Bangassou podría ser “el modelo” de un discurso erróneamente optimista que gira alrededor de la “estabilización” y “normalización” de la República Centroafricana tras las últimas elecciones en el país. Los pocos edificios coloniales en la ciudad siguen marcados por los agujeros de bala, un vestigio de la toma de poder por parte de la coalición rebelde Séléka que obligó a la gente a huir del lugar.
Paz relativa
Pero después de casi dos años de una ausencia prácticamente total, las autoridades del Estado han regresado. Un fiscal fue reintegrado en diciembre el año pasado; seguido por un juez, 30 alguaciles, personal de servicio social y un inspector de trabajo. Pero este regreso no significa que todo ha regresado a la normalidad, Bangassou sigue siendo un espacio de paz relativa en una región altamente inestable.
En junio de este año, el conductor de un convoy debidamente identificado de Médicos Sin Fronteras (MSF), que transportaba suministros desde Bangui, fue asesinado por hombres armados durante una emboscada. En el este de Bangassou, las bandas que rondan por la zona imitando el modus operandi del Ejército de Resistencia del Señor (ERS) aterrorizan las aldeas, saquean los cultivos y secuestran a las personas. Debido a la inseguridad y a pesar de la gran necesidad, MSF tuvo que cancelar una campaña de vacunación para los niños en el área.
No todos los problemas están resueltos
Desde que comenzaron las elecciones generales en 2016, se presenta a República Centroafricana como si estuviera en el camino hacia la recuperación, a pesar de la inseguridad. Durante las últimas semanas, los picos de violencia a lo largo del país han menguado este entusiasmo, pero aun así la llamada “normalización” ha llevado a un disminución constante de los presupuestos de ayuda humanitaria en el país.
Actualmente, sólo ha sido formalizado el 28% del presupuesto necesario para proporcionar ayuda humanitaria el próximo año, a pesar de que las necesidades siguen siendo enormes: 850.000 personas son desplazadas internas o refugiadas en algún país vecino y 2.3 millones de personas, la mitad de la población del país, dependen de la ayuda humanitaria para sobrevivir. Las cosas no han regresado a la normalidad en la RCA.
“¿Qué significa ‘normal’ en un país que ha estado en una crisis que se ha prologado durante décadas? La fase más grave de la crisis pudo haber terminado, pero los problemas están lejos de ser resueltos,” dice Emmanuel Lampaert, coordinador de país de MSF en RCA.
Necesidades médicas
El mercado de los lunes por la mañana en Mbalazime, una aldea a 12 kilómetros de Bangassou, reúne a multitudes. Al lado del mercado hay una clínica apoyada por Médicos Sin Fronteras (MSF). En la entrada hay un cartel que dice “La atención es gratuita”, y eso marca una gran diferencia. Una consulta en una clínica cercana normalmente cuesta entre 2.500 y 3.000 francos de África Central (alrededor de 7 dólares). Por el mismo precio, se puede comprar un recipiente de plástico lleno de arroz, suficiente para mantener durante un mes a una familia.
Las clínicas y centros de salud locales, desabastecidos y escasos de personal, luchan por ofrecer servicios adecuados a la población y las consecuencias de la falta de asistencia médica pueden notarse en el hospital regional de 118 camas que MSF apoya en Bangassou. Durante su tercer día de trabajo en el hospital, el Dr. Osmar Sosa del Toro realizó 12 cirugías. Todas eran urgentes. Por ejemplo, una mujer tenía un intestino perforado debido a una cesárea fallida realizada un mes antes. Un bebé de seis meses llegó con un absceso (acumulación de pus), su pierna izquierda totalmente infectada. “Lo habían inyectado una semana antes en una clínica, pero lo hicieron mal y por eso su pierna se infectó gravemente, esto puede provocar un grave choque séptico en un niño tan pequeño”, dice el cirujano. Mirando el registro de admisiones en el departamento pediátrico podemos ver que este tipo de infecciones son comunes.
Al otro lado, en el departamento de desnutrición que forma parte del departamento de pediatría, la Dra. Ilaria Moneta hace sus rondas. La desnutrición, que frecuentemente trae como resultado enfermedades constantes, es un problema crónico. “Es raro porque en la mayoría de los hogares de nuestros pacientes hay comida. Pero es muy difícil para los padres motivar a un niño enfermo y lograr que coma, o conocer la forma adecuada de alimentar a un niño. Es un círculo vicioso: los niños se enferman y no comen, así que se debilitan y vuelven a enfermarse,” dice la pediatra. Un informe reciente coloca a República Centroafricana -seguida de Chad y Zambia- como el país más afectado a causa de la desnutrición. Sin embargo, durante la primera parte de 2016, sólo el 25% de los niños que sufrían de desnutrición recibieron atención adecuada, de acuerdo con la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA por sus siglas en inglés).
Las necesidades son enormes pero la ayuda humanitaria disminuye
El próximo mes los donantes se reunirán en Bruselas para planear los siguientes pasos a seguir para apoyar a República Centroafricana. Hasta el momento, las cosas no son alentadoras para la gente en el país. Debido a la disminución de los presupuestos, algunas ONG’s internacionales han comenzado a reducir sus actividades incluso cuando en Bangassou, al igual que en todo el país, las necesidades siguen siendo enormes.
“Si RCA fuera uno de nuestros pacientes, podríamos decir que es un paciente que salió de la sala de urgencias pero aún necesita cuidados intensivos. Darle el alta ahora traería trágicas consecuencias,” afirma Emmanuel Lampaert.