abordados.
Cuando se produjeron las inundaciones, Médicos Sin Fronteras (MSF) ya trabajaba en la zona, por lo que recibió la petición de las autoridades para contribuir a la respuesta. La organización desplegó de inmediato un programa de evaluación para valorar la situación y determinar la mejor estrategia para prestar su apoyo. MSF estimó que contaba con la capacidad necesaria y era el actor más indicado para intervenir en la localidad de Abalack y en el pueblo de Kiara.
“Vimos que las familias de esta zona, que ya tenían muy poco, lo habían perdido todo. A pesar de la presencia de centros de salud públicos, muchos padres no disponen del dinero necesario para el tratamiento de enfermedades como las infecciones respiratorias, la diarrea y las enfermedades de la piel”, explica Adolphe Masudi, director del proyecto de MSF para esta intervención.
“MSF ha instalado una clínica móvil en el terreno donde ofrecemos tratamiento gratuito y podemos llevar a cabo actividades de promoción de la higiene. También estamos proporcionando apoyo en salud mental a una población muy traumatizada y reforzando nuestra vigilancia ante brotes epidémicos. Además, entregamos 500 kits de artículos de primera necesidad, que incluyen utensilios domésticos, mantas, mosquiteras y kits de higiene, a las familias que han perdido sus hogares”.
En el pueblo de Kiara la mayoría de las familias pobres se ha refugiado en las tres aulas de la escuela de la comunidad. Su situación era muy precaria y una de las primeras tareas de MSF fue cavar letrinas funcionales básicas para detener la propagación de las enfermedades transmitidas por el agua. Pero con más de 200 familias necesitadas, esta tarea es solo una medida provisional.
Además, si no mejoran las condiciones sanitarias y no se lleva a cabo una gestión de la descomposición de los cadáveres de los animales muertos durante las inundaciones, las enfermedades podrían propagarse muy rápidamente. Dadas las circunstancias, nos encontramos ante una crisis muy difícil de contener para las comunidades.
MSF también distribuyó 220 kits de primera necesidad a las familias de Kiara después de que el gobierno local distribuyese unas raciones de comida y aceite de cocina, así como pequeñas sumas de dinero equivalentes a 2.000 francos de África Central (un poco más de tres euros).
Los que han perdido el ganado o su cosecha no saben cómo van a poder recuperarse. En esta parte del país esta es la única manera de ahorrar y garantizar que sus familias puedan alimentarse.
MSF trabaja en Níger desde 1985. El objetivo principal de sus actividades es mejorar el acceso a la salud para mujeres embarazadas y niños menores de cinco años a través de medidas preventivas y de tratamiento precoz que se centran principalmente en la lucha contra la desnutrición y la malaria. Los equipos de MSF trabajan actualmente en las regiones de Diffa, Zinder, Maradi y Tahoua.