Cuando el nivel del agua comenzó a subir en su pueblo a causa de la inundación, Nyabeel, de 21 años[1], y su esposo no sabían qué hacer. Dejar su tierra, de la que dependían para alimentarse, fue una decisión muy difícil. “Pasamos tres días moviéndonos. Fue un reto, con cuatro niños y un rebaño de cabras”, dice.
Ocho meses después desde el inicio de las inundaciones, las personas en el estado de Unidad, al norte de Sudán del Sur, continúan sufriendo, atrapadas en malas condiciones de vida y con riesgo de un brote de enfermedades infecciosas y transmitidas por el agua. Repartidas en varios campos improvisados, enfrentan inseguridad alimentaria, pérdida de ingresos, desnutrición y falta de agua potable. Se estima que 835.000 personas han sido afectadas.[2]
En su pueblo, Nyabeel había dependido del cultivo de su tierra y la leche de sus cabras como alimento. “Teníamos una vida más estable que la de aquí. Ahora comemos una comida de maíz al día”. Nyabeel había llevado a su hijo de un año a la clínica móvil de MSF en el campamento de Kuermendoke, en la ciudad de Rubkona, para recibir tratamiento por desnutrición severa y algunas vacunas esenciales. Kuermendoke es uno de los tres campamentos que tienen un alto porcentaje de niños y niñas menores de cinco años que sufren desnutrición aguda severa.
“Nuestro estudio nutricional demostró que la prevalencia de desnutrición aguda severa en los campos está muy por encima del umbral de emergencia de la OMS, que es del 2%”, afirma el Dr. Reza Eshaghiam, líder de nuestro equipo médico para la respuesta de emergencia ante las inundaciones.
Según sus palabras, el impacto de las inundaciones es palpable: «Cuando caminas por los campos, ves niños y niñas con desnutrición, personas recolectando agua sucia de las inundaciones para beberla, ganado colapsando y sus cadáveres por todas partes. Estas malas condiciones están dañando la salud de las personas”.
El impacto de las inundaciones
De acuerdo con estudios iniciales de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)[3], 65.000 hectáreas de tierras cultivadas han sufrido daños debido a las inundaciones y más de 800.000 cabezas de ganado murieron en ocho de los diez estados de Sudán del Sur.
Habiendo perdido tanto ganado, muchas mujeres desplazadas están recurriendo a la recolección de leña para generar ingresos. Los aumentos en los precios de los productos hacen que sea más difícil para las personas desplazadas obtener alimentos.
Con un aumento del 80% en las admisiones en el Centro de Alimentación Terapéutica para Pacientes Hospitalizados (ITFC), hemos abierto una tercera sala de ITFC en nuestro hospital en el campo para personas internamente desplazadas en Bentiu. Nuestros equipos también están dirigiendo clínicas móviles que visitan campamentos en la región de Mayom, Bentiu y Rubkona, en respuesta a la malaria, la desnutrición y la diarrea aguda.
Agua contaminada
Para la mayoría de las personas desplazadas, es casi imposible encontrar agua potable. “Nuestra única fuente de agua para beber, cocinar y lavar es el agua de la inundación”, dice Nyapal, madre de cuatro hijos.
Antes de las inundaciones en los alrededores de Bentiu, las instalaciones de saneamiento en el campamento para personas internamente desplazadas ya se encontraban en condiciones críticas y rara vez se les daba mantenimiento. “Durante un tiempo, las inundaciones impidieron el acceso a los estanques de tratamiento de residuos. Esto provocó la acumulación de aguas residuales en las letrinas del campamento, que luego se desbordaron hacia los canales de alcantarillado abierto, donde los niños y niñas frecuentemente juegan”, explica Cawo Yassin Ali, líder de nuestro equipo de agua y saneamiento en el equipo de emergencia desplegado para la respuesta a inundaciones.
Para reducir el riesgo de brotes de enfermedades, hemos instalado una planta de tratamiento de aguas residuales dentro del campamento para contener y tratar los desechos fecales.
Se necesitan acciones urgentes
«Los grupos humanitarios, donantes y el gobierno de Sudán del Sur necesitan actuar ahora, antes de que sea demasiado tarde. No pueden permitirse esperarse más”, Dr. Reza Eshaghian.
Con los niveles de agua comenzando a reducirse lentamente alrededor de Bentiu, todavía no está claro cuándo Nyabeel, Nyapal y miles de otras personas desplazadas podrán regresar a casa. “No tenemos nada aquí, llegamos con las manos vacías, el pueblo está cubierto de agua, y no sabemos cuándo se secará”, dice Nyabeel.
Hasta que las personas puedan regresar a casa, serán forzadas a continuar viviendo en condiciones precarias. Esto plantea un desafío adicional para los actores humanitarios, ya que se les exige que no pierdan de vista la respuesta inmediata a las necesidades mientras reconocen la naturaleza prolongada de esta crisis y cumplen con los estándares correspondientes más allá del umbral de emergencia inicial.
“Hay necesidades inmensas, incluidas las necesidades por refugios adecuados, agua potable e infraestructura de saneamiento, atención médica de calidad, seguridad alimentaria y apoyo a los medios de vida. Los grupos humanitarios, donantes y el gobierno de Sudán del Sur necesitan actuar ahora, antes de que sea demasiado tarde. No pueden permitirse esperarse más”, aseveró el Dr. Eshaghian.
[1] Los nombres fueron modificados para proteger la identidad de las personas.
[2] OCHA, Sudán del Sur: Informe de situación de inundaciones No.3, 14 de diciembre de 2021.
[3] Las inundaciones en 2021 causaron la muerte de casi 800.000 cabezas de ganado y destruyeron más de 37.000 toneladas de cultivos en Sudán del Sur, FAO.