Nueva ola de desplazados en la ciudad de Bouca, en el noreste de la República Centroafricana (RCA), tras una repetición de los combates entre rebeldes Anti-Balaka y fuerzas exSéléka la semana pasada. Por segunda vez en tan sólo dos meses, la población se vio obligada a retornar a los bosques con lo puesto, huyendo de los combates. Bouca, donde hubo más de 100 muertos en septiembre, es un ejemplo de cómo la violencia se extiende por el país. Médicos Sin Fronteras (MSF) reitera su demanda a la comunidad internacional, especialmente a las agencias de las Naciones Unidas, de incrementar sus operaciones en el país, con enormes necesidades, siete meses después del golpe de Estado de la coalición Séléka.
Los combates en Bouca son un ejemplo de la violencia que se está adueñando de la República Centroafricana, dice Sergio Martín, coordinador de proyectos de MSF en RCA. Estamos muy preocupados por las condiciones de vida de los desplazados, por los que se hacinan en escuelas, iglesia o mezquitas, pero sobre todo por aquellos invisibles, que viven en la selva, sin acceso a cuidados médicos, comida, agua y expuestos a epidemias. Mucho más tiene que hacerse y tiene que hacerse ahora.
Los enfrentamientos en Bouca, que se iniciaron a principios de la semana pasada, ocasionaron varios muertos y heridos entre los combatientes, a unos cinco kilómetros al sur de la población, de 15.000 ciudadanos. MSF atendió a cinco combatientes heridos en Bouca, dos de los cuales requirieron ser trasladados al hospital de Batangafo. Uno de ellos murió durante el traslado, por la gravedad de sus heridas.
MSF denunció ya en septiembre los ataques por parte de grupos armados a la población civil de la localidad. Los equipos de MSF fueron testigos de ejecuciones sumarias. Alrededor de cien personas murieron, setecientas casas fueron incendiadas y miles de personas resultaron desplazadas. Entre 700 y 800 personas buscaron protección en la misión católica de Bouca. A finales de la semana pasada quedaban sólo la mitad, después de los combates y de que se les impusiera un ultimátum para que dejaran el lugar.
La situación es muy tensa. La comunidad de la misión católica se ha reducido a la mitad. Muchas familias musulmanas están abandonando la ciudad. Sólo quedan ahora hombres armados patrullando, explica Mathieu Amiraux, coordinador de terreno de MSF en Bouca.
La ciudad de Bouca padeció los ataques en septiembre de forma simultánea a la de Bossangoa, en la que alrededor de 35.000 personas se encuentran desplazadas y con necesidad de ayuda. MSF inició en la zona clínicas móviles hace unas semanas para poder llegar a aquellos que se encuentran escondidos en la selva.
Se estima que alrededor de 400.000 personas, el diez por ciento de la población total de RCA, han sido desplazados desde el golpe de Estado de marzo de 2013, en el que el presidente François Bozizé resultó depuesto por las fuerzas de Séléka. Los desplazados de Bouca y Bossangoa son un número más a tener en cuenta.
MSF hace un llamamiento a las agencias de las Naciones Unidas y a las ONG a incrementar su presencia en el país y dar respuesta a las necesidades crecientes del país. Aunque la organización médica ha tenido que evacuar de forma temporal sus equipos en diferentes localidades, ello no ha sido óbice para no sólo para mantener actividades sino para ampliarlas y formar equipos de emergencias en los últimos meses.
Tras haber sufrido inestabilidad político-militar durante décadas, la República Centroafricana se enfrenta ahora a una emergencia humanitaria crónica y también a una emergencia sanitaria. MSF lleva trabajando en la RCA desde 1997. En la actualidad mantiene siete proyectos regulares en Batangafo, Boguila, Carnot, Kabo, Ndele, Paoua y Zemio y ha iniciado operaciones de emergencia en Bossangoa, Bouca y Bria desde marzo. Un equipo móvil de emergencia se ha trasladado a áreas afectadas últimamente por la violencia, como Bouar, Mbaiki y Yaloké.