Koko Otato ha sido paciente del hospital de referencia que apoyamos en Kibombo, en la provincia de Maniema, en República Democrática del Congo. Acaba de salir de la unidad de hospitalización por sarampión junto a su hija Kioto, que ingresó por complicaciones de la enfermedad.
“El sarampión ya me ha arrebatado a un hijo. Por aquél entonces, todavía no había oído hablar de la enfermedad, así que, cuando llegamos al hospital, ya era demasiado tarde. Recurrí a la medicina tradicional; no sabíamos que era sarampión y por eso murió mi hijo. Pero comprendí que la medicina tradicional no funciona tan bien como la del hospital.
Kioto tenía mucha fiebre, tosía y tenía la boca muy roja. Cuando aparecieron las manchas, me di cuenta de que era sarampión y la acompañé al hospital. Allí nos dieron comida, el tratamiento era gratuito y cuidaron de ella”, recuerda.
El caso de Mwayuma Ramazani es similar: en el mismo hospital, ha sido dado de alta por sarampión junto a su hija, que fue hospitalizada también por complicaciones de la enfermedad.
“Conocía el sarampión, pero es la primera vez que afecta a mis hijos. Cuando la enfermedad llegó a nuestra aldea, murieron muchos niños, sobre todo cuando sus padres recurrían a la medicina tradicional. Pero los que se apresuraron en acudir a los centros de salud consiguieron salvar a sus hijos.
Cuando mi hijo empezó a tener fiebre, usé un tratamiento tradicional, traté de darle un enema, pero no funcionó. Me dijeron que MSF podía ayudar, así que decidí llevarlo al centro de salud. Cuando llegamos, el equipo móvil de MSF nos trasladó al hospital”.
Joseph Musakane es nuestro coordinador de atención al paciente y vacunación para las áreas sanitarias de Kindu, Alunguli y Kailo, también en la provincia de Maniema.
“Cuando llegamos [en marzo de 2015], nos encontramos con un montón de niños enfermos. La tasa de mortalidad relacionada con el sarampión se encontraba alrededor del 12%. En la actualidad, después de nuestra intervención, es inferior al 2%.
Pero no fue tarea fácil. Alcanzar algunas áreas sanitarias a veces requiere tres días de marcha a pie. Se necesitan entre siete y diez días para transportar las vacunas y el equipo, y vacunar a todos los niños”.