Con la esperanza de acelerar el parto o evitar costosas visitas al hospital, en Pakistán los medicamentos como la oxitocina a menudo se administran innecesariamente y fuera de los centros de salud. Impulsada por la alarmante evidencia que salió a la luz durante un estudio de investigación operacional realizado en su hospital en Timergara, Médicos Sin Fronteras (MSF) realizó una capacitación específica para los trabajadores de la salud y así contrarrestar este peligroso uso indebido.
Hasta 1.100 bebés nacen cada mes en el Hospital Central de Distrito en Timergara, al norte de Pakistán, donde MSF gestiona una sala de maternidad. Fue en este centro donde nació el bebé de Shazia, de 35 años de edad, por medio de una cesárea de emergencia. «Primero fui a un chequeo prenatal en una clínica privada, donde me dieron varias inyecciones de oxitocina porque había empezado a perder algo de líquido. Pero mi parto no progresó a pesar de tener contracciones y me enviaron a otro hospital en Bajour. El personal de allí vio la intravenosa en mi brazo y me envió a Timergara, donde me operaron de inmediato”.
Shazia se encuentra entre el 20 por ciento de las mujeres embarazadas que llegan al hospital de Timergara con complicaciones, y entre el 10 y 15 por ciento de las que necesitan una cesárea. Pakistán tiene una de las tasas de mortalidad materna más elevadas del sur de Asia y la tasa de mortalidad neonatal más alta del mundo: uno de cada 22 bebés muere durante el primer mes de vida.
Es difícil determinar exactamente cuántos casos complicados se relacionan con el uso indebido de la oxitocina, pero las historias de pacientes como Shazia son algo cotidiano en varios hospitales apoyados por MSF en Pakistán. En 2015, la unidad de investigación operacional de MSF, LuxOR, realizó un estudio en Timergara para evaluar la relación entre el uso no regulado de la oxitocina y las complicaciones específicas en la salud materna y neonatal. El estudio brindó pruebas sólidas sobre los riesgos asociados a la salud: las mujeres con trabajo de parto obstruido o prolongado que recibieron oxitocina antes de llegar al hospital tenían tres veces más probabilidades de sufrir ruptura uterina, y sus bebés tenían un riesgo significativamente mayor de sufrir asfixia al nacer y muerte fetal.
Rehana, de 18 años, perdió a su hijo luego de recibir varias inyecciones de oxitocinapara inducir el parto en una clínica privada. «Cuando llegué a la maternidad de MSF en Timergara, estaba sangrando y tenía mucho dolor», explica. “La ecografía mostró que mi útero se había roto y que mi bebé había muerto. Perdí a mi hijo y tuvieron que extirpar mi útero».
Aunque los pacientes entrevistados para el estudio de Timergara informaron que lo más frecuente es que las parteras tradicionales y comunitarias administren medicamentos para inducir el parto ilegalmente, las causas del problema son múltiples y complejas. La oxitocina es una hormona que se usa de manera segura en todo el mundo para detener el sangrado después de un parto; pero si se usa para inducirlo, solo debe ser administrada por un médico o ginecólogo en un centro de salud donde las madres y sus bebés no nacidos puedan ser monitoreados de cerca. Si se usa correctamente, este medicamento ayuda a salvar las vidas de innumerables madres y niños.
Sin embargo, en Pakistán, la oxitocina está disponible sin receta en muchas farmacias a cambio de unos pocos centavos, y es uno de los medios favoritos para acelerar el parto y aliviar el dolor. Las madres, suegros y otros miembros de la familia o la comunidad desean que los bebés nazcan lo más rápido posible para evitar los largos viajes desde pueblos remotos a un hospital o para evitar los costos de tratamiento.
«Las mujeres piden que les administren oxitocina incluso si no tienen complicaciones, y acuden a otras instalaciones si se niega su petición», explica la doctora Ambreem, una partera de MSF que apoya varios proyectos en el sur de Pakistán.
“A menudo, las mujeres reciben oxitocina como parte de un cóctel de otros medicamentos, o la combinan con métodos de tratamiento tradicionales como la estimulación del cuello uterino con plumas, aceites o cebollas. Se cree que estos métodos inducen el parto”, agrega.
A su vez, las familias de los pacientes y los suegros presionan a los trabajadores sanitarios, a las parteras de la comunidad, a las oficiales médicas o a las parteras tradicionales, y ellos mismos a menudo desconocen los riesgos para la salud y la forma correcta de usar la oxitocina.
Al colaborar con el Ministerio de Salud de Pakistán, la estrategia de MSF para hacer frente al uso indebido de drogas inductoras del parto se dirige a los trabajadores de la salud, al personal de los hospitales, a los pacientes, a sus comunidades y a las autoridades. «Hemos traducido los hallazgos de nuestras investigaciones y la evidencia del proyecto en mensajes claros para abogar con las autoridades, y hemos lanzado una campaña de radio y redes sociales, actividades de promoción de la salud en las comunidades y capacitación para trabajadores de sanitarios», explica Samuel Sieber, Asesor de Políticas y Prácticas de LuxOR, la Unidad operacional de MSF.
El curso de capacitación modular sobre el uso correcto de la oxitocina se puso a prueba a finales de diciembre de 2018 y principios de enero de 2019 en los proyectos de MSF en Balochistan y Peshawar, e incluye sesiones en el aula, juegos de rol y varios estudios de casos. Más de 130 parteras, médicos, personal del hospital y autoridades de salud asistieron a las sesiones. «Los participantes mostraron un gran interés y mejoraron su conocimiento sobre el uso correcto de la oxitocina en unas pocas horas», dice Syed Yasir Kazmis, Gestor de Advocacy de MSF.
Pero las sesiones también ayudan a las autoridades nacionales y a MSF a comprender mejor las causas multifacéticas del problema, pues los participantes comparten sus experiencias y discuten posibles soluciones. “Escuchamos sobre pacientes que creen erróneamente que sus bebés deben nacer en la fecha sugerida por el ultrasonido. Otras se niegan a ir al hospital porque temen ser vistas sin su velo, o porque simplemente no tienen dinero para viajar a un centro de salud», agrega Syed.
Con su exitoso piloto de capacitación y su conjunto de herramientas de comunicación, MSF ahora se está acercando a las autoridades nacionales de salud y a sus socios en Pakistán para replicar el curso en una escala más amplia. También se planea una serie de capacitaciones en el hospital Timergara en un futuro cercano.
Las actividades de MSF en torno al uso indebido de la oxitocina tienen como objetivo evitar historias trágicas como las de Shazia y Rehana. «He experimentado de primera mano que la oxitocina no siempre es el mejor medicamento, que solo se debe administrar en un hospital», explica Rehana a los equipos de MSF desde su cama en el pabellón postoperatorios. «Ahora les aconsejo a todos mis familiares que tengan cuidado con los medicamentos que inducen el parto».
Los nombres de Shazia y de Rehana han sido modificados.