Los bombardeos en las provincias de Idlib y Hama, en el sur de Siria, han provocado que más de 450.000 personas huyan hacia el norte, hacia la frontera turca, en los últimos tres meses y han provocado cientos de muertos y miles de heridos, según varios informes. La violencia se ha intensificado hasta tal punto en el último mes, que se ha dado el mayor número de personas asesinadas y heridas en lo que va de año.
Los equipos médicos de los hospitales que apoyamos han tenido que hacer frente a una afluencia masiva de víctimas (cuando llegan 10 o más heridos a la vez) en múltiples ocasiones durante las últimas semanas. A principios de este mes, un hospital que apoyamos recibió más de 35 heridos por ataques aéreos en solo 48 horas, mientras que otra de las instalaciones respaldadas por la ONG trató a 50 víctimas esa misma semana.
Las fuerzas del gobierno sirio y sus aliados lanzaron a finales de abril esta ofensiva militar sobre las provincias del sur de Idlib y de Hama, que se encuentran dentro de la denominada «zona de distensión». La infraestructura civil, que incluye instalaciones médicas, escuelas, mercados y campos de desplazados, ha resultado dañada en la ofensiva. Un hospital que apoyamos ha sido alcanzado por los bombardeos, mientras que otras instalaciones con las que colaboramos han tenido que interrumpir parcialmente sus servicios varias veces en las últimas semanas por temor a ser alcanzados por los ataques.
«Los pacientes, sus cuidadores y el personal del hospital están afectados psicológicamente«, dice el director de un hospital en el área.
“Cuando los aviones sobrevuelan el hospital, se asustan muchísimo y algunos abandonan el edificio. A menudo tenemos que desalojar el hospital, preocupados por lo que pueda suceder. Hay días en que tenemos que ir a la habitación de seguridad varias veces por los aviones.
Pero no importa cuántas veces tengamos que interrumpir nuestro trabajo, tratamos de mantener la sala de urgencias abierta; ponemos todos nuestros esfuerzos en esto. Algunos hospitales en el área atienden a decenas de miles de personas. No tenemos más remedio que estar aquí para ellos cuando algo sucede”.
El aumento de la violencia ha provocado que 450.000 personas abandonen sus hogares, lo que se suma a los desplazamientos anteriores de cientos de miles de personas hacia la gobernación de Idlib. La mayoría de las personas recién desplazadas se han dirigido a zonas densamente pobladas y ahora viven en tiendas de campaña o al aire libre bajo olivos. Estas personas necesitan alimentos, agua y atención médica.
Hemos distribuido artículos de primera necesidad y agua potable a las personas desplazadas en los últimos meses. También instalado letrinas, tanto en campos existentes como en asentamientos recién formados. Pero estas personas necesitan mucho más apoyo del que está actualmente disponible.
«Lo que estamos enfrentando ahora son cientos de miles de desplazados que viven en condiciones terribles«, explica Lorena Bilbao, coordinadora de Operaciones de nuestros programas en Siria. “Muchos de los asentamientos están saturados, su infraestructura es inadecuada y las condiciones de vida no son higiénicas, lo que representa un grave riesgo de brotes de enfermedades. Si las personas no tienen agua limpia para beber, tendremos más pacientes con deshidratación, diarrea y enfermedades transmitidas por el agua en las próximas semanas. Esto conducirá a un mayor deterioro de lo que ya es una situación crítica».
Hemos ampliado las actividades que realizamos con nuestra clínica móvil y reforzado el apoyo a las instalaciones médicas mediante la donación de medicamentos a centros de salud, kits de primeros auxilios y kits quirúrgicos a hospitales, y unos sistemas de referencia más fuertes en el área. Seguiremos brindando ayuda humanitaria vital a las personas desplazadas o heridas por la ofensiva militar.