«El 2 de agosto recibí una llamada, me dijeron que el ébola había estallado una vez más en República Democrática del Congo y MSF respondería a la situación. Dado que tengo experiencia trabajando con ébola, me preguntaron si estaría dispuesto a venir. ‘Claro’, respondí. ‘Estoy disponible. Vámonos’. En menos de 48 horas después de la llamada, estaba en un avión.
Nuestro equipo de cuatro experimentados enfermeros llegó a Beni el 4 de agosto, y esa misma tarde fuimos directo a Mangina, al centro de salud local que se encontraba en el epicentro del brote. Sabíamos que teníamos que actuar rápido. Cuando llegamos vimos que el centro estaba abrumado. Estaban haciendo su mejor esfuerzo, pero todos los pacientes se encontraban juntos en una sala del hospital y no estaban debidamente aislados. El personal y los visitantes entraban y salían. Dentro había contenedores y equipo médico en el piso. Algunos integrantes del personal de salud se encontraban enfermos, y el número de pacientes aumentaba con cada día que pasaba. Esto sería malo en una clínica normal, pero durante un brote de ébola, es peligroso.
Sin una higiene adecuada, el personal de salud puede infectarse fácilmente y después propagar el virus a los pacientes que visitan el centro para recibir otro tipo de tratamiento.
Era claro que no podíamos simplemente esperar a que el Centro de Tratamiento del ébola estuviera terminado. El centro de salud estaba abrumado y la gente estaba muriendo en ese momento. Regresamos a Beni, preparamos algunos materiales y volvimos al centro de salud en Mangina.
No diría que teníamos miedo de entrar, pero estábamos un poco nerviosos. Las condiciones de trabajo no eran seguras, pero pudimos ver que la gente estaba muriendo, entonces sabíamos que teníamos que ayudar.
En ese momento, el personal local solo usaba equipos de protección ligera. Así que lo primero que hicimos fue proporcionar al personal el equipo de protección adecuado y enseñarles cómo usarlo, cómo ponerlo y cómo retirarlo.
A partir de ese punto, inmediatamente establecimos un circuito fijo para el personal y los pacientes en el centro. Tener los procesos adecuados y la afluencia de pacientes en su lugar es algo vital cuando se trata el ébola. Esto ayuda a reducir el riesgo de contaminación cruzada y hace que el trabajo sea más seguro para todos.
Parte de ese proceso es establecer una orden del día. Organizamos rondas regulares para las salas y nos aseguramos de que hubiera personal presente en los días y las noches. Nos aseguramos de que hubiera tres empleados encargados del triage en la entrada del hospital y les enseñamos cómo identificar a los pacientes que podrían estar infectados con ébola. Los pacientes con casos sospechosos de Ébola deben ser aislados antes de que puedan ingresar a las salas generales y transmitir la infección al personal u otros pacientes.
También intentamos establecer investigaciones para todos los que pasaron por el triage con síntomas similares al ébola. Nos aseguramos de que los formularios con sus datos de contacto fueran completados, para que los equipos que trabajan en la comunidad pudieran monitorear los contactos y entender cómo se estaba propagando el virus.
Afortunadamente, después de unos días llegaron los refuerzos de MSF. Finalmente pudimos enfocarnos en la atención a los pacientes mientras que nuestro equipo de logística y agua y saneamiento trabajaba día y noche para completar un Centro de Tratamiento de Ébola que pudiera atender a los pacientes de manera segura. Fue increíble. Visitábamos el sitio (a unos 300 metros del centro de salud) tan sólo un día después y veíamos un hospital totalmente diferente.
El día que nos mudamos al Centro de Tratamiento de Ébola, tuvimos a 37 pacientes y en los días siguientes tuvimos muchos más. Pero la semana pasada hubo ocho pacientes, hace dos días cinco, y hoy, solo dos.
Cuando vemos que los pacientes salen curados, bailamos.
Simplemente estamos muy felices. Me enorgullece el trabajo que hemos hecho. Ha sido difícil, pero hemos logrado buenos resultados. Mi Congo está lleno de personas que son capaces de hacer cosas increíbles. Solo necesitamos el apoyo. Comenzamos con 4 enfermeros experimentados y ahora hemos capacitado a 44. Son los frutos de nuestro trabajo y estoy muy orgulloso».