Pisco, 27 de agosto de 2007 Lo que vi en la ciudad de Guadalupe realmente me impactó, sentí como si se tratase del día después del terremoto. En el centro de la ciudad, el 95% de las viviendas han quedado destruidas o gravemente dañadas, y la gente vive en la calle en condiciones higiénicas deplorables La ayuda no ha llegado a Guadalupe aunque la ciudad se encuentra situada en la ruta panamericana, la principal carretera del país, declara Luis Encinas, Coordinador de Emergencias de MSF, responsable del equipo de MSF que el sábado visitó Guadalupe, una ciudad de 12.000 habitantes situada a 100 km al sudeste de Pisco a las afueras de la ciudad de Ica.
Aunque el seísmo causó enormes daños en Ica, la situación va mejorando poco a poco y los hospitales tienen la capacidad de responder a las principales necesidades. Sin embargo, la situación en Guadalupe es extremadamente precaria. El número de damnificados por el terremoto de magnitud 8,0 en la escala Richter que asoló la zona el 15 de agosto asciende a unas 10.200 personas. El único centro de salud ha sido testigo de cómo el número de consultas se incrementaba en un 250%. Los médicos de MSF inmediatamente ofrecieron atención médica a los pacientes necesitados y donaron medicamentos, equipamiento médico y mantas.
Visitamos algunas viviendas y nos encontramos con esta mujer que había quedado literalmente aplastada con su hija en brazos cuando los muros de su casa se derrumbaron, explica la Dra. Loreto Barceló, Coordinadora Médica de MSF. La mujer tenía un pie roto y su pequeña padecía múltiples fracturas de pelvis. Sin embargo, la niña fue dada de alta a las 48 horas tras ponerle un yeso, como si eso sólo bastara. La madre que necesitaba cirugía ortopédica seguramente ni siquiera recibió tratamiento porque el personal sanitario estaba abrumado. Hoy, mientras el resto de su familia pasa las noches en la calle temiendo otro terremoto en cualquier momento, ambas yacen postradas en la cama sin poder moverse en la única parte de la casa que queda en pie.
Este ejemplo ilustra también las terribles consecuencias del terremoto para la salud mental de la población. Tras más de diez días sin recibir ayuda, a veces viviendo hasta 40 personas en una tienda, estas personas se sienten abandonadas, como si no se les reconociese como víctimas del terremoto, explica Zohra Abaakouk, responsable del programa de salud mental de MSF. Pero intentan organizarse como pueden a pesar del dolor, los trastornos del sueño que padecen, el miedo o la ansiedad Para aliviar el sufrimiento de estas personas e impedir que su estado psicológico empeore, un equipo de psicólogos de MSF inmediatamente empezó a proporcionar apoyo psicológico. Este equipo organiza sesiones de grupo psico-educativas y consultas individuales si lo considera necesario.
En los refugios improvisados construidos con cartón y sábanas delante de las casas destruidas, las familias viven a la intemperie en condiciones antihigiénicas. No tienen letrinas ni agua potable ni espacio en el que lavarse. MSF levantará estructuras con acceso a agua, duchas y letrinas para que la gente pueda vivir en condiciones aceptables. Además, las distribuciones de mantas y otros artículos de primera necesidad empezarán esta semana.
Luis Encinas, Coordinador de Emergencias de MSF, expresa su preocupación: Casi dos semanas después del terremoto en Perú, la situación de las víctimas ha dejado de ser noticia en los medios internacionales. Mientras tanto en el terreno varias organizaciones de ayuda han empezado a abandonar la zona. Sin embargo, los equipos de MSF continúan viendo a poblaciones que necesitan asistencia de forma acuciante y que han caído en el olvido. Esta situación es inaceptable. Es necesario actuar con urgencia a fin de evitar que estas personas vivan en estas condiciones inaceptables.
En Perú, 25 voluntarios de MSF, peruanos e internacionales, trabajan juntos aportando asistencia a los damnificados por el terremoto. Las actividades de MSF se centran en salud mental, atención medica, distribución de artículos de primera necesidad y actividades de agua y saneamiento. Los equipos trabajan en Pisco, en zonas remotas al este, y desde hace poco en Guadalupe (sudeste).