Desde mediados de enero aproximadamente 61.000 habitantes de Darfur huyeron de Jebel Marra, en Darfur del Norte, para refugiarse en el cercano campo de Sortoni. Esto forma parte de un éxodo de mayores dimensiones ocasionado por los intentos del gobierno de Sudán para restablecer el control sobre Jebel Mara. El bienestar de las personas que buscan protección en campos como el de Sortoni se ve amenazado por la falta de suministros, las precarias condiciones en las que viven y los ataques criminales.
Médicos sin Fronteras (MSF) trabaja en el campo proporcionando servicios médicos, agua, saneamiento y artículos de primera necesidad para los recién llegados.
Los 61.000 civiles que huyeron de los combates en Jebel Mara para instalarse en el campo de Sortoni se enfrentan a una situación peligrosa. Actualmente los residentes del campo no reciben suficiente agua y muchos buscan fuentes alternativas fuera del campamento. Algunos de los pozos que utilizan están contaminados, y en las últimas cuatro semanas se han producido ocho muertes debido a la diarrea, seguramente a causa del consumo de agua en mal estado.
“Nuestra principal preocupación es la falta de agua potable”, explica David Therond, coordinador general de MSF. “Las ONG internacionales y locales, así como las autoridades de Sudán, deben redoblar sus esfuerzos para traer agua potable al campo. Un gran número de personas vive en las condiciones más básicas, y solo reciben alrededor de 5 litros de agua al día, una cantidad significativamente inferior al mínimo de 10 litros recomendado por Naciones Unidas para una vida saludable.»
Algunas organizaciones internacionales presentes en el campo han intentado realizar perforaciones de pozos en este ambiente hostil, pero hasta el momento no han encontrado nada. Por el momento la única solución es traer agua en camiones desde las regiones vecinas, lo que resulta peligroso y complejo en términos logísticos. MSF acaba de ampliar sus capacidades de transporte hasta los 64.000 litros diarios, pero incluso si se combina con lo aportado por otras ONG, todavía debe superarse un déficit mayúsculo de 286.000 litros diarios.
«Además, la población civil se enfrenta a otras dificultades«, añade David. «La distribución de alimentos puede ser esporádica y las raciones resultan insuficientes. Estamos detectando casos de desnutrición entre la población infantil, algo que no debería suceder cuando ya están recibiendo ayuda”.
También resulta preocupante la proliferación de casos de violencia sexual. Teniendo en cuenta el tabú cultural que existe contra las mujeres jóvenes que denuncian este tipo de ataques, creemos que todo apunta a un problema mucho más extendido. Las bandas criminales también se aprovechan de los recién llegados. Es necesario que las autoridades restablezcan el orden en las áreas alrededor del campo.
Por su parte, MSF sigue contribuyendo a los trabajos de ayuda. La organización utiliza principalmente su experiencia para proporcionar servicios de atención primaria, secundaria y reproductiva a la población.
Las enfermedades contagiosas como el sarampión representan una amenaza real, ya que pueden propagarse muy rápidamente en un entorno donde las personas conviven tan cerca las unas de las otras. Parte de la respuesta médica de la organización se ha concretado en una campaña de vacunación masiva contra el sarampión dirigida a niños menores de cinco años. MSF también ha comenzado a incluir en sus actividades un programa ampliado de inmunización, una campaña de vacunación para proteger a los niños contra la polio y la administración de la vacuna combinada BCG.
“El campo necesita contar con una infraestructura para gestionar y responder a la afluencia de personas”, afirma David. «Los combates se han prolongado mucho más tiempo de lo estimado por las agencias de ayuda humanitaria, y estas se enfrentan ahora a un auténtico problema de capacidad. La cantidad de agua y alimentos que está recibiendo la población del campo resulta totalmente insuficiente y tememos que a corto plazo acabará produciéndose una emergencia sanitaria de mayor gravedad si las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales no empiezan a intensificar su intervención”.