Shakeela, 48 años
Shakeela viene de un pueblo pequeño, a tres horas de Peshawar. Como la mayoría de las pacientes en el Hospital de Mujeres de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Peshawar, pertenece a una comunidad rural generalmente excluida del sistema de salud, y donde muchas veces las mujeres prefieren parir en sus casas.
El 12 de septiembre llegó al hospital para tener a su hijo número trece. En total, estuvo embarazada 17 veces, pero cuatro de sus bebés murieron. Tenía 13 años cuando tuvo su primer hijo y aún vive con siete de ellos.
Cuando llegó al Hospital de Mujeres en Peshawar, su presión sanguínea era muy alta, a causa de una inyección de medicamentos que había tomado en su casa para acelerar el parto. Aunque esto pone en riesgo tanto a la madre como al bebé, sigue siendo una práctica común en Pakistán.
Su bebé nació con meningitis y tuvo que ser tratado con antibióticos en el Hospital de Mujeres en Peshawar durante 14 días hasta que se recuperó. Shakila se quedó con él todo el tiempo, en uno de los cuartos provistos por Médicos Sin Fronteras (MSF). En esta región de Pakistán es costumbre no nombrar al bebé cuando nace sino cuando llega a su casa. Luego de dos semanas en el hospital, el bebé finalmente recibió un nombre: Muza Milshah.
“Estoy feliz de que mi hijo haya nacido sano, pero ahora no quiero más bebés. Todos mis hijos nacieron igual de grandes que este y ahora estoy muy débil. Solo estoy viviendo con mis hijos varones, todas las mujeres están casadas… y los hombres, ya sabes, ¡no hacen nada en la casa!”
Bismilla, 35 años
Bismilla es de Bajaur, un distrito dentro de las Áreas Tribales bajo Administración Federal (FATA por sus siglas en inglés). Ella y su familia tuvieron que dejar su aldea en 2008 a causa de la inestabilidad que había en la región (una situación que se arrastraba desde la guerra del 2001 con el vecino Afganistán). Bismilla tenía un bebé de 18 meses cuando su familia decidió desplazarse a Peshawar. El viaje que hicieron en transporte público fue largo y duro tanto para ella como para su pequeño hijo. Como su familia no conocía a nadie en Peshawar, se asentaron en un campo para desplazados internos y allí vive todavía hoy.
Acaba de dar a luz en el Hospital de Mujeres de MSF en Peshawar a su octavo hijo. Los otros los tuvo en su casa en el campo de refugiados. “Quería tenerlo en mi casa, esta es la tradición y todos esperan eso de mí. Y todo venía bien, yo estaba perfectamente.”
Esto es lo que Bismilla planeaba hacer, pero luego comenzó a sentir mucho dolor. En el campo de refugiados hay un pequeño hospital manejado por el gobierno, pero cuando iban de camino el conductor del taxi que la estaba llevando le aconsejó ir al Hospital de Mujeres de MSF. Así es como llegó. “Aquí el personal es muy amable y atento, y están siempre disponibles. Para mi próximo hijo creo que me gustaría volver aquí en vez de dar a luz en mi casa.”
A Bismilla le gustaría tener siete hijos más y rechazó recibir servicios de planificación familiar por parte de MSF. Su marido también quiere que tenga más hijos.
Siguiendo con la tradición del lugar, el nuevo bebé que tuvo Bismilla en el Hospital de Mujeres de MSF aún no tiene nombre, lo va a elegir el padre de ella. Pero Bismilla tiene la esperanza de que acceda a nombrarlo Arshad.
El nombre de Bismilla ha sido cambiado.
Fatma, 23 años
Fatma es originaria de Waziristan del Norte, una región de Pakistán en la frontera con Afganistán. El 3 de octubre dio a luz por primera vez, una niña. Se siente feliz y bendecida. Fatma y su marido deseaban tener una niña. Ya tenían elegido un nombre de mujer hace mucho tiempo: Anaya.
Fatma viene de una familia grande, con muchas hermanas pero solo un hermano varón.
Conocía el Hospital de Mujeres de MSF porque algunas mujeres de su familia ya habían dado a luz aquí y estaban muy contentas con el trato que recibieron. Como su marido trabaja en Turquía, vino al hospital con su suegra. La tradición es entrar a la guardia de maternidad con las suegras en vez de con sus propias madres. “Este es un lindo hospital, es limpio y el cuidado es muy bueno, tanto hacia las madres como hacia las visitas. Fatma es mi segunda nuera en venir aquí y seguiré viniendo con las otras.”
Fatma tuvo que abandonar su región de Waziristan del Norte hace cuatro años a causa de la inestabilidad y los conflictos que había en el lugar. “Era un lugar hermoso, y lo extraño. Espero que todo se calme pronto y poder volver para vivir allí con mi hija.”