En 2009, la intensa lucha entre los nómadas y los pastores en la remota región de Dar Zaghawa ( en el noroeste de Sudán) se reanudó, lo que provocó una crisis humanitaria que poca gente de fuera del país había oído.
Así, la violencia forzó a muchas personas de la población local a huir: algunas hacia los campos cerca de la capital regional El Fasher regional, y otras a Chad.
En los meses siguientes, Médicos Sin Fronteras pudimos tener acceso a la zona, y allí arrancamos un proyecto de asistencia médico-humanitaria destinado a salvar vidas. En 2015, por ejemplo, llevamos a cabo 54.200 consultas externas.
Ahora, en marzo pasado y tras ocho años de trabajo allí, hemos dado el relevo a los proveedores locales.
Sabíamos que finalizar nuestra participación en el proyecto de Dar Zaghawa no iba a ser fácil: teníamos un estrecho vínculo con esta zona.
Ocho años después, esta región aún puede ser un lugar violento, pero nada que ver con la situación de emergencia que originalmente nos hizo venir a Darfur.
Un viaje de tres días
A lo largo de estos años, hemos ido creando una estructura sanitaria junto a las autoridades y la comunidad local. Por eso mismo podemos ahora ubicarnos en otro lugar.
“Antes de que MSF llegara, no había servicios médicos. Los enfermos iban al mercado y compraban cualquier antibiótico que encontraran, sin importar si eran apropiados o no”, explica Mohamed, un antiguo empleado de MSF. “Ahora la gente puede visitar al médico cuando tienen un problema de salud”.
“Las personas tenían miedo de enfermar, porque el viaje a un hospital o centro de salud se tenía que hacer a caballo y en carro hasta una clínica en Birmaza, a tres días. Desde allí tenían que encontrar un coche hasta un hospital en Tina”, relata.
Ya en 2003, muchas personas murieron o resultaron heridas durante los enfrentamientos en Dar Zaghawa y, desde entonces, los ataques se han intensificado periódicamente. La peor violencia tuvo lugar en el sur de la región e hizo que la mayoría de la población huyera a los montes y campos de los alrededores de El Fasher y cerca de Chad.
Algo nunca visto
Nuestra presencia en Darfur hizo que fueramos ya conscientes de la precaria situación sanitaria que afectaba al resto de la población local. Cuando los combates se reiniciaron en 2008, presionamos para tener acceso a la zona. Nos lo concedieron a finales de 2009.
Rápidamente, de un campo de desplazados a otro, se corrió la voz de que habíamos llegado. Las familias que habían huido empezaron a volver; creían que había más estabilidad y que la paz podía volver.
Las comunidades tenían acceso a asistencia médica gratis, algo que nunca se había visto antes.
Nuestro proyecto se expandió por cuatro zonas. Y es que en estas zonas tan aisladas, resulta complejo atender a una población nómada en constante desplazamiento.
Una vez al año, nuestro equipo médico trataba una media de 40.000 consultas, sobre todo de infecciones del tracto urinario, diarrea no sanguinolenta, trastornos gastrointestinales y conjuntivitis.
En un esfuerzo por mejorar el acceso a los principales hospitales, iniciamos un servicio de ambulancias. Desde una de nuestras principales clínicas en Um Baru, se tardan 14 horas en coche hasta El Fasher. No solo por el estado de la carretera, sino por los atracos a mano armada que se producen en algunas de las rutas más directas.
La comunidad local continuará beneficiándose mucho después que nos hayamos ido. En este periodo, los centros se han actualizado con zonas de residuos hospitalarios y sistemas de energía solar eléctrica. Además, todos tienen suministros médicos para cubrir sus necesidades en los próximos meses.
Además, muchos de los funcionarios nacionales que han trabajado para nuestra organización en Dar Zaghawa continuarán en las mismas funciones, aunque ahora lo harán directamente para el Ministerio de salud de Sudán. Otros han encontrado nuevas oportunidades en otros de nuestros proyectos en el norte de Darfur.
“Dar Zaghawa fue algo más que un hospital para mí”, cuenta Mohamed. “Me formaron en el proyecto, tenía un trabajo aquí y mis tres hijos nacieron aquí. Por supuesto que estoy triste, porque MSF ha sido una parte muy importante de mi vida”.