Nuestro avión voló en círculos sobre el aeropuerto, pero no aterrizó. A bordo iban cuatro cirujanos, un anestesista y otros médicos del personal de nuestra organización. Abajo, tras la densa bruma y polvo del harmatán, se vislumbraba la ciudad de Sokoto, en donde más de cuarenta sobrevivientes del noma, en su mayoría niños, estaban esperando sus cirugías.
Eventualmente, el piloto hizo el anuncio: la escasa visibilidad significaba que no había forma de aterrizar. Tendríamos que regresar a Abuya.
¿Qué es el noma?
Soy cirujano plástico adjunto en Zaira, Nigeria. En mi empleo habitual, trabajo en un hospital público, principalmente con cirugías reconstructivas después de traumatismos o tumores. Sin embargo, cada vez que puedo, me reúno con cirujanos especialistas de todo el mundo y viajamos a Sokoto con el proyecto del noma de MSF.
El noma está asociado a la pobreza: la enfermedad principalmente afecta a personas que no pueden acceder a alimentos nutritivos o a una buena higiene dental. La infección comienza en las encías y se extiende a la cara y la mandíbula. Destruye el tejido y causa deformidades faciales y discapacidades potencialmente mortales.
Aunque el proyecto del noma ofrece atención médica, asesoramiento y fisioterapia todo el año, las cirugías se realizan en “intervenciones” intensivas de dos semanas, que ocurren tres o cuatro veces al año.
Transcurrieron otros dos días hasta que mejoró el clima y pudimos hacer el viaje corto desde la capital. Por lo general, el primer día de una intervención es un día de descanso, pero ya habíamos perdido mucho tiempo. Dejamos nuestro equipaje en la casa de huéspedes y nos fuimos directo al hospital. Teníamos trabajo que hacer.
La historia de Ado
Una de las primeras sobrevivientes del noma que vimos fue una niña de seis años, Ado.* Tenía una gran fístula oral: esencialmente, un orificio en uno de los costados de la cara. Se le filtraba saliva constantemente.
Ado estaba muy callada en nuestra reunión inicial. Sus padres explicaron que hablar empeoraba la filtración de saliva, por lo que la pequeña niña se había vuelto muy introvertida. Nadie quiere jugar con ella. Solo habla con monosílabos y ya no va a la escuela.
El equipo y yo inmediatamente comenzamos a pensar opciones: ¿cuál es la mejor forma de que hagamos la reconstrucción para que Ado pueda tener una mejor calidad de vida?
Como cirujano plástico, en cualquier cirugía tienes una imagen tridimensional en la mente que quieres recrear. Nadie más puede verla, excepto tus colegas cirujanos, por supuesto, que son parte del proceso de planificación. En equipo, el trabajo es pensar sobre la marcha, moldeando la cara en función de esa imagen y dándole forma. Mientras trabajamos, hacemos adaptaciones según sea necesario, modificando la imagen que tenemos como objetivo.
Para Ado, optamos por un procedimiento simple llamado colgajo cervicofacial. Extrajimos parte de la piel suave del cuello y la movimos quirúrgicamente, doblándola sobre sí misma para crear la mejilla y el recubrimiento de la boca. Cubrimos la fístula por completo.
Todo transcurrió sin problemas. Ado no recibirá el alta hasta que le hagamos su control posoperatorio, pero ya parece estar más feliz y juega con los otros niños.
La historia de Ifeoma
Tengo esperanzas de que esta sea la única cirugía que necesite Ado. Pero para los sobrevivientes del noma que tienen varios o grandes defectos, tenemos que hacer la cirugía en etapas. Esto es lo que sucedió con Ifeoma*.
Completar todas las etapas quirúrgicas puede llevar años, debido a que algunas partes de la cara, como la nariz, solo pueden reconstruirse una vez que la persona haya completado su crecimiento. Eso puede ser muy difícil para una persona joven que se está enfrentando a una estigmatización considerable.
Por ese motivo, el equipo de Sokoto ofrece asesoramiento para ayudar a los sobrevivientes del noma a entender que no nos estamos negando a hacer una cirugía, sino que necesitamos esperar para garantizar un mejor desenlace clínico.
Ifeoma es una joven mujer que ha sido muy afectada por el noma. Después de someterse a varias cirugías, el año pasado pasó por las últimas etapas de una reconstrucción nasal. Con una cirugía tan compleja puede haber complicaciones por lo que, cuando la vi en el hospital de Sokoto, pensé inmediatamente en los posibles problemas quirúrgicos y cómo podríamos ayudar.
Cuando volví a ver a Ifeoma, tenía un aspecto muy diferente al de la última vez. Se había aclarado el pelo y estaba maquillada. Parecía llena de confianza. Preocupados, le preguntamos cuál había sido el problema.
“No hay ningún problema”, dijo sonriendo. “Solo quería pasar a saludarlos”.
De inmediato, comenzamos a tener una conversación animada. Para nosotros, es poco frecuente reunirnos con los sobrevivientes del noma a quienes hemos operado tanto tiempo después de las cirugías, y estuvimos muy felices de saber cómo le estaba yendo y cómo su vida había cambiado desde la última vez que la vimos.
Alcanzar nuestras metas
Los sobrevivientes del noma son iguales a cualquier otra persona. Tienen sueños. Tienen anhelos.
Como equipo quirúrgico, quizás no podamos esconder completamente el hecho de que esta persona tuvo una enfermedad y que se sometió a una reconstrucción. Nuestro objetivo con la cirugía es permitir que los sobrevivientes vivan una vida con la menor discapacidad funcional posible y se enfrenten a una menor estigmatización, de modo que el noma ya no sea un obstáculo para alcanzar las cosas que quieren.
Cuando pienso en la nueva confianza de Ifeoma, o en que Ado finalmente está jugando con otros niños, siento que hemos alcanzado esa meta.
Mirar al futuro
Este ha sido un viaje intenso. Debido a los días perdidos, tuvimos que condensar nuestro trabajo, trabajar más horas y tomar más casos por día. Pero el espíritu del equipo se mantuvo alto, y a todos nos motivó que los pacientes estuvieran esperando con ilusión sus cirugías. Ahora estamos exhaustos, pero felices.
La próxima intervención será en junio. Espero regresar, junto con otros miembros del equipo. Lo espero con ansias.