En Taiz, la tercera ciudad más grande de Yemen, el conflicto se prolonga y recrudece: no se respeta la protección de los civiles, los hospitales y los trabajadores sanitarios, y la atención médica vital es cada vez más inaccesible. Lo detallamos en un nuevo informe.
Basándonos en la experiencia de nuestros equipos en Taiz, una ciudad dividida en el suroeste del país con más de 600.000 habitantes, nuestro nuevo informe se centra en el impacto directo y mortal de la guerra en la población civil y en el colapso de los servicios médicos.
“La desesperada situación en Taiz es un claro ejemplo de lo que sucede en Yemen”, asegura Karline Kleijer, nuestra coordinadora de emergencia en el país.
“Las partes en conflicto a menudo no respetan la protección de los civiles, las instalaciones médicas, los trabajadores sanitarios y los pacientes. A ambos lados de la línea de frente, nuestros pacientes han sido víctimas de bombardeos mientras preparaban la comida en sus cocinas, de ataques aéreos mientras se dirigían hacia sus campos, de minas terrestres mientras atendían a su ganado. Incluso también fueron heridos cerca de sus casas por disparos de francotiradores”, explica.
Sufrimiento y violencia constantes
Desde marzo de 2015, cuando el conflicto se intensificó, la gobernación de Taiz ha sido testigo de algunos de los enfrentamientos más intensos y prolongados. Desde entonces, la ciudad está dividida por las líneas de combate y, durante casi dos años, sus habitantes viven con miedo y soportan un sufrimiento constante. La ciudad es un triste ejemplo de la urgente necesidad de atención médica, especialmente de atención primaria.
Sin embargo, la violencia ha afectado directamente a los servicios médicos de la ciudad. Los hospitales han sido bombardeados y han recibido disparos en repetidas ocasiones, un ataque aéreo golpeó una de nuestras clínicas móviles, e incluso las ambulancias han sido objetivo de disparos o las ambulancias han recibido disparos, han sido confiscadas y secuestradas por hombres armados.
Médicos heridos y acosados
Por si esto fuera poco, el personal médico también ha sido herido en su camino hacia el trabajo, ha sufrido acosos, detenciones, amenazas y se ha visto forzado a trabajar a punta de pistola. Muchos trabajadores sanitarios se enfrentan a grandes riesgos personales por trabajar en Taiz, y muchos temen por sus vidas mientras trabajan.
“¿Si me siento seguro trabajando en el hospital? No, nunca me siento seguro,” confiesa el supervisor de una sala de urgencias en un hospital público en Taiz. “No se respetan las instalaciones médicas. Nuestro hospital ha sido objetivo de ataques en varias ocasiones, y esto ha causado mucha angustia a nuestro personal y a nuestros pacientes”.
Así, el daño a los hospitales y la escasez de personal y de suministros básicos han causado el colapso virtual de los servicios médicos en Taiz, poniendo en peligro el acceso a atención médica vital.
El debilitado sistema de salud y las condiciones de vida cada vez son más duras y han deteriorado la salud de la población, con consecuencias especialmente graves para mujeres embarazadas, recién nacidos y niños pequeños.
Casi sin comida ni agua
La mayoría de las familias viven actualmente con poca electricidad o carecen totalmente de ella, y con comida y agua insuficientes. Muchos han sido obligados a huir de sus hogares para escapar de los enfrentamientos y ahora viven en asentamientos improvisados y edificios sobrepoblados, a menudo con sistemas de higiene inadecuados y sin objetos vitales como colchonetas, mantas o material de cocina.
La atención médica es extremadamente limitada y la atención privada puede ser muy cara, así que la población acude a ella sólo como último recurso, cuando ya están muy enfermos. Pero puede que ya sea demasiado tarde.
En 2016, nuestros equipos en el hospital materno infantil y en los servicios de maternidad que apoyamos en Taiz asistieron más de 5.300 partos, realizaron más de 31.900 consultas prenatales y admitieron a más de 2.500 niños con desnutrición severa en sus programas de alimentación terapéutica. Desde que estalló la violencia, hemos atendido a más de 10.700 pacientes heridos de guerra en Taiz.
En nuestro informe, pedimos a todas las partes en conflicto a garantizar la protección de los civiles y trabajadores sanitarios, así como a permitir que los enfermos y heridos puedan acceder a la atención médica que tanto necesitan. También hacemos un llamado a organizaciones internacionales y a gobiernos donantes de fondos públicos a que incrementen su respuesta humanitaria en Yemen y aseguren que la ayuda sea distribuida a todos los que la necesitan.
Pero las duras condiciones de vida expuestas en dicho informe no son exclusivas de Taiz. A lo largo de las diez gobernaciones de Yemen en las que trabajamos, nuestros equipos observan los mismos problemas: los yemeníes son víctimas de las consecuencias directas e indirectas de esta guerra mortal y destructiva, el acceso a atención médica asequible está gravemente comprometido y, tras casi dos años de guerra, la ayuda médica y humanitaria sigue sin poder cubrir las necesidades más básicas de la población.