Nada tiene 28 años y viene de Deir Sur, en Siria. Ha vivido en el campo de Idomeni durante meses, un campo que está siendo desmantelado desde el pasado 24 de mayo. Nada se fue con el primer grupo de personas al campo de Nueva Kavala.
Su testimonio fue recogido por los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) que brindan atención psicológica a los refugiados. Nada recibió dicha atención tras andar durante más de una hora para conseguir comida y leche para sus hijos.
“El martes pasado se presentaron en Idomeni muchos agentes de policía. Llevaban ropas extrañas, venían de todas partes y nos decían que teníamos que salir del campo. Teníamos miedo de que utilizaran gas lacrimógeno. Tengo siete hijos, y estaba muy preocupada por lo que les pudiera pasar.
Todo el mundo estaba asustado. Los policías iban armados, y todas las familias temían por sus hijos. Los que tenían dinero ya han cruzado la frontera ilegalmente, pero los que no tenían aún albergaban la esperanza de que la frontera se volviera a abrir. O que mejorarían nuestras condiciones de vida aquí. Pero nuestra situación es terrible en el nuevo campamento. Estamos cansados, ya tenemos más que suficiente de vivir en estas condiciones. No es bueno, no hay nada bueno allí. La comida es mala. Los baños no están limpios. Idomeni era mejor.
Vinimos aquí porque Europa se supone que es civilizada, pero ¿dónde está la civilización? ¿es así como se trata a las personas en una sociedad civilizada? Hemos llegado a Europa en busca de asilo. Tenemos derecho a solicitar asilo.
Mis hijos están mal. No puedo ni bañarlos. La fuente de agua está muy lejos de nuestra tienda. Y el agua siempre está muy caliente. ¿Cómo lo uso si está tan caliente? Estoy preocupada por la falta de higiene en el nuevo campamento, y me preocupa que podamos coger la sarna. Mis hijos tienen miedo.
Quisiera morir y salir de esto. No estábamos seguros en Siria...(Nada se larga a llorar, dejamos la entrevista, pero quiere continuar).
Nos trataron mal en Siria, nos trataron mal en Turquía, y nos tratan mal en Europa. ¿Por qué? ¿No somos seres humanos también? ¿no soy un ser humano? ¿no tengo derecho a vivir como ellos (los europeos)?
Es mejor estar muerta.. Nos dieron tantas esperanzas equivocadas. Nos dijeron tantas veces que la frontera se abriría. Ahora nos dicen que un comité vendrá y nos trasladará a diferentes países, pero ya no lo creo. Todo son mentiras. Nos sentimos humillados, y el dinero no nos sobra. Antes de salir de Idomeni nos dieron unos papeles que decían `Usted es apátrida´. ¿Somos apátridas?!”
Siham tiene 30 años y es de Alepo, en Siria. Ella todavía estaba en el campo de Idomeni el miércoles 25 de mayo por la mañana, y nuestro personal recogió su testimonio por teléfono.
“La policía llegó ayer por la mañana, temprano, y se llevó a gran cantidad de gente. Ahora quedan ya muy pocas personas en el campo. Mis hijos tienen miedo y no sé qué hacer. Las personas que ya están en los nuevos campos oficiales dicen que no les gusta estar allí. No sé si debemos ir o es mejor cruzar la frontera ilegalmente. Mi marido, que está en Holanda, no quiere que vayamos ilegalmente.
Hay muy poca comida disponible aquí. La gente está preocupada: si no van a los nuevos campos oficiales y se quedan en Idomeni no van a recibir alimentación. Nadie de mi zona ha sido evacuada aún, y todavía no nos han dicho cuando nos moverán. Ayer me enteré por otras personas que están en Idomeni que se están llevando a la gente que estaba en las vías del tren. Y esta mañana les dijeron a algunas personas que viven cerca de nosotros que también iban a trasladarlos.
Me siento muy confundida. En este campo teníamos esperanzas. Esperábamos que abrieran la frontera en algún momento, pero las cosas cambiaron a partir del martes pasado. Ayer por la noche mis hijos estaban llorando de hambre. Hay muy poca comida disponible, y estoy sola aquí con mis tres hijos. Nos separamos de su padre y de mi hijo de nueve años de edad hace ya siete meses. Los dos están en Holanda.
Habíamos encontrado cierta estabilidad aquí, pero ahora no sé como será nuestro destino. Es muy frustrante. Quiero saber lo que va a pasar a nosotros. Esto no es normal, vivimos en una situación muy tensa.
Estamos preocupados. No sabemos dónde nos van a llevar. Nos dicen que lo sabremos cuando nos bajemos del autobús, en el nuevo campamento. Hace un tiempo ya nos avisaron de que en algún momento nos trasladarían, pero no que sería por la fuerza. Estoy cansada de estar aquí y estoy cansada de vivir con miedo. Mi marido dice que mi hijo en Holanda está mal, que me echa mucho de menos. Solo quiero que toda mi familia esté reunida de nuevo. Por favor, ayúdennos.»