Los niños de Van han vuelto al colegio y las tiendas y mercados vuelven a estar abiertos. Sin embargo, muchas familias siguen viviendo en tiendas o contenedores metálicos que les recuerdan cada día una realidad dura de afrontar. Tienen la reacción habitual en una situación de estrés: pesadillas, pérdida del apetito, problemas para dormir e incluso insomnio. Se sienten indefensos, tienen miedo a morir, algunos ni siquiera reconocen su pueblo, cuenta Maria Palha, psicóloga de MSF en Van.
En colaboración con el Ministerio de Familia y Asuntos Sociales turco y el Centro para la Coordinación de la Crisis en Van, MSF y la organización turca Helsinki Citizens Assembly (hCa) empezaron en diciembre pasado un programa de dos meses de duración para dar apoyo de salud mental en 31 pueblos de la periferia de la ciudad de Van. Hasta el momento, 3.000 mujeres y 1.800 niños se han beneficiado de las sesiones de grupo y 40 personas con síntomas más graves han recibido apoyo psicológico individual.
Primero eran reacios a venir a nuestras sesiones de grupo, pero poco a poco nos ganamos su confianza y ahora hablan abiertamente de sus frustraciones, y vuelven cada semana, declara Palha. En uno de los pueblos había un niño de 5 años que vino con su madre y nos dijo: Tengo miedo y mi madre está siempre enojada. Tienen que ayudarnos. Esto demuestra que ahora la gente entiende que el apoyo psicosocial puede ayudarle, y esto es un logro, añade.
MSF también está dando soporte a través de los profesores en los colegios y ofrece apoyo psicosocial a 91 familias de refugiados y solicitantes de asilo afectados por el terremoto que viven en asentamientos improvisados en la ciudad de Van.
Además del apoyo de salud mental, MSF, en colaboración con organizaciones turcas como Hayata Destek y hCa y las autoridades locales, ha distribuido 2.000 tiendas preparadas para climas fríos y 2.000 kits de cocina para 12.000 personas en 37 pueblos de la provincia de Van.
El terremoto y sus heridas invisibles:
Testimonios extraídos de sesiones psicosociales
Había un edificio que se caía. Cuando llegué, un hombre me pidió que entrara a salvar a su mujer y su hijo. Hicimos todo lo posible pero el edificio se derrumbó y murieron. Lo único que podía hacer era llorar con él. Lloramos juntos. Aún sueño con ello. Miembro de un equipo de rescate, 42 años.
¿No voy a perder todo el pelo? ¿No me quedaré calva? Gracias, se lo voy a decir a mi madre, que también está preocupada por esto. Niña de 8 años.
No puedo hablar con ustedes afuera porque la gente comenta. Pero sé que estás aquí cada semana y hasta hoy no me he atrevido a venir. Creo que me estoy volviendo loco. No puedo dormir en el contendor porque me acuerdo de mi habitación, donde tenía mi ordenador y podía hablar con mis amigos. No puedo ver a mi novia porque se fue a otra ciudad tras perderlo todo en el terremoto. No puedo leer ni ver a mis amigos porque ya no disfruto con las cosas con las que solía disfrutar antes del desastre. ¿Me estoy volviendo loco? ¿Me puedes ayudar?. Joven de 21 años.
Tengo un problema, pero no puedo hablar delante de otras mujeres No puedo tener relaciones sexuales con mi marido porque tengo miedo de morir en pecado si hay otro terremoto. Se está enojando mucho conmigo y no sé qué hacer. Por favor, ¡necesito ayuda!. Mujer de 32 años.