La ofensiva militar realizada por el gobierno de Siria y sus aliados en el sur de Idlib continúa, empeorando aún más una situación ya crítica para la población en el noroeste de Siria. En el lapso de dos meses (diciembre de 2019 y enero de 2020), casi 390.000 personas han huido de sus hogares o de los campos en los que ya estaban desplazados, para escapar de los tiroteos diarios, los bombardeos aéreos y las ofensivas terrestres. El éxodo de 150.000 de estas personas tuvo lugar solo en las últimas dos semanas de enero. (Fuente: OCHA Situation Report #7: Recent Developments in Northwest Syria -a 29 de enero de 2020-)
Las personas desplazadas están atrapadas entre la cerrada frontera turca y la línea del frente que sigue avanzando, pero la clara mayoría de aproximadamente tres millones de personas que viven en el noroeste de Siria se encuentran extremadamente vulnerables y la lucha continua solo compromete aún más sus posibilidades de sobrevivir.
Las personas no solo deben huir por sus vidas y, a veces, luchar por encontrar una tienda de campaña para quedarse en campos superpoblados, sino que también están viviendo todas las consecuencias del conflicto. El acceso a la atención médica, por ejemplo, se ha vuelto cada vez más limitado a medida que la línea del frente continúa avanzando y el número de víctimas sigue aumentando.
«En el lapso de pocos meses, un número importante de hospitales en el área han sido afectados y se encuentran parcial o totalmente destruidos en el noroeste de Siria», explica Cristian Reynders, coordinador de nuestro proyecto para el norte de Idlib.
“De forma concreta, lo que esto significa es que a medida que continúan los combates, las personas heridas tienen cada vez menos oportunidades de acceder a servicios médicos. Si deben viajar más lejos para ser atendidas, aumentan las posibilidades de que sus lesiones empeoren o que, incluso, mueran”.
En las últimas semanas, hemos aumentado nuestro apoyo a múltiples instalaciones ubicadas muy cerca de la línea del frente, con el fin de ayudar a la población a enfrentar esta situación. Proporcionamos kits de primeros auxilios y kits quirúrgicos a cuatro hospitales en las últimas semanas. “Incluso si las instalaciones que apoyamos regularmente, ubicadas más al norte de la región, no están recibiendo pacientes de las áreas más cercanas a la línea del frente, hay una clara llamada de ayuda por parte de las instalaciones que responden en la primera línea y no podemos simplemente ignorarlo«, continúa Cristian Reynders.
El hospital de Maarat al Numan, uno de los más grandes en el área del sur de Idlib, quedó fuera de servicio recientemente debido a los bombardeos. Además, el 29 de enero, un grupo armado de la oposición irrumpió en el Hospital Central de Idlib, uno de los otros centros de salud más importantes en el área, al que acabábamos de donar kits de primeros auxilios y para cirugías. Durante unas horas, ocuparon las instalaciones con fines militares, a pesar de las protestas del personal médico. Después, a medianoche, el hospital de Ariha fue alcanzado por múltiples ataques aéreos, provocando una gran destrucción en el edificio y su almacén. La mayoría de los medicamentos y suministros del hospital, así como el suministro de combustible, se dañaron o se perdieron; y su farmacia fue destruida, a la vez que decenas de heridos por los bombardeos seguían siendo trasladados a las instalaciones para recibir tratamiento.
Estas incursiones y bombardeos a las instalaciones médicas, así como la obstrucción general de la atención médica, se producen en un momento en que la atención médica que salva vidas en Idlib es más necesaria.
Condenamos enérgicamente las flagrantes violaciones al Derecho Internacional Humanitario en la destrucción de instalaciones médicas o su uso con fines militares. Los hospitales no solo cierran uno tras otro, el sistema de salud está constantemente amenazado, ya sea desde el cielo o el suelo.
“La situación médica y humanitaria actual es realmente terrible. Los bombardeos a las instalaciones médicas en el área están sucediendo todo el tiempo en estos días. El hospital que gestiono sigue en pie, pero en las últimas semanas, cinco instalaciones a nuestro alrededor fueron destruidas parcial o totalmente; y quedaron fuera de servicio”, lamenta un médico que gestiona una de las instalaciones médicas en el área en la que recientemente dimos apoyo.
«Estamos completamente abrumados por la cantidad de pacientes que normalmente habrían sido tratados en estos hospitales, pero que ahora debemos atender nosotros». El personal del hospital realmente puede sentir la presión. Tanto física, debido a la cantidad de pacientes que tienen que ser tratados en nuestras instalaciones, como mentalmente. Trabajamos sin parar, incluso hasta altas horas de la noche, para operar y atender a todas las personas que ingresan y vemos que nuestros suministros disminuyen drásticamente, sin saber cómo o si lograremos obtener más. También operamos con el temor constante de ser los próximos afectados”.
En Médicos Sin Fronteras hemos reunido un suministro médico de emergencia para realizar 50 cirugías, gestionar 300 casos de emergencia y realizar 1.000 consultas en las próximas semanas, con el objetivo de poder satisfacer las necesidades de otros centros médicos. Mientras tanto, seguimos realizando evaluaciones adicionales en la zona norte de Idlib, donde decenas de miles de personas se han asentado y actualmente viven en condiciones terribles.
«Lo que presenciamos aquí es como un tsunami humano«, agrega el director del hospital. “Todas las personas intentan huir hacia el norte, hacia la frontera turca, tan rápido como pueden. En los últimos días podías ver a miles de personas en sus automóviles. Y actualmente se necesitan aproximadamente 3 horas para conducir 30 kilómetros solo porque todos están en la carretera, huyendo. Para el personal médico, la elección es aún más difícil de hacer frente a esta situación: ¿nos quedamos para tratar a los enfermos y heridos, o también huimos? Mi familia se fue hace unos días y decidí quedarme por ahora. Pero no he sabido nada de ellos desde entonces y estoy increíblemente preocupado. Parece que estamos viviendo una serie de elecciones imposibles«.
Seguimos aumentando nuestra asistencia a las familias recién desplazadas, con el suministro de agua potable en los campos y la distribución de artículos de primera necesidad como mantas y suministros de calefacción. Sin embargo, las necesidades son enormes y siguen en aumento.