El equipo que trabaja en uno de los hospitales del Norte de Siria ha tenido que aprender a adaptarse a situaciones cambiantes. Las líneas del frente se han alejado y con ello el número de pacientes ha disminuido, pero en los últimos meses el número de víctimas por quemaduras graves se ha incrementado.
Durante el invierno, las familias obtienen calor a través de hornos o estufas rudimentarias. Los accidentes domésticos ocurren frecuentemente, muchos cuando se producen disparos o explosiones que pueden hacer que la estufa reviente o que el combustible se incendie. Atendemos quemados varias veces por semana, explica Anne-Marie Pegg, médico de emergencias de MSF. Las partes del cuerpo afectadas usualmente son la cara y las manos.
Cuando un quemado llega a emergencias la primera tarea de los equipos es disminuir el dolor, agónico y, acto seguido, conectarle a un gotero con el objetivo de reemplazar los fluidos que haya ya podido perder. Entonces se procede al tratamiento de las heridas y a retirar la piel muerta, que puede ser foco de infección. Una vez finalizado se venda al paciente, algo que sólo puede hacerse en la sala de operaciones bajo anestesia. El cirujano usa compresas esterilizadas impregnadas de crema antibacteriana que pueden ser retiradas y cambiadas cada dos o tres días sin rasgar la piel.
La tarea de un fisioterapeuta en el equipo es también importante dado que en algunos casos se requiere entablillar extremidades para que permanezcan lo más extendidas posibles y evitar así que cuando la piel cicatrice los miembros no se retraigan y pierdan movilidad al sanar en una posición errónea. Una estrategia que se utilizó en el caso de una niña de seis años que tenía quemaduras graves en la rodilla. En el caso de un niño, afectado por quemaduras en las manos, coloqué un apósito enrollado en la palma de la mano, para que mantuviera su posición funcional, para que luego pueda mantener el movimiento habitual de cada día, explica Ricardo fisioterapeuta de MSF.
El tratamiento de la cara es más complicado y requiere el uso de una máscara termoplástica que previene la retracción de la piel durante la cicatrización y posibilita el mantenimiento de los rasgos faciales. Cubrí la cara del niño con compresas estériles e hice un molde termoplástico, con cuidado en resaltar las áreas heridas. Entonces hice una máscara de yeso, mi positivo. Del positivo, entonces, se obtiene la máscara final a situar en la cara del paciente, todo ello bajo anestesia. La máscara se va ajustando a medida que el proceso de cicatrización avanza, cuando la hinchazón baja hay que ir vaciando también la máscara, alrededor de las mejillas y la barbilla, para adaptarla a la forma facial.
La atención a grandes quemados también supone el seguimiento de estrictas medidas de higiene, dado que estos pacientes mantienen un elevado riesgo de infección. Sus necesidades nutricionales también son mayores, el doble que un paciente normal. Su dieta debe incluir muchas proteínas, dice Pegg. Una alimentación adecuada es clave para la sanación.
Sin embargo, no siempre es suficiente. El cirujano puede verse obligado a hacer injertos de piel, con lo que el proceso de cicatrización se alarga. Una vez dado de alta, el paciente debe volver al hospital cada tres días para el cambio de vendaje y para fisioterapia.
El invierno en Siria llega a su fin. En total el equipo de MSF ha tratado a 85 grandes quemados sólo entre enero y marzo.